Una apuesta contundente por un cambio en la enseñanza tradicional es lo que pregona la metodología de clase invertida (en inglés, "flipped classroom"). Todo un revulsivo tanto para los profesores -que deben preparar sus clases de otra manera- como para los alumnos, ya que les obliga a ser más activos en el aula. Uno de los mayores expertos en esta metodología en España, Raúl Santiago, explica las claves de esta auténtica revolución educativa.

-¿En qué se basa la metodología de aprendizaje denominada "flipped classroom"?

- Es algo muy sencillo de entender: "flipped" en inglés significa al revés. Lo que normalmente se hace en clase es atender a la explicación del profesor. El alumno se supone que le entiende y es capaz de realizar por sí mismo un examen para aprobarlo y acabar así el ciclo. El "flipped classroom" propone que la explicación se dé fuera del aula y la tarea se realice en clase. Ahí es cuando el alumno ve las dificultades que tiene para aprender la materia, cuando la pone en práctica y cuando necesita al profesor.

-¿Se puede acceder a la teoría fuera de clase?

-Es posible porque hay suficientes recursos en Internet, desde vídeos a tutoriales. Todo el conocimiento está en ahí y lo que queremos es que el alumno, con tareas muy simples, cortas y que pueda realizar autónomamente, adquiera un cierto grado de conocimiento fuera para que luego el profesor en clase pueda ayudar al que sabe mucho a avanzar más y al que tiene problemas a solucionarlos. Además de a trabajar en equipo, colaborar o hacer proyectos. Es decir, esta metodología ofrece al profesor tiempo en clase para atender a sus alumnos, algo de lo que careces si tienes que explicar y que encima puede que no lleguen a entender.

-¿Qué beneficios aporta con respecto a la enseñanza tradicional?

-Yo llamaría a esta última aprendizaje y a lo tradicional enseñanza, que no implica el aprendizaje. Porque lo que sugerimos que hay que cambiar es precisamente el aprendizaje del alumno, no la enseñanza. Hay que olvidarse de explicar a todo el mundo todas las cosas todos los días porque toca, porque hay que tener en cuenta que tienen que saber aspectos previos que quizá no conozcan. El profesor en las "flipped classroom" es esencial, pero se le libera de la tarea de explicación básica para que haga cosas que son mucho más interactivas.

-¿Cómo recibe el alumno este cambio metodológico?

-Depende mucho de los niveles educativos, pero les cuesta entenderlo porque es dejar de estar en clase de una manera pasiva, como una oveja. Pasan a tener un comportamiento activo y deben esforzarse. Eso cuesta a unos más que a otros, pero, en general, salen satisfechos porque tienen la sensación de que están aprendiendo más. El aprendizaje es más profundo y perdurable y se aprende a aprender.

-También es un cambio sustancial para los profesores.

-Cambia todo, desde la evaluación hasta las tareas, lo que se hace en clase, las tecnologías y hasta los espacios. El centro ya no es el profesor y su sentido común le dice que esto es como hay que hacerlo, pero en la realidad les cuesta, sobre todo por el propio sistema educativo.

-¿Qué trabas encuentran?

-Lo que les dificulta mucho es su propia competencia digital, que requiere también un cambio generacional. Aunque no es una cuestión de edad, sino más bien de actitud, de trabajo, lo que lleva un tiempo.

-¿Qué características deben incentivarse en el docente?

-Ganas y, sobre todo, pensar que lo que prima en su trabajo como profesor es el aprendizaje de sus alumnos, no las notas ni el contenido o la programación, sino cuánto necesita aprender ese alumno y qué se hace para conseguirlo. Y si se está en clase explicando siempre, no se descubre.

-¿Es un aprendizaje más personalizado?

-La conclusión es que vamos hacia una educación más individualizada. Con estas nuevas herramientas se puede llegar a clase y saber qué alumnos comprenden la materia y quienes no, y, por ejemplo, ponerlos por parejas para explicárselo entre ellos. O puedo averiguar qué cosas no saben y trabajar más sobre ello, o interpretar que se lo saben todos de sobra y adelantar materia.

-¿Este cambio metodológico debería explicarse ya en las facultades de educación?

-Por supuesto, se tendrá que incorporar a los futuros maestros como una estrategia de aprendizaje y lo tendrían que estar haciendo ya ellos como alumnos, como hago yo con mis estudiantes de Magisterio, donde la clase se convierte en algo más activo.

-¿Trabajar la motivación de los alumnos es imprescindible para obtener buenos resultados?

-Se trabajan tres claves con las que se logra que las personas aprendan, independientemente de la edad y la materia a estudiar. Por un lado, están los aspectos motivacionales, la actitud ante el aprendizaje, el estar activamente implicado. Después hay que tener en cuenta los aspectos cognitivos, cómo adquirimos y procesamos la información. Y, por último, está el aspecto social. Porque aprender en el siglo XXI es aprender de otros, para otros y con otros. Hay que trabajan estas tres dimensiones, que son las que hacen que las personas aprendamos.

-¿Hay mayor dificultad de desarrollar esta metodología dependiendo de la materia que se imparta?

-No tiene por qué. Los de matemáticas lo utilizan mucho para identificar en qué fallan los alumnos y solucionárselo en clase. Es decir, se ve la teoría en casa y en clase se hacen los problemas y se descubre dónde se falla. En áreas como geografía e historia da mucho tiempo para debatir en clase. Por ejemplo, como ya se han aprendido las causas de la Guerra Civil, en clase se puede iniciar un debate. También es apto para materias interdisciplinares o realizar proyectos y hasta en educación física, idiomas o música. De hecho, para qué explicar en clase el tercer condicional de los verbos si se pueden practicar la conversación con un compañero, lo que permite al profesor poder comprobar si pronuncian bien. Cualquier profesor tiene que preguntarse en qué debe ocupar el tiempo de clase para conseguir el mejor aprendizaje: en idiomas será la comunicación, en el deporte será la práctica, en matemáticas serán los problemas?

-¿Ya no se puede comprender la enseñanza del siglo XXI sin las nuevas tecnologías?

-Yo ya ni siquiera las llamaría "nuevas tecnologías", sino tecnologías digitales. Los alumnos las saben utilizar ya, aunque a menudo lo que realmente hacen en "cacharrear". Con estas herramientas se fomenta mucho la creatividad.

-¿En qué medida está implantada esta metodología en el mundo?

-Nosotros trabajamos con la red mundial de "flipped classroom", implantada en todo el mundo. En Asia está pegando muy fuerte, también en Australia y Estados Unidos o Sudamérica. Por ejemplo, en el estado argentino de Misiones se ha implementado el "flipped learning" como norma, porque está demostrado que los alumnos aprenden más. Es una red que nace en un instituto de Colorado, en Estados Unidos, con el profesor Jonathan Bergmann, quien lo ideó y le dio forma. Ha creado una gran red y hay cientos de congresos alrededor del mundo, así como publicaciones y cursos.

-¿Qué momento se vive en España?

-Por mi experiencia, creo que somos uno de los países punteros en este sistema. Hay muchísimos profesores y cada vez más colegios y universidades que están haciendo y pensando con diversidad de modelos sobre la concepción de que el espacio y el tiempo de clase tiene que ser algo diferente a explicar. De hecho, España ha acogido un congreso europeo en 2017 en Madrid y este 2018 se organizará otro en noviembre en Zaragoza, al que asistirán cerca de medio millar de profesores.