La edición número 16 del Festival Pórtico de Zamora, como explicó su director Alberto Martín ayer en San Cipriano, está consagrada a ofrecer el elixir que ayude a olvidar los problemas cotidianos. Bien lentamente, a cuentagotas -como expone el grafismo que ilustra «Ars curae»- o sumergiéndose en la pócima que pueda curar todos nuestros males. La metáfora dejó de serlo ayer en San Cipriano. Accademia del Piacere y la voz de Nuria Rial se convirtieron, en efecto, en un certero remedio a cualquier desasosiego diario, incluso capaz de calmar la angustia por el mal de amores, tópico al que refería el título del programa del grupo Accademia del Piacere, «Muera Cupido». El conjunto de Fahmi Alqhai -de influencia italiana, pero afincado en Sevilla- tuvo el detalle de dedicar su derroche de energía sobre el escenario al maestro López Cobos, cuyos restos esperan sepultura a solo treinta kilómetros del escenario del recital de apertura.

El repertorio estaba pensado para homenajear a Sebastián Durón, del que dicen fue el más importante compositor español de su tiempo, a caballo entre los siglos XVII y XVII. Comenzaron los intérpretes afinando sus instrumentos, asociándolos a la acústica de San Cipriano para que fueran uno solo, con la primera pieza de Durón en sus diferentes movimientos, sinfonía de la comedia «Muerte en amor es la ausencia». Y en las dos siguientes piezas, también del maestro español, apareció la voz cristalina de la soprano Nuria Rial, la mayor especialista vocal de música antigua del país.

Pero fue a continuación cuando Fahmi Alqhai y los suyos ofrecieron uno de los momentos álgidos de la velada. El intérprete de origen sirio-palestino jugueteaba con la viola hasta extraer el elixir mágico de la música en «Xácaras & Folias», con una actuación repleta de virtuosismo y energía donde no faltaron competidores en la escena: Miguel Rincón, con la guitarra barroca entre sus manos, protagonizó una de las actuaciones más brillantes de la noche. El propio Rincón puso, a continuación, la finura del laúd barroco a disposición de la actuación más sensible, íntima, del programa a cargo de Rial en «Sosieguen, descansen».

Y en la parte final del concierto emergió la figura del compositor barroco español José de Nebra. Suya era la pieza «Adiós, prenda de mi amor» y, la especialmente seductora «No, que quiere mi pena», donde Fahmi Alqhai volvió a llamar a los suyos a hacer brillar las cuerdas de sus instrumentos: la guitarra barroca, el violón, la viola da gamba, los quintones y el clave, una verdadera alfombra musical sobre la que Nuria Rial mostró su interpretación más atrevida y enérgica. Los aplausos de un público entusiasmado como pocas veces tuvieron como premio una «Chacona» de Sebastián Durón, cierre a una noche muy especial para el Pórtico.