Más de mil conciertos. Cuarenta y seis años sobre el escenario. Y catorce discos. Las cifras dan fe de su longeva trayectoria. Son pioneros, míticos, referentes. Son, en definitiva, leyenda. Y el Teatro Principal fue ayer testigo de su grandeza. El universo musical de Gwendal recaló anoche sobre las tablas del liceo municipal para acercar su sonido bretón al público zamorano.

Después de casi medio siglo de carrera, pocos recuerdan si se trataba la primera vez que el veterano sexteto acudía a la capital del Duero. No lo recuerda ni Youen le Berre (flauta, bombarda y gaita). "Los espectadores de 40 años que antes nos veían ahora ya son viejos", bromea con su marcado acento francés. Sin embargo, pese al avance del tiempo, el público continúa abarrotando sus actuaciones al igual que en sus primeros recitales por España gracias a su amigo Imanol. "El cantante vasco eligió Gwendal para actuar en los comienzos de sus conciertos. Para la juventud de esa época, estos conciertos representaban la llegada de un espacio de expresión extraordinario", explican desde la compañía.

La fidelidad de sus fans es uno de los mayores regalos desde la creación del grupo en 1972 bajo el nombre de Gwendal, surgido de la unión de "gwen" (blanco en bretón) y "dal" (frente). "Es como una alegoría al hombre de frente blanca, de alma pura", explican los integrantes de la formación, no sin matizar entre risas que quizá el nombre no se ajuste fielmente a su idiosincrasia.

Ante el renacer de la música celta, Le Berre apostilla que esta nunca ha caído en el olvido. "Como todas las músicas, nunca están muertas si hay alguien que las toca y alguien que las escucha como es nuestro caso", sopesa.

Eso sí, pese a su veteranía y su apuesta por la música de raíz, el grupo continúa reinventándose a través de distintas fuentes de inspiración: "Cuando al público le gusta tu música, sientes un deber de ofrecerles nuevas piezas y la inspiración también nace de escuchar otros estilos como la música clásica, el rock, el jazz o el folk, de ahí radica la riqueza de las composiciones", confiesan. Ahora, afrontan la actual gira como una fiesta por su cuarentena. Una celebración de ensueño que tiene visos de no tener fin. "Hemos cumplido 45 años, ojalá Gwendal viva otros 40, esto no es el final", concluyen. Después de su memorable paso por Zamora, la perenne banda pone hoy rumbo a Toledo y a Madrid para seguir compartiendo su interpretación de la música celta, una fusión de música instrumental popular que aúna tradición y rítmico rock y que, pese a los años, sigue transmitiendo la vitalidad del primer día.