A las 22.40 horas del martes, un puñado de espectadores recorrían la vida del científico británico Stephen Hawking en el canal de televisión Neox, que proyectaba la exitosa cinta "La teoría del todo". Fue una suerte de premonición. Solo unas horas más tarde, el corazón del brillante físico teórico dejaba de latir. Sus hijos lo comunicaban a primera hora de la mañana de ayer. Con 22 años los médicos le diagnosticaron ELA y le dieron un par de años de vida. Hawking, no solo destrozó el pronóstico, sino que además se convirtió en uno de los científicos más brillantes del siglo XX. Lejos de caer en el pozo de la depresión, el autor de la teoría de los agujeros negros utilizó su enfermedad para convertirse en una estrella y dar un empujón a la divulgación universal de algo tan complejo como la física.

"Ha sido un científico de una talla enorme que deja tras de sí trabajos importantísimos en la física teórica, pero hay que reconocer que supo unir poderosamente la enfermedad a su figura. El afán de superación y su inteligencia lo convirtieron en una estrella", analiza Asunción Sánchez, zamorana que dirige el Planetario madrileño.

Su colega científica, la también zamorana Rosario Heras tuvo la oportunidad de conocer a Stephen Hawking hace más de dos décadas, cuando el británico visitó el edificio noble de la Universidad de Salamanca para pronunciar una conferencia en la sala de Unamuno. "A lo largo de mi trayectoria profesional, he conocido a muchos Premios Nobel de Física y hablar con ellos ha sido una experiencia enriquecedora. Yo soy más físico experimental, pero he de reconocer que las aportaciones de Hawking nos han venido muy bien", explica Heras. La que ha sido primera mujer en presidir de la Real Academia Española de Física recuerda aquel encuentro con "agradecimiento", aunque reconoce la frialdad del trato personal. "Hablabas con él y te contestaba el ordenador, en una época, hace dos décadas, en la que aún no había sufrido el deterioro físico de los últimos años", reconoce Heras.

Adversidades

Pero quizá fueron las circunstancias contrarias las que construyeron la figura que ayer nos dejó para siempre. "Le dio la vuelta a las dificultades y las convirtió en algo positivo. Su presencia siempre fue un imán, hablar de Hawking era como tocar el cielo", enfatiza la directora del Planetario. Y eso también fue lo que diferenció a Hawking de los científicos del siglo XX, una centuria en la que "la física ha avanzado mucho". Tanto Sánchez como Heras reconocen que ha habido otros físicos del nivel del británico, pero ha sido su poder mediático el que ha abierto la brecha. "Cuando Hawking comenzó a estudiar para formular sus teorías sobre el origen del universo -el famoso Big Bang- tuvo que ponerse al día con los descubrimientos que ya se habían hecho", precisa Heras. Por su parte, Asunción Sánchez cita a Roger Penrose como ejemplo paradigmático del científico que trabajó con Hawking en algunas de sus teorías más importantes. "Sin embargo, Penrose no tuvo esa dimensión de estrella", precisa Sánchez.

Quizá por su capacidad de superar sus propias limitaciones físicas y de resistir, el afamado físico teórico se ha ganado un lugar en ese universo que acercó a los mortales.