Irrumpió en un bar de la calle de El Riogo, la misma en la que se encuentra el Palacio de Justicia, e hizo ver a la camarera que iba armado para amenazarla y conseguir su objetivo: llevarse tres botellas de cerveza. El robo le puede costar 4 años de cárcel por tratarse de un reincidente y haber simulado portar un arma, si bien la pena de prisión que le imponga la magistrada del Juzgado de lo Penal podría verse sensiblemente reducida si demuestra, como alegó antes de comenzar el juicio, que actuó con sus facultades mentales mermadas por el consumo de drogas y el daño psiquiátrico que le ha provocado dicha adicción.

La juez, al conocer la incidencia, acordó suspender la vista oral, al no haber llegado el informe del equipo de psiquiatría que examinó al imputado, de iniciales R.V.J. y actualmente en prisión, y le puso en tratamiento y de los forenses, que deberán examinarle para determinar el grado de dependencia de los estupefacientes que tiene y en qué grado tiene afectadas sus facultades mentales.

El procesado, esposado en todo momento, se mostró muy sorprendido y se alteró al conocer que la importante pena de prisión que exige la Fiscalía, lo que provocó momentos de tensión en el vestíbulo del Juzgado cuando su abogada trataba de explicarle el origen de esos cuatro años. Su actitud precisó de la intervención de los policías que le custodiaban desde la Comisaría de Zamora a los juzgados, quienes tuvieron que aplacarle para que no complicara más su situación y se tranquilizara.

Un factor de peso para que se le exijan los 4 años de reclusión ha sido su amplio historial delictivo, una historia que comenzó siendo aún menor de edad, tan extenso que le ha convertido en uno de los delincuentes más conocido por jueces, fiscales y la Policía Nacional.

Tanto es así que, cuando los agentes le subieron esposado de los calabozos, en los que permanecía tras llegar directamente desde Topas al Palacio de Justicia, al vestíbulo de la sala de viztas, la media docena de policías que estaban allí -entre los que esperaban para testificar en juicios y los que realizaban su servicio en los mismos juzgados- le saludaron con gran familiaridad e incluso se interesaron por su estado de salud. El joven, visiblemente deteriorado física y mentalmente, respondió con la misma familiaridad con la que fue tratado, no sin despertar comentarios compasivos hacia quien ha quemado sus naves en la vida antes de entrar en la madurez.

En el aire está la condena, a expensas de que los médicos forenses emitan un informe que permita al Ministerio Fiscal determinar si tiene capacidad o no para comprender el alcance de su comportamiento agresivo cuando delinque. Quienes saben de su hoja delictiva recordaban que entre sus últimas actitudes violentas se cuenta el intento de robo a una pareja de turistas, a los que abordó en el casco antiguo de la capital y amenazó con una piedra para tratar de obtener su botín.