Por ti, vota la mujer". Es el estribillo de la canción que entonaba combativamente la señora Banks en Mary Poppins, símbolo de la lucha de las sufragistas que consiguieron el voto para las mujeres en Inglaterra a principios del siglo pasado. Aunque a veces fuera tratada como una loca y, aunque ahora seguramente se la tacharía de feminazi, es un poderoso símbolo cinematográfico para varias generaciones en un tiempo en el que no era habitual oír a una mujer decir cosas como "por la igualdad en el vestir y en el vivir también / tenemos todas que luchar en guerra sin cuartel" en la gran pantalla. Y menos en una película de Disney protagonizada por una mujer trabajadora, luchadora y libre como la niñera interpretada por Julie Andrews.

Muchas crecimos sin leer los nombres de grandes mujeres de la Historia en los libros de texto y sin apenas referentes femeninos fuertes en la televisión, porque parece ser que todos los inventores, escritores y figuras políticas importantes eran hombres, mientras que las heroínas de las series de dibujos eran princesas que esperaban de forma más o menos dócil a que un hombre las rescatara. Hoy, afortunadamente, abundan los cuentos infantiles sobre Ada Lovelace, Amelia Earhart o Hipatia de Alejandría, nombres que nosotras no conocimos hasta que fuimos mayores.

Negar que las mujeres hemos sido histórica y socialmente ninguneadas y menospreciadas por el mero hecho de serlo es en realidad tan ridículo como negar la teoría de la evolución, pero está mucho más extendido y aceptado. Sin embargo, como siempre, la realidad está ahí fuera: las mujeres españolas trabajamos "gratis" 54 días al año a consecuencia de la brecha salarial, nosotras somos mayoría en las aulas y las empresas pero el porcentaje en puestos de responsabilidad apenas supera el 30% de media en todos los sectores, aunque seamos nosotras las que suframos la mayor parte de las situaciones de acoso laboral y soportemos las preguntas humillantes e invasivas en las entrevistas de trabajo. Además, somos nosotras las que tenemos mayor tasa de paro y las que invertimos mayor parte de nuestro tiempo "libre" en el trabajo doméstico y, mientras sólo un 26% de los hombres ha pedido una excedencia por paternidad, casi la mitad de las mujeres admite haber hecho un parón forzoso en su carrera profesional para ser madre. Y todo esto dejando de lado las conocidas y escalofriantes cifras de mujeres violadas y asesinadas por violencia machista.

Aunque ya lo asumamos como algo normal, hace menos de cien años que en España se aprobó el sufragio femenino y las mujeres comenzaron a acceder a titulaciones superiores, y ahora mismo ocupamos escaños y asientos en las universidades. Utilizar de forma partidista la huelga del 8 de marzo convirtiéndola en una lucha de siglas y obviando el trasfondo de género es ir contra todas aquellas que lucharon por conseguir los derechos que ahora todas tenemos. Sin ellas no podríamos ir a votar ni estudiar una carrera, ocupar cargos públicos o dedicarnos a cualquier cosa fuera de la cocina. Sin nosotras no podrán acabar con el sexismo, con el acoso sistemático y con la desigualdad laboral. Atacarnos unas a otras por ir o no a trabajar o pedir que la huelga se haga "a la japonesa" es olvidar la lucha de las mujeres que llevan siglos dejándose la piel trabajando el doble, fuera de casa y en ella, para que nosotras ejerzamos los derechos que ellas no tuvieron por estar reservados a los hombres. Es menospreciar el ejemplo de esfuerzo, trabajo y entrega que, a falta de nombres en los libros de Historia, todas hemos visto en forma de madres, tías, hermanas, abuelas, profesoras, cuidadoras o médicas, que no tienen ni buscan calles con su nombre pero que siempre nos han ayudado a intentar romper el techo de cristal que lleva ahogándolas toda la vida.

Si hubo mujeres que lucharon para que podamos hacer cosas que antes eran impensables, es de justicia que hagamos lo mismo, por nosotras y por allanar el camino a las que vienen detrás. Por Lucía, por Abril, por Malena, por Iria y por todas nuestras dignas sucesoras, para que ojalá puedan cantar al ser mayores que por nosotras lucha la mujer.