El pintor Manuel Sierra ofrece una interesante propuesta pictórica titulada "Entre Babia y Aliste" que puede contemplarse estos días en la galería de Ángel Almeida.

-Regresa a Zamora con una exposición centrada en el medio rural.

-Yo o bien pinto el infierno o bien pinto el paraíso (risas) y para mí lo que se puede ver en Zamora son paraísos, lugares donde, a través de mis cuadros, poder refugiarte y tomar un respiro de la vida diaria.

-Fija su mirada en comarcas muy concretas, en Babia y en Aliste. ¿Por qué?

-Yo procedo de Babia y una gran parte de mi crianza la pasé allí en una casa de labranza con un pie también en Asturias, la tierra de mi padre. Es una pintura que sale de mí desde siempre. Hay un efecto casi freudiano, psicológico y terapéutico en estas obras que trabajas desde lo personal. Sin querer cuando trabajas con un lenguaje creativo con sinceridad, comunicas.

-Y ¿qué pretenden comunicar con sus obras?

-Pongo las bases suficientes para que los demás puedan con sus evocaciones, sus recuerdos y sus alegrías e insatisfacciones meterse en el cuadro como un lugar donde construir cada uno su propia historia.

-Nos ha hablado de Babia, pero ¿cómo surge pintar Aliste?

-Yo pinto aquello que me seduce, me atrae o me intriga. En el caso de Aliste toda mi vida he tenido a la comarca zamorana como un lugar remoto y tengo la conciencia de que mi tierra, Babia, para mucha gente también tiene algo de allende. Estas dos zonas tienen algo de remotas y por ello también algo de fantásticas. Aliste lo he conocido a través de un buen amigo que me condujo por la zona. Lo que me interesa es la intervención del hombre en la naturaleza, véanse los molinos, las plazas y si me apuras hasta las iglesias, las presas, las canteras? Aliste me estremeció. Se trata de una tierra de una gran sobriedad, de un doliente y una hermosura dentro de su dureza. En mis libretas tomé notas y luego en el estudio trabajé sobre Aliste, un tema que todavía sigo pintando. Me pareció muy interesante que las obras de Babia y las de Aliste dialogaran entre ellas y para terceros en una sala.

-También realiza su personal homenaje a los alfares de Moveros.

-La cerámica de Moveros siempre me ha parecido una de las más atractivas de las que más conozco, como aficionado a la cerámica que acude, siempre que puede, a la feria de la cerámica de Zamora desde hace años y años. Estuve con los alfareros y alfareras empapándome de su hacer, algo que hago en todas mis creaciones. Luego me meto en el taller y en mi introspección sintetizas y realizo el análisis de formas. Con estas obras quiero dar a conocer que esta artesanía existe y que debería protegerse muchos más por parte de las instituciones porque hay que ponerla en valor. Cuando más sobria es la alfarería de Moveros, más bella. No deben perderse las formas primitivas de esta alfarería.

-Sus cuadros son como ensoñaciones de esos paisajes.

-Sí, no soy hiperrealista algo que quizá practico en mis notas de campo. Pintar es estilizar y sintetizar. Buscar lo esencial de la forma y meterlo en un contexto estilizado y quizá idealizado a través de un discurso formal.

-En sus obras realiza una sobreposición de planos.

-Efectivamente. Para mí el cubismo tuvo una importancia tremenda junto con el surrealista, pero a mí me interesan las claves cubistas y mostrar aquello que está detrás para que el espectador del cuadro ordene los elementos, no por la fidelidad a la forma sino por lo esencial de la forma, por las emociones. Lo difícil es poner el plato bien servido y atractivo a quien lo va a ver.

-En ese plato atrayente ¿qué importancia confiere al color?

-Resulta fundamental. En mí pintura tiene tanta importancia como la estructura dibujística, lo que me viene de mi condición de pintor muralista y grabador, de ahí que mis trazos sean muy rotundos y muy definidos. Los cuadros tienen un gran armazón constructivo y luego el color es el que te va a dar el acelerón emocional que hace que lo que está dibujado, salga del cuadro.

-Junto a los cuadros presenta una carpeta de serigrafías.

-Me interesa exponer obras realizadas mediante otra técnica, en concreto con una serigrafía muy plana con elementos que tienen que ver con la exposición. Son bodegones que suponen un momento de asueto en la vida del ser humano.

-Como artista ¿qué le parece que en la recién acaba edición de ARCO se censurara una obra?

-En primer lugar, la censura es intolerable en las artes, tanto en los cuadros de Santiago Sierra como en los temas del rapero Valtony. En un momento como el actual con la velocidad de las redes sociales y el capitalismo salvaje hay un tufillo que no me gusta, de tal forma que algo que tiene ser un proceso subvertidor, se convierte, por parte de algunos autores, en un fenómeno comercial.

-Pero la pintura tiene una vertiente comercial.

-El mercado es la manera de llegar al público. No es lo mismo pintar lo que se vende que vender lo que se pinta. Si antepones el mercado a la creación, vamos mal. En mi caso me interesa dirigirme a la persona que anda por la calle, no los coleccionistas o quien anda por las exposiciones internacionales.