El foro del periódico se convirtió ayer en escenario literario, donde el escritor zamorano Luis García Jambrina presentó su última obra, "El manuscrito de fuego".

-Fernando de Rojas vuelve, por tercera vez, a ser el protagonista de una de sus novelas. ¿Qué le mueve diez años después a volver a él?

-Me apetecía profundizar en él y ampliar su universo. Pero lo más importante es que hacía varios años que mis lectores me preguntaban por Fernando de Rojas o que para cuándo el siguiente "manuscrito". Y eso es lo mejor que le puede pasar a un novelista: que los lectores se interesen por los personajes y quieran saber más de ellos.

-Su novela descubre a un personaje real prácticamente desconocido, Francés de Zúñiga. ¿Cómo conoce su existencia?

-La primera noticia que tuve de don Francés fue a través de Francisco Umbral, que lo consideraba el santo patrón maldito de los periodistas españoles, especialmente de los cronistas políticos y sociales, y era tal su fascinación por Francesillo que bautizó con este nombre a varios personajes de sus novelas. Luego me enteré de que Valle-Inclán lo menciona entre los posibles antecedentes del esperpento. Supe más de él gracias a mi amigo José Antonio Sánchez Paso, que me llevó varias veces a Béjar para que conociera los lugares relacionados con el personaje. Lo que más me interesó de él fue su condición de bufón del emperador Carlos V y el hecho de que muriera asesinado a manos de unos desconocidos. Don Francés era muy ingenioso y mordaz y tenía una lengua viperina, se granjeó muchos y muy poderosos enemigos.

-Salamanca y su universidad juegan un papel importante en la trama. ¿Se trata de su personal homenaje al aniversario del centro o es una casualidad?

-Mi homenaje a la Universidad de Salamanca empezó ya en "El manuscrito de piedra" y continúo en el "de nieve", y en esta no podía faltar. "El manuscrito de fuego" se sitúa en la época de máximo esplendor del Estudio salmantino; es el momento en el que se termina de construir la fachada, el gran icono y emblema de nuestra Universidad, que en mi novela tiene un gran protagonismo, ya que se trata de una obra de arte llena de enigmas y secretos. En la novela, he tratado de incorporarlos a la trama y de interpretarlos en función del contexto histórico y político en el que se construye la fachada. Uno de los objetivos de la novela es que los salmantinos y los visitantes vean la fachada de otra manera, con una mirada nueva, y que no se fijen solo en la famosa rana.

-En "Manuscrito de fuego" nuevamente conjuga novela de intriga e histórica ¿por qué mezcla ambos géneros?

-En literatura es muy habitual la mezcla de géneros. Yo no he sido ni mucho menos el primero en mezclar esos dos géneros. La originalidad de mis novelas está en la mezcla de esos dos tipos de novela popular con elementos procedentes de la literatura clásica española, como la picaresca, la novela bizantina o de aventuras, el romancero, las leyendas, los cuentos populares?, todo ello debidamente actualizado y enfocado de forma lúdica e irónica.

-¿Es el manuscrito de los tres donde más pesa la componente histórica?

-Sí, creo que es mi novela más histórica, pero también la que tiene más intriga y tensión y personajes más complejos. La labor de documentación es algo con lo que disfruto mucho, pues uno aprende muchas cosas sobre el pasado y, por tanto, también sobre el presente. En este caso, he tenido la suerte de contar con la ayuda y la complicidad del principal especialista en la vida y la obra de don Francés de Zúñiga. Cuando le hablé de mi proyecto, me pasó varias cajas con libros, artículos, papeles y textos diversos, que me han sido de gran utilidad.

-Alguno de los avatares que sufren los personajes es muy cinematográfico. ¿Le han propuesto llevar alguna novela al cine?

-Ha habido conversaciones, pero yo no puedo perder el tiempo con esas cosas. Llegará un día en que ese proyecto se llevará a cabo; de hecho, tengo la impresión de que, con esta tercera novela de la serie, la cosa va a estar mucho más clara y es posible que acabe llegando a buen puerto, al igual que otros proyectos que hay ahora en marcha, como una adaptación al cómic o una ruta literaria sobre los escenarios de los "manuscritos".

-Zamora de alguna forma está presente en su novela a través de varios personajes.

-Es un guiño a mis orígenes, a mi familia y a mis paisanos. Zamora está más presente en mis novelas de lo que parece, y las alusiones directas o indirectas a ella son continuas. Cuando era adolescente en Zamora, soñaba con ser escritor. Por eso, cuando escribo, lo hago con un ojo puesto en aquella época.

-Alonso Jambrina, un hombre de origen humilde vinculado a Zamora. ¿Hay rasgos autobiográficos en él?

-Alonso Jambrina sería un antepasado lejano, algo así como el primer autor de los "manuscritos" sobre las aventuras de Fernando Rojas. Estos luego fueron pasando de generación en generación hasta llegar a mis manos. Y yo soy el que los reescribo y los publico. Es un guiño literario que explicaría, desde la ficción, el origen de los "manuscritos", un juego equivalente al que hago en el "de piedra" con La Celestina y en el "de nieve" con el Lazarillo.

-En el epílogo alude a una tetralogía. ¿Cuándo verá la luz la siguiente entrega?

-Estoy ya inmerso en la fase de documentación y preparación de la novela. Me pondré a ella esta primavera y espero que pueda aparecer a finales del 2019 o comienzos del 2020. Sobre ella poco puedo adelantar, pues no me gusta entrar en detalle sobre mis proyectos, ya que se corre el peligro de que acaben chafándose. Lo que sí puedo decir que va a ser una novela muy potente y con muchas sorpresas.

-A las tres semanas de su aparición, el libro va ya por la tercera edición y, según algunas listas, es el más vendido de Castilla y León. ¿Qué se siente?

-Una inmensa alegría, unas ganas enormes de seguir escribiendo y mucho agradecimiento a los lectores. Sin ellos la escritura no tendría sentido para mí.