Un año "fructífero" pero con un largo camino por delante. Así resume Luis Mariano Esteban, miembro de la Asociación por un Acceso a la Universidad en Igualdad, la andadura de esta plataforma nacida en Zamora, que ahora se centrará en acercarse a las familias.

-La Asociación por un Acceso a la Universidad en Igualdad, a la que usted pertenece, acaba de cumplir un año de vida. ¿Cuál es su balance de estos primeros doce meses de andadura?

-Han sido muy interesantes y, sobre todo, fructíferos. Nos ha recibido desde el Secretario de Estado de Educación hasta representantes de todos los partidos políticos, a excepción de Podemos. Eso nos ha dado la oportunidad de mostrar a todos ellos el ya famoso Informe Manu, el estudio en el que se presentan las desigualdades entre los jóvenes para entrar a la facultad que ellos desean. Hemos podido hacer nuestras reivindicaciones y, de hecho, ahora parece que el PP y Ciudadanos llevan una Propuesta No de Ley para incluir en el futuro Pacto Educativo el examen único. De momento, no se puede pedir más.

-¿Se ha podido también trasladar esta situación de desigualdad educativa a la sociedad?

-Si no a toda la sociedad, al menos hemos logrado hacérsela saber a los políticos, quienes no eran conscientes de la gravedad del problema. Sabían que las competencias educativas estaban trasladadas a las comunidades autónomas, pero desconocían la repercusión que esta cuestión tenían en concreto. Logra esto en el ámbito regional y poniéndolo encima de la mesa de los senadores y diputados es algo que se ha conseguido y de lo que estamos razonablemente satisfechos.

-¿Los profesores son también conscientes de este problema?

-En este caso concreto, los profesores miramos más nuestro ombligo. Es decir, si nuestro centro sale bien parado de las pruebas, hasta ahí llega el problema. De hecho, creo que lo que nos falta es concienciar a los docentes, e incluso a las familias, que tampoco están sensibilizadas con este problema, más allá de lo personal.

-¿Podrían ser dos actores activos para lograr la meta de la asociación?

-Sí, pero para eso tenemos primero que llegar a ellos, trasladarles esa problemática. A partir de ahí, cada uno podrá ejercer la presión oportuna en su ámbito. Y probablemente más las familias que los profesores.

-¿En qué sentido?

-Si los datos sobre el acceso a la universidad dieran como resultado que las chicas tienen menos posibilidades de entrar en las facultades que los chicos, las calles estarían tomadas por las familias. Esa es la parte que aún falta. Luego, en el caso de los profesores, para llegar a ellos están las trabas de que los centros educativos tienen sus propias circunstancias y si salen bien en la fotografía, no darán ningún paso. Por eso considero que es a las familias a quienes hay que llegar primero.

-De momento, la conciencia de los políticos se ha tocado.

-No es que nos hayan sacado bajo palio, pero, por lo menos, les hemos puesto la cara colorada a alguno, igual que a los rectores de las universidades, que son los que tiene que tomar cartas en el asunto. De hecho, no todos nos ven con buenos ojos, pero es que los datos son muy contundentes.

-¿Cómo valora la predisposición del consejero de Educación de la Junta de Castilla y León, Fernando Rey, quien les ha abierto las puertas desde el primer momento y se ha puesto a caminar al lado de la asociación?

-Castilla y León es donde mejor y con más razonable sencillez hemos podido trasladar el mensaje y han recogido el guante. Y no es de extrañar, pues es la comunidad más perjudicada, con diferencia, y aquí los datos pesan mucho. El Informe Manu, de hecho, que analiza la facultad de Medicina de la Universidad de Valladolid, es contundente. Así que es más sencillo que nos atienda el consejero de Castilla y León que el de Madrid, que al final nos remite a un tercera fila en las reuniones.

-Sin duda es un camino largo y que apenas acaba de comenzar pero, ¿cuáles son los siguientes pasos?

-Considero que se encaminan a que tanto PP como Ciudadanos plasmen esta petición en el Pacto por la Educación. Ese sería el gran triunfo, que si al final se gesta ese pacto, recogiera todo esto. No sé si se conseguirá, pero sería el mayor éxito.

-¿Cómo se puede explicar esta situación a las personas ajenas del todo al sistema educativo, para que comprendan que es una problemática que al final afecta a toda la sociedad?

-Una consigna fácil de hacer entender es que a la universidad tiene que llegar los mejores en las condiciones más óptimas, para que, a su vez, salga la gente mejor preparada. Eso no necesita demasiada explicación, pero lo que sí que hay que explicar es que con el sistema actual no estamos garantizando que lleguen a la universidad los mejores y, además, están llegando de manera desigual. Por otra parte, eso se da de bruces con la primera Cumbre sobre Educación que se acaba de celebrar en Bruselas, donde se ha planteado una especie de espacio único universitario para el 2025, respetando las peculiaridades de cada uno de los estados, pero planteando que tenemos que ir hacia un concepto de universidad global europea. Así que cómo se explica ahora que el sistema de acceso a la universidad en las comunidades es distinto si después no va a que cada universidad sea distinta, sino que se va a un concepto de universidad estatal. Por ello habrá entonces que hacer una forma de acceso estatal. Esto es igual, por ejemplo, que si para acceder a la Guardia Civil se hiciera con criterios dispares según el candidato fuera de Córdoba o Burgos. O si el MIR de los médicos se hiciera de forma regional para luego acceder a cualquier hospital del país.

-Las medidas educativas siguen cambiando y una de las últimas novedades es que las fechas de los exámenes de septiembre pasen a julio, ¿es beneficioso este adelanto?

-Para nada. Todo esto se vende bajo la premisa de la conciliación familiar, pero hay que ser realistas y distinguir dos niveles, el universitario y el de las enseñanzas medias. En este último caso, estamos hablando de diez días de plazo en Bachillerato entre que el alumno conoce sus notas de la evaluación ordinaria y empieza a examinarse de la extraordinaria. Eso para un estudiante con una o dos asignaturas suspensas quizá pueda ser suficiente, pero al que tiene más, le pone al borde de la repetición. Así que las familias irán muy contentas de vacaciones, pero con el niño teniendo que repetir curso. En el ámbito universitario, el problema se complica, porque el volumen de asignaturas no es el mismo y estamos hablando de un margen de quince o veinte días de diferencia entre exámenes, aparte de que muchos estudiantes dejan directamente alguna asignatura para septiembre, lo que ahora les resultará imposible. Además, un suspenso en la universidad implica un coste añadido a la matrícula, porque el precio sube sustancialmente en segunda y tercera convocatoria. En definitiva, creo que no va a beneficiar a nadie. Septiembre no era una maravilla, pero, al menos, dejaba un margen de tiempo para organizarse. Yo no lo veo efectivo , pero habrá que esperar a los datos, aunque intuyo que en las enseñanzas secundarias se maquillarán un poco para no disparar el fracaso escolar.

-¿La ed ucación está en la agenda de los políticos o Cataluña lo ha absorbido todo?

-Parece que después de Cataluña no existe nada, da igual lo que siga pasando alrededor. Pero, lamentablemente, la educación solo está en las agendas de los políticos en época de elecciones y muy en la agenda cuando acceden al Gobierno. Y es que desde los años 80 hasta hoy hemos tenido nada menos que siete leyes educativas distintas, una en cada cambio de gobierno prácticamente. Es una locura, porque un chaval en su carrera de Secundaria puede haber convivido con dos leyes y es un disparate, tanto para alumnos como para profesores. No da tiempo a que se plasmen y desarrollen las innovaciones que incorpora una ley cuando entra otra que matiza, rehace o cambia.

-¿Cómo se supone que tienen que reaccionar los profesores a esos cambios?

-A los docentes nos deja en tierra de nadie. Además, el problema de estas leyes es que se cambian no porque se hayan evaluado los defectos, sino exclusivamente porque se cambia de gobierno. Sería igual que si con el cambio de poder hubiera un sistema de pensiones distinto o un sistema de la seguridad del estado distinto. Sería una auténtica locura y es un problema muy serio.

-¿Visualiza todavía muy a lo lejos el Pacto por la Educación?

-No lo veo cercano, pero sí posible, porque creo que cualquier pacto solo se puede hacer cuando nadie tiene el poder total. Si tengo la mayoría, no tengo que pactar con nadie. Puedo ser elegante y plantear un pacto, pero todo aquello que no me interese lo arrollo. Así que ahora tenemos en ventaja que simplemente no tener un gobierno en mayoría posibilita que haya que escuchar a todo el mundo. La suma de PP y Ciudadanos sola no sirve, así que, como mínimo, se necesita la unión del PSOE, al que habrá que escuchar y ver qué propone. Me parece un buen momento para pelear el pacto, otra cosa es que eso sea difícil y largo, o que el problema catalán se haya cruzado y se lo lleve todo por delante.

-Desde su experiencia, ¿qué puntos deberían integrarse en ese pacto?

-Aparte del acceso único a la universidad, se debería ser mucho más claro en el control de las programaciones. Me refiero no solo a contenidos, sino a competencias y el desarrollo en aula de esas programaciones, para que la inspección fuera más seria en comprobar que todo eso se está realizando en el aula. Y luego también está el tema de cómo trasladar a los mecanismos de evaluación de los alumnos toda la incorporación de las nuevas metodologías y tecnologías, porque ahí tenemos un gran salto. La evaluación sigue siendo fundamentalmente vía examen, cuando para la formación de los alumnos el examen cada vez tiene menos valor. Las pruebas externas de PISA o la EBAU son un examen, pero las clases que están recibiendo mis alumnos no son las mismas que yo recibía. Estamos haciendo algo distinto en la enseñanza, pero no se les evalúa de manera diferente. También creo que, sin quitar las competencias a las comunidades, sobre todo en 1º y 2º de Bachillerato, las materias de las asignaturas que vayan a examen deberían unificarse. Tendría que haber una especie de cesión parcial de las comunidades en esos dos cursos para aunar contenidos.

-¿Qué retos se marca la asociación en su segundo año de andadura?

-Seguir insistiendo en el ámbito político, porque, en definitiva, son los que acaban legislando. También tenemos que intentar dar el salto a familias y profesores, buscar esa vía para trasladar toda esta situación de manera masiva a las asociaciones de padres. Sería un gran paso, pero me preocupan más las familias que los docentes, porque, si están informadas, van a ser las que se movilicen y metan presión. Ese es el gran reto de este año, el saltar a la opinión pública.