Pablo Lorenzo Pérez se dedica profesionalmente al mundo del teatro e imparte un taller de interpretación en el IES La Vaguada. A mayores acaba de publicar "Vaguaderías" que reúne tres de sus obras teatrales.

-¿Cómo nació su vinculación con La Vaguada?

-Tenía un amigo que cursaba un módulo de Imagen y Sonido en La Vaguada y tenía que hacer un proyecto fin de curso. Siempre me ha gustado escribir y por eso me preguntó un día si tenía algo que le pudiera pasar, se lo facilité y al final lo representaron. Al director le gustó y contactó conmigo para proponerme impartir un taller. El primer año comenzamos a trabajar "El horroroso crimen de Peñaranda del Campo" de Pío Baroja, un texto con el que los chicos no conectaban porque están acostumbrados a otro tipo de lenguaje?

-¿Y qué hizo?

-Es muy difícil encontrar obras adecuadas para los chicos y antes que lanzarme a buscar otras de otros autores, opté por escribir un texto, el primer del libro, pensado para chicos de 3º de la ESO a Bachillerato y módulos. Tiene una duración de unos 40 minutos. Cuando te planteas escribir una obra para los chicos tienes en cuenta sus edades y sus perfiles, el número de personas con las que cuentas y qué elementos tienes para jugar.

-¿Cómo se logra acerca a jóvenes y adolescentes al teatro en un momento en el que manda el audiovisual?

-Realmente es complicado conectar porque todo es imagen, rapidez y toda la información pasa en un tuit, cuando el teatro es todo lo contrario. El teatro no es solo coger una obra, leerla y subirla a las tablas, es mucho más.

-¿Qué es?

-Es conocer al compañero, es tener confianza en tus compañeros, es tener un espacio de libertad para reírnos de nosotros mismo. Es también una herramienta fantástica para conocerse a uno mismo. En las edades de plena adolescencia, cuando uno está expuesto a los juicios de los compañeros y uno no está seguro de sí mismo, el subirse a un escenario es el espacio en donde la sociedad nos permite jugar, algo que vamos perdiendo según vamos creciendo. El teatro trata de recuperar esa parte de la infancia y lanzarse a jugar para perder esos miedos.

-Además de sus propias obras ¿qué elementos utiliza para ayudar a los chicos a lanzarse a ese juego?

-Sigo los manuales de Augusto Boal, un dramaturgo y experimentalista del teatro, que recogió en varios libros sus fantásticas experiencias de expresión corporal, dinámicas de grupo, confianza, de análisis de las emociones? unas dinámicas que parece que no tienen mucho que ver con el teatro, pero son las herramientas que se utilizan en el escenario.

-¿Qué le mueve a dar el paso y publicar en formato papel tres de las obras que ha escrito?

-Me animo en parte porque desde el instituto consideran que de alguna manera hay que gratificar esos tres años de voluntariado y ¡qué mejor manera que divulgar las obras y las experiencias!

-Y ¿qué remarcaría de su experiencia?

-Destacaría las ganas que han tenido los chicos. Para mí ha sido un progreso continuo. La portada del libro son un adulto y un joven con una lupa y no se sabe quién investiga a quién. No sé si les he conseguido enseñar algo, pero yo sí he aprendido de ellos. Siempre que puedo prescindo de mi labor de dirección para que los que están fuera aporten su punto de vista. Además, creo que es una manera más para que los chicos creen la obra.

-Es poco frecuente la publicación de obras de teatro para jóvenes, ¿por qué se caracterizan sus textos?

-La primera es un texto que versa sobre la visión de un niño acerca de la guerra y todo lo que se sucede como un joven soldado y cómo se enfrenta al conflicto desde la inocencia. En la segunda tiene mucha importancia los juegos de luces y la música y se centra en un vagabundo que se ve engañado por la sociedad y las autoridades. La tercera son seis pequeñas escenas de microteatro que coinciden con las fases del ciclo de la vida. Son textos que ayudan a que los chicos se hagan preguntas. La portada del libro es mía y hay un dibujo por cada obra, hechos por Elena Muñoz, compañera de Contra Tiempo Teatro. Tengo más obras escritas y me gustaría divulgarlas. Además, este curso estoy trabajando una obra mía con los chicos en el taller y estoy preparando otra basada en una conocida leyenda zamorana.

-En la ciudad de Zamora conviven bastantes formaciones teatrales aficionadas.

-Sí, sí y hay que seguir con ellas. Es una pena que no haya tanta unión entre los grupos, que sería lo deseable. Lo suyo es que tuviéramos algún hilo conductor. Tampoco hay unos lugares públicos de ensayo para los aficionados. Hay una devoción por el mundo del teatro es esta ciudad y es una pena que luego no se respalde más.

-¿Qué ha supuesto para usted Contra Tiempo Teatro?

-Me ha cambiado la vida. El poder compartir mi tiempo con mis compañeros es de lo mejor que me ha dado la vida. Yo formo parte de los "contratiempitos", tal y como nos denominan los veteranos. Ellos han sido, en parte, unos mecenas intelectuales y económicos, dado que tenemos un sitio para ensayar, una furgoneta, unos focos y otros materiales. Ellos nos los ceden sin pedir nada a cambio.

-¿Qué proyectos tiene la formación?

-En este momento tres. Estamos con una pieza de microteatro de Ionesco titulada "Escena para cuatro personajes". Estamos ayudando a un compañero con "El juglar" de Darío Fo y estamos intentando montar "Noche de huéspedes" de Peter Weiss. Lo que microteatro casi seguro que lo estrenemos cuando se vuelvan a hacer las sesiones de Balborraz en primavera.

-¿Qué ha supuesto la escritura teatral?

-Es una faceta a la que llego gracias a Contra Tiempo Teatro y gracias a ellos descubro a Agustín García Calvo, quien dice algo muy lúcido como que el escritor no deja de ser una herramienta para la idea que está pululando. El escritor es una especie de antena que recibe un mensaje y se limita únicamente a transmitirlo. Recuerdo que la primera ocasión, cuando estaba dándole vueltas a qué texto trabajaba con los chicos, estaba tomando una caña cuando se me ocurrió una idea. Me gustaría seguir escribiendo porque hay que ir sintonizando esa antena para ampliar el rango y eso se consigue leyendo y trabajando.

-¿Actor, director o dramaturgo?

-No puedo elegir ni la faceta de actor, ni la de actor ni la escritura, pues cada faceta es diferente. La primera vez que subes un escenario es indescriptible, la primera vez que una obra que has escrito se representa es increíble o también cuando una obra que diriges se representa también es muy especial.