Para antes del verano podría echar a andar la obra social de la Fundación Antonio y Encarnación Crespo Rodríguez, que se puso en marcha en el año 2013 a raíz del fallecimiento de la benefactora, Encarnación Crespo, que legó dinero e inmuebles valorados en unos dos millones de euros.

El testamento de Encarnación dejaba bien claro que la fortuna debía dedicarse a la "asistencia social mediante la promoción y atención a las personas en riesgo de exclusión por razones físicas, sociales o económicas". Y a esta tarea se han dedicado los gestores de la Fundación, su presidente, Félix Gómez y el albacea Pedro Martínez de Paz, que han llevado a cabo una labor callada pero sin pausa con el fin de convertir los deseos de la benefactora en realidad. Y en estos momentos están ya con un proyecto muy avanzado que esperan esté plenamente en marcha de aquí al próximo verano.

Gómez y De Paz son reacios a ofrecer más detalles sobre el proyecto social, que se llevará a cabo en el inmueble de la calle Obispo Nieto que dejó en herencia Encarnación Crespo, hasta que no estén todos los detalles ultimados, las obras listas y los acuerdos con las entidades colaboradoras cerrados. Pero de hecho las obras están ya prácticamente concluidas y muy avanzadas las conversaciones con las entidades que trabajan en el campo social con el fin de arbitrar la mejor fórmula de gestión de la dotación para que cumpla lo más fielmente posible los deseos de la finada. El inmueble tiene espacio suficiente como para poner en marcha cuatro viviendas y destinarlo a una labor social importante.

Es la misma casa en la que vivió Encarnación Crespo y se dedicó primero al cuidado de sus padres y luego de su hermano, de quienes heredó a su vez una importante cantidad de bienes. Encarnación pasó sus últimos días en la residencia de ancianos del Amor de Dios y al fallecer dejó todo su legado al servicio de la Fundación que lleva su nombre y el de su hermano.

Una herencia que constaba de tres inmuebles en Zamora, dos solares y el edificio de Obispo Nieto, además de otro inmueble localizado en Bilbao, todo ello valorado en 485.000 euros. Además dejó una cuenta bancaria en el Banco Ceiss con un saldo de 321.000 euros y participaciones en fondos de inversión, también en el Banco Ceiss por valor superior al millón de euros.

Los gestores de la Fundación han sido los encargados de gestionar este patrimonio en primer lugar para poner en marcha el proyecto social y también para sacar el mejor partido posible. Después de un lustro de trabajo, en tan solo unos meses se podrán ver los frutos de la Fundación, una fórmula poco habitual.