Poca o ninguna sorpresa se esperaba en el Pleno extraordinario para el debate del Presupuesto del Ayuntamiento de Zamora para 2018 celebrado en la jornada de ayer. La sesión se asentaba sobre dos precedentes. El primero, la reprimenda de Ciudadanos y la concejala no adscrita el pasado mes de diciembre al votar en contra el documento aduciendo falta de diálogo. Y el segundo, el acuerdo alcanzado días después entre estos tres concejales y el equipo de Gobierno modificando el proyecto en 1,2 millones de euros y con un impacto directo de 240.000 euros. Por eso, la partida se jugaba con las cartas descubiertas y el resultado fue el esperado: 15 votos a favor, 10 en contra y cuentas aprobadas. La novedad, si es que la fuera, es que el debate supuso la culminación de algo que se venía fraguando desde el inicio del mandato. Una polarización absoluta de la Corporación en la que se divisan dos bloques: el formado por el Partido Popular y el que componen el resto de grupos y concejales.

La portavoz de los populares, Clara San Damián, fue dura en su intervención. Habló de "compra de votos" para convencer a Ciudadanos y la concejala no adscrita. Habló de sectarismo. Habló de un equipo de Gobierno formado ahora por 15 en lugar de 12. Habló de palmeros. Y habló sobre los grupos. "La verdad es que tener a Ciudadanos en la oposición tampoco aportaba tanto; preferimos tener a los vecinos de nuestro lado", dijo. Francisco Guarido recogió el guante. Y nombró a Antorrena para responder a la compra de votos. Habló de resentimiento. Habló de la "soledad" del Partido Popular. Y deslizó que San Damián podría "hacer algo más como senadora" para contribuir a la economía municipal desde el Gobierno.

¿El desenlace? El que ya se había pactado.