Su primera experiencia como voluntario ha sido en la clínica San Juan de Dios, en Piura (Perú). El zamorano Francisco Carracedo Cosme, natural de La Bóveda de Toro, no quiso perder la ocasión de formar parte del Programa de Jóvenes Solidarios que tiene puesto en marcha la Junta de Castilla y León y realizó su voluntario a través de la ONGD Juan Ciudad. "Además de implicarme de lleno en el programa de cooperación, también he tenido la oportunidad de conocer a muchísima gente y a este país, uno de los más ricos del mundo. Pero no en dinero, sino en cosas más importantes, como gente, cultura, lugares, paisajes, fauna y flora", enumera el joven de 27 años, quien ha podido disfrutar de la variedad de playa, desierto, montaña y selva que ofrece Perú.

Piura es una ciudad costera del país, que destaca "por la hospitalidad de sus ciudadanos, el sol eterno y los algarrobos, que son bosques secos tropicales de la zona", describe. Cuando llegó a la ciudad, se encontró con una zona destrozada por los efectos devastadores de El Niño. "Había provocado inundaciones que dejó a muchas familias sin hogar, pero además, tras su paso, proliferaron graves enfermedades, como el dengue y el chikungunya, que llegaron a ser epidemias", lamenta.

Respecto a la población, principalmente católica, -"aunque coexisten con bastantes feligreses evangelistas", puntualiza-, esta sufre una gran desigualdad económica. "Además, hay una gran discrepancia entre la atención escolar y sanitaria a la que pueden acceder las familias que carecen de recursos", asegura. Y en esa necesidad de atención a los más necesitados en donde se centró el zamorano.

"Gracias a la acogida y apoyo de los responsables de la dirección de la clínica San Juan de Dios y los equipos profesionales del centro, he podido implicarme de lleno en el programa de cooperación. He colaborado en el área de psicopedagogía, con un apoyo dirigido a niños con discapacidad y bajos recursos económicos", resume. Las terapias, individuales o en pequeños grupos, con un diagnóstico, seguimiento e intervención psicopedagógica del proceso de enseñanza y aprendizaje, era su día a día. "Destacaría también la importancia que tiene el asesoramiento a los familiares de estos niños, pero, sobre todo, el darles apoyo emocional, porque la mayoría de las veces viven realidades muy duras", añade.

La cantidad de pequeños pacientes que tenía la clínica diariamente era "desbordante", según califica el voluntario zamorano. "El horario de atención solía estar completo en todos los ámbitos que se imparten, desde psicopedagogía hasta logopedia, terapia ocupacional, terapia física o psicología. Además, son muchas familias las que recorren grandes distancias por carreteras en no muy buen estado, en gran medida por el fenómeno de El Niño, para poder acudir a las terapias", explica.

Esta experiencia le ha hecho que se quiera implicar todavía más en todo tipo de programas de cooperación. "En Perú he tenido la oportunidad de conocer el trabajo que realizan otras ONG, programas con niños trabajadores, de la calle, de defensa de la igualdad de género o personas que ayudan y colaboran con gente encarcelada o ingresada en centros de salud mental", pone como ejemplos.

Han sido solo tres meses en Perú, pero asegura que le han servido "para cambiar y crecer, ayudado por una mente abierta y una predisposición a enfrentarme a nuevas experiencias. He sentido un profundo crecimiento personal", confiesa. También le ha enseñado a que para sumergirse en otra cultura "es imprescindible no juzgar, entender que cada individuo vive su propia realidad, que puede ser muy distinta a la tuya, y entender todo eso como una riqueza y un aprendizaje" afirma.

Otro de los cambios vividos pasa por "tener la capacidad de actuar y no lamentar. Son realidades muy duras las que se ven en ese país, pero de nada sirve sentir lástima, se trata de ponerse las pilas y ayudar en lo que sea posible", aconseja.

Por todo ello, considera que la ayuda que puedan ofrecer los voluntarios extranjeros en países como Perú "es mínima, comparada con la necesidad existente", al tiempo que rechaza el querer "europeizar" a estas culturas. "No hay que tratar de imponer nuestra forma de ver o hacer las cosas, exponiendo lo que está bien o mal", subraya el zamorano.

El programa de voluntariado en el que ha participado va dirigido no solo a apoyar las actividades que se llevan a cabo en la clínica de Piura, "sino que también trata de sensibilizar a los jóvenes, para que seamos capaces de tomar conciencia sobre los problemas que existen en otros lugares del mundo y la repercusión que tienen las decisiones que tomemos desde nuestro país", destaca para finalizar.