El antiguo edificio de Harinas Colino, la Panera Social, es ya pasto de los escombros. La presión ejercida durante los últimos años desde diferentes ámbitos de la sociedad zamorana no ha impedido que la empresa que adquirió el inmueble haya ejecutado sus planes. Lo ha hecho con la tranquilidad y el derecho que le otorga que esta singular representación de la arquitectura industrial del primer tercio del siglo XX no estuviera incluida en el Catálogo de Edificios Protegidos de la capital. Una demanda que el Ayuntamiento de Zamora no pudo atender en última instancia para no entorpecer los intereses de la constructora, algo que, auguran desde el propio Consistorio, hubiera implicado "una batalla judicial" que a buen recaudo se hubiera perdido y con una alta indemnización. Tan solo el mosaico de San Isidro Labrador recordará en el futuro que ahí hubo en tiempos una fabrica harinera.

La problemática con este edificio nace de su no inclusión en el Catálogo de Edificios Protegidos, algo que le hubiera salvado de ser pasto de escombros. En el año 2009, la Junta de Castilla y León recomendó su protección, pero su petición fue desestimada. En marzo de 2011, tras este episodio, el Ministerio de Hacienda procedió a la subasta del complejo harinero de la avenida de la Feria, compuesto por dos cuerpos delanteros de edificación, uno de planta baja y otro de tres plantas, entre los que se haya un patio de entrada, sótano, corral, cobertizos y varias dependencias al fondo, destinadas a diversos usos. Fue entonces cuando comenzó el principio del fin de este emblemático inmueble de la Zamora del primer tercio del siglo XX.

A principios del pasado año 2017, el Foro Ciudadano de Zamora registró en el Ayuntamiento una petición formal para dotar de protección patrimonial y cultural a fábrica de harinas San Isidro ante los rumores de demolición que comenzaban a planear sobre el inmueble. Sin embargo, poco después, Francisco Guarido daba al traste con estas aspiraciones. "Lamentablemente, es fácil anticipar lo que siempre ocurre en Zamora. Si no existe una administración pública que compre esa fábrica para un uso concreto, en el caso de que la protegiéramos, esa fábrica se caería en unos años", indicaba. Y añadía: "En cualquier caso, el Plan de Urbanismo permite construir un espacio residencial en esa parcela y si esa fuera la intención de su propietario, así lo hará".

Y así se hará. En el entorno ya no quedan más que los escombros de lo que un día fue la antigua Panera Social.