El posado de la princesa Charlotte, la hija del príncipe Guillermo y la duquesa de Cambridge, en las escaleras del palacio de Kensington momentos antes de acudir por primera vez a la Willcocks Nursery School, una exclusiva guardería, corrió como la pólvora anteayer tras colgarla en Instagram su madre, Kate Middelton. Entre quienes vio esa fotografía, Manoli Escudero Martín que, de inmediato, reconoció el abrigo que lucía la pequeña. «Nada más verla identifiqué la prenda que llevaba como una de las que hacemos nosotros. Es muy reconocible este abrigo por los botones y por sus ribetes», explica. Y es que la menor vestía un abrigo de lana básico color granate que confecciona la firma zamorana Marae.

«Sabíamos que los príncipes de Cambridge compraban en Amaia Kids que vende nuestra ropa en Londres desde hace varios años», comenta Raúl Escudero que no oculta su alegría consciente de que este producto será ahora muy demandado en Reino Unido, el país que centra la mitad de las exportaciones de la empresa textil familiar. «Han pasado solo unas horas y desde Amaya Kids nos ha hecho un pedido de 60 abrigos como este, pues lo que visten los niños o la madre arrasa».

La prenda que portaba la princesa Charlotte «es uno de los modelo que más vendemos en abrigos de niña porque es muy clásico, lo distribuimos en todas las tiendas en el norte de España y el precio en nuestro país está a partir de 120 euros», explican los hermanos Escudero Martín que indican que en Zamora no se venden en ningún establecimiento.

El príncipe Jorge lució otra prenda de la firma Marae en el año 2016

La familia real británica con anterioridad había elegido ya prendas de Marae. Así en la cena de Navidad de 2016 con la reina Isabel el primogénito de los duques de Cambridge llevó un abrigo de la firma zamorana. «Nos había dicho que le habían vendido a la casa real, pero hasta el mes de junio no supimos qué prenda, pues las imágenes que circulaban eran un robado, no un posado como en esta ocasión», afirma Raúl Escudero. La aparición fugaz del menor con este abrigo implicó que el establecimiento londinense «de un año a otro triplicara el pedido porque en Inglaterra la realeza está muy bien vista y la población está interesada por la ropa que viste».