El anuncio del traslado de la embajada estadounidense de Tel Aviv a Jerusalén hace tambalear de nuevo el "statu quo" de la capital de la nación hebrea y las relaciones internacionales con Israel. Mañana, Héctor Grad Fuchsel ahondará en el enrevesado conflicto en una charla organizada por el Colectivo de Solidaridad con Palestina Al Madafa en colaboración con Anticapitalistas Zamora y la Plataforma por los Derechos de los Refugiados.

- ¿Cuál es la trascendencia del anuncio realizado por Trump?

-El texto de Trump lo que viene es a apoyar una legitimidad a una decisión antigua del Gobierno de Israel que ya en 1980 anexó Jerusalén Oriental y la declaró unilateralmente su capital a pesar de que según el Derecho Internacional es territorio ocupado y de que las Naciones Unidas ya haya dicho que es una decisión ilegal. La decisión, que probablemente tiene que ver con Stephen Bannon, su asesor de ultraderecha fundamentalista, es un apoyo a la violación de varias resoluciones de la ONU, como la de 1947 que dio origen a la partición de Palestina y al Estado de Israel.

- A partir de ahora, ¿podría haber una escalada de tensión?

-Aunque el conflicto de Jerusalén no es un conflicto religioso, evidentemente es un punto sensible porque está en los lugares santos de las tres religiones monoteístas. Sin ir más lejos, la Segunda Intifada comenzó con una incursión de Ariel Sharón en Jerusalén. Es echar gasolina a unas cenizas que están siempre calientes. Ellos apuestan por que se convierta en un conflicto étnico-religioso que es la forma de poder justificar lo que hacen y presentarse como parte de la razón occidental frente al Islam.

- Él argumenta que es un "reconocimiento a una realidad histórica".

-La realidad histórica es la realidad de la colonización israelí. Israel ocupó Jerusalén oriental en 1967 y desde el primer momento llevó una política ilegal por ejemplo con los asentamientos que rodean toda la ciudad oriental en una serie de barrios satélite.

- Rusia también apoyó a principios de año a Jerusalén Oeste como capital de Israel. ¿Existe un temor real de que más países sigan la estela seguida por EE UU?

-Efectivamente, es la intención del Gobierno de Netanyahu y el Gobierno de Trump, ellos saben que detrás de los países que gobiernan pueden agregarse más países. Por ahora, la Unión Europea mantiene una actitud firme de rechazo y siguen apostando por la solución de resolver la ocupación israelí creando un estado palestino al lado del estado de Israel. Este movimiento de Trump es un movimiento casi mortal a cualquier negociación política en esa dirección porque es apoyar que todo ese territorio es israelí, como de hecho lo es. Ya lleva 50 años ocupándolo y lo gestiona a todos los efectos como si fuera un territorio suyo. Son los hechos de una ocupación basada en la represión violenta. También hay una política activa de discriminación, no tiene uno más que visitar Jerusalén para ver que uno cruza la calle que divide Jerusalén Oriental de la Occidental y pasa del primer mundo al tercer mundo en un mismo municipio. También existe esa política no solo en los presupuestos, sino también en la planificación urbanística: no se permite ningún desarrollo urbano en la zona oriental más que los asentamientos. Hay toda una política que apunta a expulsar a la población autóctona del lugar, a una posible expulsión planificada... a una limpieza étnica.

- Los palestinos no solo conforman la mayor comunidad de refugiados del mundo sino también los que más tiempo llevan bajo esa condición. ¿Qué hace falta para que la comunidad internacional deje de mirar a otro lado?

-Esto lo que deja en evidencia es que el proceso de negociación política. Si no está muerto, lleva paralizado bastante tiempo. De hecho, desde que se inició en Madrid han pasado 25 años y seguimos en el mismo punto en el que comenzó la creación de la Autoridad Nacional Palestina. La única estrategia de solidaridad y también de acción institucional que se está demostrando efectiva es la estrategia de boicot en las inversiones contra el régimen de apartheid que va estableciendo Israel en toda Palestina.

- En este contexto, ¿se necesitan más ejemplos como el de la joven Ahed Tamimi, icono de resistencia palestina?

Esto nos hace poner el foco en una protagonista, una adolescente de 16 años que participa desde su pueblo en la oposición no violenta a la construcción del muro de separación entre Israel y Palestina. Fue detenida por amenazar la seguridad del Estado cuando el delito parece haber sido abofetear a un soldado en una manifestación en una protesta donde les habían secuestrado los móviles y las cámaras para que no pudieran grabar. Pero ella no es la única, hay más de 300 menores encarcelados porque Israel también tiene sus propias normas respecto a la mayoría de edad. Detiene a gente con 14 o 15 años y, en contra del Derecho Internacional, les aplican criterios de adultos.