Entre logros económicos como dejar al Ayuntamiento sin deuda con los bancos y disputas internas entre los socios de Gobierno ha pasado el útimo año en el Ayuntamiento de Zamora. El ejercicio de 2017 ha sido hasta el momento el de mayor inestabilidad de la legislatura en el Consistorio local, ya que PSOE e IU han mostrado sus diferencias durante varios meses a raíz de la remodelación del equipo de Gobierno por la entrada de una nueva edil socialista.

A ello se suma el hecho de que tampoco se ha logrado conformar una mayoría en el pleno a la hora de aprobar los presupuestos del próximo año a diferencia de lo que había ocurrido hasta el ecuador del mandato en los asuntos de mayor trascendencia, un hecho que también deja algo de inestabilidad en un Consistorio zamorano que en los últimos meses ha estado marcado también por las diferencias ya no ocultas entre el equipo de Gobierno y el interventor municipal.

En el capítulo económico, el último año ha sido el que el Ayuntamiento de Zamora ha logrado dejar la deuda bancaria a cero frente a los casi 16 millones de euros que había de deuda a mediados de 2015, a la llegada del nuevo equipo de Gobierno. El “rigor presupuestario” a la hora de planificar las cuentas de cada ejercicio y el “recorte en la gestión del gasto” al dar más publicidad a las contrataciones, han sido algunas de las claves, junto a las obligaciones de la denominada Ley Montoro.

Al respecto, el Consistorio zamorano no ha ocultado su postura contraria, con el fin de poder endeudarse aunque sea mínimamente o al menos que no tenga que tener superávit presupuestario cuando la deuda ya está a cero.

Antidio Fagúndez y Francisco Guarido en un pleno. | Foto José Luis Fernández

Frente al éxito económico, la anualidad se ha caracterizado por las discrepancias entre PSOE e IU. Tras la dimisión del concejal no adscrito José Luis Gómez y la llegada como sustituta de una nueva edil socialista, Adoración Martín, se destaparon las tensiones entre los socios de Gobierno a cuenta de la remodelación de la estructura de Gobierno que implicaba el cambio.

A finales de verano se dejaron ver las primeras discrepancias, que incluso se tradujeron en el voto en contra de los socialistas a una propuesta del equipo de Gobierno sobre el mercadillo semanal. Finalmente, a principios de noviembre se zanjó la crisis aunque el PSOE no vio colmada sus aspiraciones.

Esa hacha de guerra quedó enterrada pero no así la de las discrepancias con el interventor municipal, que en octubre llevó a la Fiscalía una denuncia contra un concejal por presunta prevaricación que fue archivada. Las tensiones se cerraron en falso con un acuerdo para que el alto funcionario asumiera nuevos cometidos pero a mediados de este mes se vivió un nuevo episodio de desencuentros en el que el interventor acabó denunciando en el juzgado al alcalde, a un teniente de alcalde y al secretario general del Ayuntamiento. También ha resultado convulso el último pleno municipal por el rechazo al borrador de los presupuestos municipales para 2018. El voto en contra de PP, Ciudadanos y la concejala no adscrita Cruz Lucas tumbó las cuentas del próximo año.

Ante esa situación, el alcalde anunció que no modificará el presupuesto y que este se aprobará pero con dos meses de retraso ya que en caso contrario sólo cabe la posibilidad de una moción de confianza o una moción de censura. Sin embargo, ni Ciudadanos ni Cruz Lucas se plantean la moción y acusan al equipo de Gobierno municipal de no haber querido negociar con ellos los presupuestos y ser ese el motivo que ha desembocado en el atasco de las cuentas de 2018.

Otro hito destacado de 2017 ha sido que en este ejercicio se ha llevado a cabo la primera experiencia de presupuestos participativos, en el que determinadas partidas de inversión se han contemplado en función de lo que han votado los ciudadanos a través de Internet.