Corría el 19 de diciembre de 2002 cuando el presidente de la Junta de Castilla y León, Juan Vicente Herrera, inauguraba el inmueble que alberga el Museo Etnográfico de Castilla y León. Abría así sus puertas el primer museo regional que ayer cumplía tres lustros de vida, un período en el que el centro regional ha contado con la visita de más de 540.000 personas, en concreto hasta el pasado 30 de noviembre por él han pasado 540.541 personas.

Además, el Etnográfico ha promovido miles de actividades, desde presentaciones de publicaciones relacionadas con múltiples ámbitos, conciertos de música, cuentacuentos hasta talleres de diversas disciplinas, y ha articulado 101 exposiciones temporales de múltiples temáticas, unas cifras aportadas ayer por el director del espacio cultural regional, Pepe Calvo, quien se mostraba satisfecho con los datos cosechados. "Estamos muy contentos con la estabilidad del museo que es una apuesta cultural importante y uno de los centros de referencia regional, nacional y estatal en el mundo museográfico de la etnografía".

Pero antes de ese 19 de diciembre hubo un denso trabajo de años y años y "muchas dificultades", testimonia el primer director del Etnográfico, Carlos Piñel Sánchez. Este hombre que, se encargó de la colección de etnografía que en los años 80 puso en marcha Caja Zamora a instancias de Antonio Redoli, alude a que el entonces director general de la entidad, Miguel de Unamuno, en el año 1984, "me pidió que buscara en Zamora una casona o un palacio para colocar los materiales que estabamos adquiriendo". En su respuesta, "escrita con máquina de escribir" porque "todavía no estaba generalizado el uso de los ordenadores", dice entre risas, Piñel le sujería la construcción de un edificio de nueva planta. Solo unos meses después, la firma bancaria adquirió el solar que ocupa ahora el centro regional. "Se elegió porque estaba en pleno centro de la ciudad, al lado de la Diputación Provincial, del Ayuntamiento de Zamora o la Casa de Cultura (la actual Biblioteca Pública del Estado) y tenía facilidades para aparcar (risas) porque entonces era posible estacionar en la plaza de Viriato".

La ejecución del museo, gracias al acuerdo entre Caja España, Ayuntamiento, Diputación y Junta, fue un edificio de nueva planta de casi 10.000 metros diseñado por el arquitecto Roberto Valle, a través de concurso público. El profesional optó por un volumen que se relaciona visualmente con los elementos más singulares del entorno y de la ciudad mediante siete plantas, tres de las cuales están situadas por debajo del nivel de la calle.

Pese a que la edificación estaba planteada para albergar un centro de etnografía "hubo situaciones de gran dificultad", rememora Piñel que hace una pausa al hablar. "Hubo cuestiones e intereses políticos porque hasta se llegó a hablar de realizar un museo de arte contemporáneo cuando estaba plantado para alberga la colección de Caja España", pero "el propio presidente de la Junta de Castilla y León, Juan Vicente Herrera, apoyó que fuera un museo de etnografía", enfatiza el primer director del Etnográfico al tiempo que menciona que la decisión de que se convirtiera en un centro regional "se tomó poco antes de abrir y fue fundamental".