El escritor José C. Vales ha cerrado recientemente los XVI Encuentros Literarios con alumnos de Bachillerato en la Biblioteca Pública del Estado.

-Se define como un filólogo que de vez en cuando escribe novelas.

-Soy un filólogo y escribo novelas. Traductor y hago las labores editoriales habituales. Me gusta más estudiar que componer novelas.

-Por lo tanto ¿le gusta más su vertiente de traductor que de escritor?

-No obstante. A mí lo que me apasiona son los libros y hago todo tipo de trabajos relacionados con ellos. Sin duda cuando tenía 17 años no tenía ni idea de que acabaría diciendo eso. Además, cada vez me gustan más los libros y menos el mundo literario porque es muy farandulero, muy de focos y lentejuelas. La literatura mejoraría si los escritores en vez de ir tanto de fiesta estudiaran más.

-Una conclusión extraída tras lograr el Nadal?

-Ya lo esperaba de antes. Soy un ser poco social, aunque luego me gusta mucho la gente. En mis libros déspotrico contra los escritores, los críticos o los periodistas y la realidad es que tengo amigos en todos los sectores y me llevo bien con todos en el trato personal. No obstante, cuando los considero en grupo no me interesan.

-En su última novela "Celeste 65" el humor y la ironía son ingredientes fundamentales.

-No puedo evitarlo. (Risas). Hay un componente personal porque mi talante personal es irónico y divertido y también hay una raíz literaria, pues los grandes escritores irónicos de la literatura española son un poco así. Si hay que fijarse en alguien, yo lo hago en Quevedo o Cervantes que no se cortaban a la hora de escribir.

-En el texto el protagonista es un entomólogo muy tímido que tiene algo de usted.

-Hay mucho porque soy muy tímido y me cuesta comprender el mundo al igual que él. También hay mucho del personaje de Celeste en mí. Todo lo que es la novela está en mí. Está en mi celebro y acaba de tomar forma en mis dedos. Incluso el paisaje de Niza es una selección de mi cabeza.

-¿Es la novela más personal de las tres que ha escrito?

-Sí, quizás haya puesto mucho y espero que no sea tan estúpido como el personaje de Naigel (risas), pero es una torpeza relativa porque ha sido capaz de componer 700 páginas.

- En esta novela modifica su ritmo de escritura con respecto a las dos anteriores.

-Me parece que uno de los fundamentos de las novelas son las estructuras. En "Cabaret Biarritz" utilicé una estructura complejísima con más de 30 puntos de vista y numerosos personajes. Sin embargo, esta es una pequeña sucesión de cosas muy concretas porque el mundo ha cambiado. Ya no se le puede dar al lector grandes capítulos porque ahora necesita ver un capítulo en el vagón del metro. Además, me gusta ofrecer nuevos aspectos al lector. Esta novela es distinta en parte, aunque la voz narrativa se parece a "Cabaret", al igual que la ironía y la concepción del mundo.

-Sus personajes son muy distintos a los que un lector de novela actual está acostumbro.

-Efectivamente. No sé si para bien o para mal (risas), pero desde luego yo no encuentro personajes así. Ahora se lleva mucho una literatura muy sentimental, muy dolorida, muy de cartón piedra, a mi juicio. A mí me interesa la literatura clásica en el sentido de que me interesa contar una historia buena y divertida. En ella es muy fácil identificar a los hermanos Cohen, pues hay tres escenas clarísimamente que llevan su sello, y un inicio que se identifica con Quevedo. Yo me desmarco de los tópicos de "he escrito la novela que querría leer, que me ha salido de dentro..." todo esto nada tiene que ver con la filología que es el estudio de la literatura, de los libros y de las letras . Las novelas son otra cosa.

-¿Qué son para ti?

-Son un entretenimiento fabuloso que te permite un conocimiento intuitivo del mundo. Las novelas son estupendas, pero también hay que vivir porque una explica la otra, como la filosofía o la historia. El conocimiento explica la vida y nuestra vida explica el conocimiento, algo que a veces se le olvida al autor actual que está más ocupado de sí mismo. Hay autores que tratan sus novelas como si resultara la piedra filosofal, pero no son Lope de Vega ni Cervantes. Han escrito una "novelilla" que puede que, dentro de 50 años, un siglo o de dos centurias, no sobreviva. Menos pretensiones y más sintaxis. Hay que se concentró en la literatura, las estructuras y la crítica literaria frente al egoísmo absurdo y vanidoso.

-¿El alumbramiento de "Celeste" ha sido más complicado tras haber recibido el Premio Nadal?

-Sí, había que llegar por lo menos al nivel de la novela anterior. He intentado ofrecer algo nuevo, pero con una voz literaria parecida para que el lector pueda identificar nuevamente la alegría de vivir, el verano? Las dos novelas se ubican en dos épocas muy concretas de la historia del siglo XX que coinciden con la irrupción de movimientos culturales y sociales muy fuertes en los años 20, en el caso de "Cabaret", y los 60, en la novela de " Celeste" cuando la cultura popular explota frente a la cultura elitista y clasicista.

-¿Habrá una tercera novela ambientada en el siglo XX?

-Probablemente ambientada en los 90 o más cercana en el tiempo, en un momento de estallido social, de hecho, podría ser en Internet y la sociedad de la información. No quiero que sea muy prosaica y tengo que buscar una estructura que sea distinta a las que he escrito hasta ahora y que aporte algo. No obstante, antes quiero hacer un ensayo relacionado con que se llamaban antiguamente gabinetes de curiosidades, una relación de cosas que ocurren que son extraordinarias ya las que no prestamos atención desde un punto de vista del estudio histórico. Lo tengo únicamente en el cerebro porque he estado enfrascado en trabajos de traducción, pues hice "Lingo. Guía de Europa para el turista lingüístico", de la editorial Turner, un libro muy interesante de lingüística, o "Estrategia", un volumen de teoría político, y ahora estoy con un psicolingüista norteamericano. El próximo año saldrá un libro que espero que funcione sobre la historia de los campos de concentración desde finales del siglo XIX hasta la actualidad, es una traducción de un texto de un periodista norteamericano.

-Usted defiende los clásicos.

-No hace falta ir a las vanguardistas. Nuestro Quijote tiene una estructura muy compleja y no hace falta ir a fuentes más cercanas. Para mí los clásicos, tanto españoles como europeos, son muy importantes y en los que están mis raíces. Mis libros serían "Silva de varia selección" de Pedro Mexia un autor del renacimiento y luego el Quijote. El primero es un libro divertidísimo, una enciclopedia muy graciosa (risas) que mezcla culturas. Otro que me apasiona es "La historia natural" de Plinio. Son libros que nadie lee. Me parece increíble que se lea a Dan Brown y la gente no lea a Plinio, pues se están perdiendo cosas extraordinarias porque se fían más de la publicidad frente a los docentes. Además, a veces los autores hablan de autores que no merecen la pena. (Risas). Percibo que hay una gente que financia la industria editorial, como Dan Brown y Ken Follett. Es importante que se vendan sus libros porque contienen otros títulos que venden menos. Para que una editorial pueda publicar a Pedro Mexia, que precisamente de un estudio minucioso de la lengua y las notas a pie de página, es necesario que se vendan muchos Dan Brown.

-¿Se publican demasiados libros en España?

-Creo que sí, pero es una cuestión que tienen que analizar los economistas editoriales. Se publican muchos libros porque es necesario sacar muchos títulos para vender tan solo unos pocos. También se ha repartido mucho el sector. Ahora hay dos grandes grupos y muchas firmas pequeñas que están haciendo trabajos muy interesantes de recuperación de textos perdidos al tiempo que las grandes editoriales siguen apostando sus fuertes, pero también tienen pequeños sellos que sacan libros a tener en cuenta.