La Guardia Civil interceptó al hombre que cazaba ilegalmente de noche un potente foco, con el que se servía para alumbrar el terreno y avistar así las piezas que pretendía capturar. El investigado (lo que antes se conocía como imputado), llevaba también en el vehículo un rifle del calibre 300, listo para disparar. Estos elementos, unidos a otros indicios, como manchas de sangre reciente en el coche, hacen sospechar a los agentes que esta persona se dedicaba a la caza nocturna.