La apasionante historia del Claustro de Palamós y por extensión el expolio del patrimonio español en la primera mitad del siglo pasado es el protagonista de hoy (20.00 horas Colegio Universitario) en el CLUB LA OPINIÓN -EL CORREO DE ZAMORA. De la mano de un periodista de la casa, José María Sadia, que presenta su libro "El último claustro", los expertos debatirán en una mesa redonda "De Zamora a Palamós: el comercio del patrimonio y el caso de la familia Martínez".

-Presenta "El último claustro". ¿En qué consiste la historia del Claustro de Palamós?

-En junio de 2012 se da a conocer la existencia de un claustro presuntamente románico en una finca de lujo de Palamós y a partir de ahí se genera una polémica enorme por saber si es falso o verdadero. Media España se pone a buscar en Burgos, en Segovia, en Palencia o en Salamanca el origen de ese claustro.

-¿Qué vínculo tiene con Zamora?

-La persona más importante en toda esta historia, el anticuario que levantó en Madrid ese claustro antes de que se vendiera a Palamós, Ignacio Martínez, anticuario zamorano, hijo de otro anticuario, que era Fernando Martínez, procedente de Valladolid y casado con una zamorana y hermano de otros tres anticuarios que se trasladaron a Madrid en los años 20 para continuar con el negocio de la familia.

-Son los años 30 del siglo pasado.

-Sí, cuando justamente está finalizando la fiebre por el patrimonio español, el comercio de antigüedades que había comenzado a principios del siglo XX. La situación económica mundial y el agotamiento del patrimonio hace que remita esa fiebre.

- ¿Que otros personajes aparecen en escena?

-La historia implica a Arthur Byne, un hispanista que supuestamente colaboró con Ignacio en este negocio. Era un personaje muy conocido en la época, en teoría por proteger el patrimonio español cuando realmente lo que estaba haciendo era comprarlo y trasladarlo a Estados Unidos, donde estaba su jefe, el personaje más importante, William Randolph Hearst que es la persona real en el que se basa el personaje de la película de Ciudadano Kane, Charles Foster Kane.

-¿La historia de Palamós entronca entonces con el expolio de antigüedades?

-Se genera una trama digamos en torno al comercio de antigüedades, a ese término que está tan de moda como es el expolio, la salida del patrimonio español a otros países, en concreto a Estados Unidos. Y luego está la historia humana de la familia Martínez, una historia de supervivencia en torno a un claustro. Y de otra familia, Ortiz que custodia ese claustro por orden de Ignacio en Madrid durante tres décadas. Finalmente está la familia de los alemanes vinculada a la industria de la farmacia en Alemania, una de las fábricas más importantes del mundo que son los que adquieren el claustro, ya cuando muere Ignacio, exiliado en Cataluña con el estallido de la Guerra Civil, para llevarlo a Palamós.

-¿Qué es realmente el Claustro de Palamós?

-El Claustro de Palamós es realmente el claustro que se levanta en Madrid, en Ciudad Lineal en los años 30, desde 1931 hasta que queda terminado. Es un conjunto de piezas que proceden de las canteras de Villamayor de Salamanca, único punto en el que coinciden todos los expertos, pero todavía hoy no sabemos exactamente de donde sacó Ignacio ese material para reconstruir el claustro. En principio, Gerardo Boto, el descubridor del claustro apostó porque una parte importante de las piezas eran auténticas y después la Generalitat enfrió esa teoría con dos informes, uno primero y precipitado y luego otro más extenso, con la participación de medio centenar de especialistas que convinieron en que el claustro era una falsificación, una recreación historicista impulsada por el anticuario Ignacio Martínez.

-¿Es falso entonces?

-Realmente no sabemos lo que es. Es un conjunto de piedras que podrían ser auténticas o no, pero no hay ninguna prueba definitiva en ninguno de los dos sentidos. Es verdad que el estudio realizado con más medios, el de al Generalitat, con la colaboración del Instituto del Patrimonio Cultural de España ha concluido que las piedras son "modernas", digamos y que fueron recreadas en ese momento.

- La historia del Claustro de Palamós nos lleva a una época negra de expolio del patrimonio español.

-Confluyeron varios factores fundamentales. Uno de ellos la falta de conciencia social, porque la sociedad era vagamente consciente del patrimonio que tenía, la Iglesia tenía en su poder la mayor parte de los bienes medievales de mayor valor y no tenía ningún pudor en venderlos a bajo precio para, según decían, atender las muchas necesidades de las parroquias. El Estado había promulgado una serie de leyes que no funcionaban, porque cuando se vendía un bien patrimonial se le avisaba, pero tarde y sin medios para remediarlo. Y luego estaban los anticuarios que entre finales del siglo XIX y principios del XX, aprovechando la ineficacia de la legislación existente y la colaboración de todos estos actores mandaron al exilio gran parte de nuestro patrimonio español.

- ¿Se produjo mucho daño?

-El patrimonio era inmenso, vastísimo y el daño fue limitado por la cantidad de bienes que había. Pero realmente lo que se mandó a Estados Unidos y otros lugares fue muy importante, desde una parte del monasterio de Sacramenia (Segovia, ahora e Miami) que abrió el camino a que otros edificios completos fueran al exilio hasta el monasterio de Santa María de Óvila de Guadalajara que hoy se levanta al norte de California, recientemente recreado. Junto al último gran caso de bienes que viajaron completos al otro lado del atlántico, el ábside del monasterio de Fuentidueña, también de Segovia que se puede ver hoy en la colección de Los Claustros del Metropolitan de Nueva York. Y no solo fueron edificios completos, sino otros muchos objetos de valor, como las pinturas.

- ¿Qué interés tenían los americanos en llevarse nuestro patrimonio?

-Salvo el caso de William Randolph Hearst que es muy particular, en general Estados Unidos buscaba el pasado que no tenía. Cuando miraban a la vieja Europa veían que estaba orgullosa de su pasado, de todos sus bienes patrimoniales, de auténticas joyas medievales de las que ellos carecían. En Estados Unidos cuando hablan de un edificio de más de 300 años están más que orgullosos. Imagínese cuando piensan en edificios que tienen más de mil años, como los que tenemos en España y en particular en lo que hoy es Castilla y León, la comunidad con mayor patrimonio. Se crearon asociaciones de hispanistas que viajaron a España para confesarse enamorados del patrimonio español y difundirlo en el exterior. Es el caso de Archer Milton Huntington, fundador a Hispanic Society para conseguir una serie de bienes, llevarlos a Estados Unidos y difundir allí sus valores. Hoy la Hispanic Society es la colección privada de arte español más importante fuera de España.

-¿Por qué era especial el caso de William Randolph Hearst, el "Ciudadano Kane"?

- Era un magnate de la prensa americana, que se hizo famoso a raíz del desastre español, con la pérdida de las colonias. Ganó muchísimo dinero e invirtió en comprar indiscriminadamente bienes de España por mediación de Arthur Byne. Quería hacer un museo de arte medieval que le hiciera sombra al Metropolitan, impulsado por Rockefeller y otras muchas cosas, como decorar su finca de San Simeón en California de manera que llamara la atención de todo el mundo. Lo consiguió aunque con un gusto pésimo porque aquello era delirante. Se arruinó con el crack de la bolsa del 29 y a partir de ahí su volumen de compras bajó muchísimo y tuvo que vender lo que había comprado. El museo de Berkeley en California que él había proyectado finalmente ni siquiera se construyó.