"La cara del Niño ha cambiado radicalmente tras la intervención, puesto que estaba llena de micas de barras de labios y de sobeteos producto de los besamanos". Son palabras de Bernardo Medina, restaurador encargado de devolver al Niño de la Virgen de la Concha el aspecto más cercano posible al original. No ha sido tarea fácil. "Hemos eliminado estucos que sobresalían y retirado dos policromías muy fuertes que había sobre la cara", avanza. "El rostro ahora tiene el color original de la reposición barroca de la cabeza, que data de mediados del siglo XVIII", explica el experto.

La intervención en el Niño ha servido, igual que en el caso de la Virgen, para conocer más detalles sobre su pasado. "Partimos de un niño de Malinas de en torno al año 1500. Tenemos que imaginar que es de esa época por lo poco que le queda en el cuerpo, el vientre y las caderas. Se conserva algo de policromía de ese 1500, pero el resto es todo posterior", explica. "También hemos intervenido en las manos y se le han cambiado dedos haciéndolos un poco más barrocos y no tan rígidos. Hemos eliminado puntas que tenía incrustadas, recientes, industriales y se han rehecho con materiales reversibles pero dejándolos bastante anclados", expresa.

El lavado de cara, por último, ha sido posible tras sufragar los gastos la Fundación Caja Rural y una familia cofrade que ha actuado a modo de mecenazgo.