La experiencia en los concursos de televisión le ha servido para la vida, según subraya Jerónimo Hernández de Castro, uno de los concursantes más queridos y reconocidos en la comunidad tras su paso por "Saber y Ganar" y "Pasapalabra", donde estuvo en más de un centenar de programas. Ayer se acercaba al Campus Viriato para hablar de esas vivencias, dentro del ciclo CulturAlcampus, con una conferencia titulada "Aprender a lo largo de la vida. Reflexiones de un concursante".

-¿Qué ha aprendido de su paso por la televisión por medio de concursos tan conocidos como "Pasapalabra" o "Saber y Ganar"?

-Según mi experiencia personal, desde el punto de vista de las cosas que he aprendido, lo intento llevar a un plano un poco más amplio, para que no se quede solo en una sucesión de anécdotas. El aprendizaje en los concursos puede ser útil de cara a seguir aprendiendo a lo largo de la vida. Considero que da lo mismo saber que Peñón de Gibraltar mide 400 metros, porque ese dato por sí solo no va a ningún sitio, pero puede llevarte a conocer y explorar otros campos y disciplinas diversas, hacia la llamada cultura general. El objetivo final sería más ambicioso, el de que cada uno que nosotros aprendiera para comunicarnos mejor con otras personas que tienen conocimientos y experiencias distintas. Del puro entretenimiento, nada despreciable, aspiro a ampliar la visión personal para comunicarme mejor con el resto. De hecho, en un concurso te das cuenta en seguida de que lo que ignoras es infinitamente mayor a lo que sabes.

-¿Qué sería lo más positivo de esta experiencia?

-Son muchas cosas, pero, sintetizando, aprendes de las personas con las que compartes momentos especiales de tensión y emoción. Tanto del resto de concursantes como de los presentadores, los invitados famosos y los miembros del equipo. Conoces a personas con una gran curiosidad y eso te genera más inquietud por aprender y crecer. Así que me quedaría, sobre todo, con las personas que he conocido, aunque estén también los premios económicos o el compartir un rato con famosos como Fernando Romay o Ruth Beitia, personas que no ves todo los días y que tienen unas vidas singulares.

-¿Queda espacio para algún aspecto negativo?

-En cualquier aspecto de la vida siempre existen las dos caras. Quizá lo menos positivo es que en el momento en el que tienes una presencia tan prolongada en la televisión una parte de tu privacidad y personalidad individual desaparecen y te la invaden, surge el "personaje", lo que a veces es un poco difícil de llevar, te sientes incómodo. Pero solo es una pequeña parte.

-¿Son los concursos que ensalzan el conocimiento los que más le interesan?

-Siempre he participado en concursos culturales y si he venido al Campus Viriato ha sido por haber estado en 100 programas de "Saber y Ganar" y 120 de "Pasapalabra". He podido contar mi experiencia en muchos lugares, incluso en Moralina de Sayago, donde tuve una experiencia fantástica. Me encanta estar en contacto con gente de pequeños lugares que, de otra manera, no hubiera conocido.

-¿Son este tipo de concursos un oasis entre la programación de la televisión actual?

-No me atrevo a hablar de una parte de la televisión que no conozco, pero todos los concursos conjugan el entretenimiento, que es el objetivo fundamental de la televisión, no es una escuela o una academia. Yo mismo he constatado que es un estímulo cultural muy importante. Por ejemplo, un día hablé de Campaspero, el pueblo de mi pareja en Valladolid, y en ese mismo momento en Google cientos de personas lo buscaron. Solo ese hecho es un estímulo que la televisión no debe perder. Más allá no conozco la televisión, así que prefiero quedarme con la parte positiva, que la tiene.

-¿Dónde nació su afición por los concursos de televisión?

-Más que por los concursos, es verdad que siempre he sido muy curioso, desde pequeño. De niño quería ir al "Un, dos, tres" y llegué a mandar algunas cartas sin conseguirlo. Luego me olvidé del asunto y, por una casualidad, en 2008 fueron a la Universidad de Salamanca, donde trabajo, a pedir un aula para un casting. Un compañero me animó y fui pasando varias pruebas, primero presenciales y luego telefónicas, hasta llegar al concurso "El Gran Quiz", de Cuatro.

-¿Qué recuerda de esa primera experiencia?

-Éramos 24 finalistas y yo no conocía a nadie, pero todos se saludaban y se abrazaban, eran habituales de programas de televisión. Quedé entre los diez primeros y no gané, pero vi que tenía posibilidad de hacerlo bien y así lo demostré años después. Pero todo fue una casualidad y a los 43 años, cuando la gente suele apuntarse antes a estos concursos.

-¿Le veremos pronto de nuevo en la pantalla?

-Tengo muchas ganas y alguna que otra oferta, pero por trabajo y vida familiar, y conociendo lo que es estar implicado en un concurso, me resulta imposible. Pero sigo leyendo y preparándome un poco, porque quizá en "Saber y Ganar" hagan algún especial o en "Pasapalabra" organicen reuniones de antiguos concursantes. La puerta está abierta, aunque quizá desaparezca para siempre de la televisión.