"No podía dormir, tenía pesadillas y no quería estar sola, quería irme a casa", pero permaneció en el establecimiento hasta regresar a su casa a Tenerife, donde decidió llamar al 112, que le remitió al 016 y este al Servicio de Atención Integral de la Mujer, desde donde inicia los trámites para denunciar lo ocurrido. Comenzó el tratamiento psicológico en un servicio público el 21 de agosto de 2015 y realizó 20 sesiones, que concluyó un año después, en las que describió el presunto abuso sexual a la psicóloga detallado por la profesional en los mismos términos que lo había hecho ya la denunciante. La experta en este tipo de casos aclaró que el bloqueo corporal que describió la víctima, que sufría ya depresión antes del presunto abuso y que le contó que pasó "mucho miedo" durante el masaje, es compatible con el abuso sexual, "puede haber quien se defienda, pero no es lo normal". Describió un cuadro clínico, síntomas también compatibles con la agresión sexual, "falta de sueño, sobresalto", "ansiedad, depresión y estrés postraumático". En términos muy similares se expresó la psicóloga que atiende a la otra presunta víctima, también profesional de un servicio público que aún la atiende, quien explicó que su paciente muestra "sintomatología y secuelas" compatibles con la agresión sexual, como la "autoestima baja, ansiedad leve, depresión moderada y estrés postraumático". Detalló el relato de la mujer, igual al escuchado de su boca durante el juicio.

La recepcionista del establecimiento de tratamientos de salud afirmó que "nunca ha habido quejas de clientes" por el "Masaje de la Diosa" o "masaje de autor" que practica el dueño del centro, el acusado de abusos sexuales, de iniciales A.A., que dura "a partir de 70 minutos", dijo, y que se realiza sin echar la llave a la puerta de la cabina. Declaró que por el tipo de manipulación corporal que es "no se le ofrece a todo el mundo, depende de si conecta". Sobre si se ofrece información o no, indicó que "unas veces sí y otras no".

La médico del local contó que se sometió al masaje de A.A. "hace un año", en agosto de 2016, cuando ya estaba en marcha el procedimiento judicial contra el dueño del spa, y que no tuvo problemas. La mujer contó que el ritual del cuchillo es simbólico, "corta la cabeza para dividir en dos el cuerpo, la parte masculina y la femenina" y mientras "se sana una parte del cuerpo, se tapa la otra", un masaje alternativo y "suave" con aceite que el acusado esparce por todo el cuerpo "con sus manos, brazos y torso".

Otra empleada, que hacía el curso con las dos mujeres que denunciaron, no escuchó nada sobre los abusos. Respecto del masaje de autor, explicó que A.A. "pasa el cuchillo por las zonas bloqueadas", que sirve "para tratar los pequeños traumas" que quiso relacionar con la experiencia negativa de las presuntas víctimas, recuerdos del pasado que el masaje "puede remover". Por el juicio pasaron varias usuarias, entre ellas una enfermera que describió una experiencia positiva, sin contenido sexual, y agregó que su pareja también se disfrutado de una sesión.