En 1981 Joaquín Díaz editó el vinilo "Canciones de Sanabria". No era un disco más, sobre todo para las gentes de la Sanabria pobre que el cineasta Carlos Saura había retratado en los años cincuenta con su cámara de fotografía. Del trabajo de campo previo a la grabación, el etnógrafo zamorano extrajo impagables testimonios de personas que le entregaron, como señala Pablo Madrid, la "memoria colectiva" de la comarca.

Joaquín llevó aquellas canciones -un legado que corría el riesgo de desaparecer- a su instrumento fetiche, la guitarra, y a otros acompañamientos musicales para inmortalizar desdichadas historias como las de la "Ricardina", "Mambrú" o "Doña Argela", entrañables canciones navideñas como "Reyes" o una estremecedora versión del tema sanabrés "No llores niña". Lo hizo además con una peculiaridad, añadiendo unos segundos de la grabación original al principio, desvelando la identidad y el saber hacer de sus informantes. No eran cantantes ni artistas, pero sus interpretaciones rebosaban emotividad, autenticidad.

"En aquellos tiempos no era habitual utilizar fragmentos de las grabaciones y él marcó un estilo, con una forma de hacer muy interesante que luego reprodujo en otros discos como Canciones de los Ancares", explica Alberto Jambrina. Su compañero de aventura en Jambrina y Madrid Folk precisa que la Sanabria que retrató Díaz con la voz era "una tierra pobre en dinero, pero muy rica en la manifestación cultural, musical. Siempre hay una relación inversamente proporcional y la comarca junto con la franja hacia Portugal es de las más ricas que conocemos", expone Pablo Madrid.

Alberto Jambrina reconoce abiertamente que Díaz fue, junto con García Matos, el folclorista que "más me ha marcado". A Madrid y a Jambrina les señaló el camino a seguir, el loable camino del recopilador, magnetófono en mano. "La labor de recorrer, no solo esta zona, sino también otras muchas de Castilla y León se convirtió en una referencia", explica Pablo. "Fue muy importante también poder ir a su casa, te recibía con las puertas abiertas, te enseñaba todo lo que tenía y resolvía tus dudas", añade Madrid.

Como Joaquín, Madrid y Jambrina han ejercido ese trabajo de recopiladores. "Tuvimos la gran suerte en los ochenta de hacer grabaciones muy interesantes", revela Alberto Jambrina, trabajo de campo registrado en los discos Música Tradicional, que precisamente fueron prologados por el etnógrafo zamorano.

Para el dúo, "Joaquín es una persona amable, afable, muy tranquila, muy generoso". Y ahora quieren mostrar su cariño hacia Díaz interpretando aquel emocionante "No llores niña", cuya actuación en las instalaciones de televisión de LA OPINIÓN-EL CORREO DE ZAMORA se estrena hoy en la web (www.laopiniondezamora.es) y en las redes sociales. La historia que narra es tan desgarradora como las penurias vividas por una tierra pobre con un corazón enorme.