El proceso de liberación de la muralla en la avenida de la Feria ha retomado la actividad después de cinco meses en el dique seco. Los operarios que van a acometer el derribo de los edificios números 17 y 19 comenzaron ayer a preparar el terreno para llevar a cabo la obra con total seguridad, máxime después de que el último trabajo en el número 31 terminara con la fachada viniéndose abajo e invadiendo de cascotes toda la carretera. El Ayuntamiento de Zamora, por el momento, ha preferido no dar una fecha concreta para echar abajo el inmueble. No obstante, todo indica que la actuación se lleve a cabo durante la próxima semana. Con esta operación, quedarán libres de edificios 190 metros lineales del lienzo medieval.

La demolición en los números 17 y 19 de la avenida de la Feria será la primera que se lleve a cabo después de que el pasado 14 de junio el edificio número 31 se viniera abajo durante las obras de derribo que en ese mismo momento se estaban realizando. Un incidente que obligó a cortar el tráfico durante unos minutos ante la abundancia de cascotes a lo largo de la calzada y que, afortunadamente, no alcanzó a ningún viandante. Antes de aquello, el Ayuntamiento de Zamora había procedido a derribar el emblemático Ciclos Piti, en la Cuesta de San Bartolomé, un asunto que el grupo municipal del Partido Popular llevó al juzgado al considerar que el dinero para la obra no tenía que haber salido de las arcas municipales.

Con estos dos antecedentes, el objetivo ahora es que los derribos de los números 17 y 19 sean limpios. Lo cierto es que la previsión municipal era haber echado abajo los inmuebles antes del mes de septiembre, pero el Ayuntamiento se encontró con dos circunstancias que le impidieron llevar a cabo sus planes en el tiempo y la forma en que estaban establecidos. La primera de ellas fue la concesión de un periodo "de gracia" al negocio de frutería situado en uno de los edificios para poder realizar el traslado a otra ubicación y no perjudicar a la familia que vivía de ello. Y la segunda fue la renuncia de la primera empresa adjudicataria del derribo, un contratiempo que obligó a comenzar el proceso desde cero y encargar la obra a una nueva empresa que finalmente será la que la ejecutará "de manera inminente".