El actor José Luis Gil regresa al Teatro Principal encarnando hoy a Cyrano de Bergerac.

-¿Cuál fue su primer acercamiento al personaje de Cyrano?

-Lo descubrí con 12 años, cuando estaba ya estudiando Arte Dramático porque estaba en los Estudios 1 y como ejercicio actoral relacionado con el verso, preparábamos escenas muy concretas de esta obra. Eso me sirvió para descubrir este personaje fascinante que de aquellos que escriben los autores que cualquier actor sonaría con hacerlo, Siempre me ha interesado el personaje y surgió la idea de hacer Cyrano, me apetecía involucrarme en un proyecto que tenía emoción desde el minuto uno como es Cyrano.

-Por lo que dice se ha implicado algo más que como actor.

-Así es. Alberto Castillo-Ferrer, Ana Ruiz y yo nos hemos implicado con parte de la producción, algo que yo no había hecho nunca. Creíamos que era la mejor manera de transmitir la ilusión y las ganas de hacerlo para implicar a las partes que necesitábamos, dado que poner en marcha esta obra no es un proyecto barato porque tiene un elenco amplio.

-La obra fue escrita a finales del siglo XIX y la ponen en escena en el XXI.

-Es una versión de dos horas y poco que narra la historia de Cyrano con unos actores con una calidad reconocida para que pudieran solventar la cantidad de papeles que tenían que duplicar o hasta triplicar en algunos momentos para que la obra sea comprendida. En este Cyrano hemos vuelto al endecasílabo porque es un verso fluido tanto para el público que esté acostumbrado como para el que no. Se ha hecho una versión muy fiel al original en la que a los diez minutos el espectador se olvida de que está en verso.

-¿Todavía existen perjuicios hacia el verso?

-Posiblemente. A quienes no estén muy acostumbrados, les puede frenar pero en esta obra pueden olvidarse de ello porque es un diálogo fluido y no renunciamos al versos porque era perder la esencia de Cyrano, una obra que se convirtió en un clásico el propio día de su estreno. El verso tiene la riqueza del vocabulario y la musicalidad que se logra. Además te ayuda a meterte en el espacio y en el tiempo de la obra.

-La adaptación cuenta con música y hasta cantan.

-Contamos con una música original de David Angulo para los momentos épicos y para los instantes más románticos. Además hay algún número musical, de hecho, el personaje de Ana Ruiz en algún momento canta. En una de las transiciones de la función, ella entona una canción en un momento muy importante del montaje. La música y el canto te van ubicando en los espacios que vienen a continuación.

-¿Qué tiene de especial su Cyrano?

-Creo que Cyrano se puede interpretar de una manera muy especial. Dentro de cada actor hay un Cyrano e incluso que en cada uno de nosotros. En mi caso yo le doy vida desde mi manera de verlo. Es un personaje tremendamente brillante, muy locuaz con la palabra y hábil con la espada. Hago hincapié en la parte privada de él. Mostramos un Cyrano muy real cuando se queda consigo mismo, cuando se reconoce como un hombre desfigurado completamente.

-¿Por qué afirma que hay un Cyrano en cada persona?

-Porque ¡quién no tiene un complejo! En el caso de Cyrano es una nariz desproporcionada, pero todos tenemos algún complejo que no nos atrevemos a echar fuera y a asumir de alguna manera racional. Además vivimos en una sociedad donde existe un culto a la belleza y al cuerpo, desde mi punto de vista desproporcionado y a veces un poco patético.

-Usted pasó por Estudio 1 ¿echa en falta espacios dedicados al teatro en la televisión?

-Sin duda alguna, porque a través de ese teatro adaptado el público se descubría grandísimos autores, actores así como obras clásicas y contemporáneas. Hoy en día es una carencia que muestra el interés que tienen las cadenas e incluso las públicas, que tendrían una obligación. Lo importante es que exista y que el ciudadano tenga la posibilidad de verlo. Además, estos espacios generarían nuevos públicos. Sabemos que los gustos que los que presiden las cadenas buscan la satisfacción rápida y obtener el máximo beneficio, pero sin duda tendría cabida ahora que hay canales temáticos donde se podría programar. Además, daría mucho trabajo dentro de la profesión que lo necesita y sería un buen alimento para la gente que está muy necesitada de este tipo de cultura. Hay algún cable cruzado en algunas cabezas que relacionan cultura con ocio y evidentemente hay relación, pero no es lo mismo el ocio de gastarte el dinero en una consola que gastártelo en una buena obra de teatro que al salir de la representación tienes la sensación de que ha merecido la pena, sabes un poco más y eres un poco mejor.