El escritor David Refoyo es uno de los diez finalistas del Premio Adonáis que se fallará a mediados de diciembre.

-¿Qué le movió a presentarse al galardón?

-Es un premio importantísimo dentro del panorama poético y el hecho de haber estado leyendo e investigando sobre Claudio Rodríguez para mi último libro, me animó a presentar el poemario que estaba escribiendo en esos momentos. El hecho de que lo ganaran el propio Claudio, Jesús Hilario Tundidor y que Jesús Losada lograra un accésit, poetas que he seguido, me animó. Además, es un galardón que sigo desde hace años, conozco las obras que han ido ganando y cuando concluí el poemario tuve claro que encajaba en el galardón.

-¿Por qué se caracteriza el poemario "Melros" que remitió?

-Es un poemario con reminiscencias metafísicas, religiosas y de fe entorno al Camino de Santiago y a la búsqueda espiritual. Comencé a trabajar en la idea de hacer un libro menos experimentar que los anteriores porque siempre he trabajado buscando los límites de la lengua y ahora quería hacer algo más íntimo, más profundo y más clásico, aunque no deja de tener elementos de mis anteriores libros. El poemario contiene elementos de la Biblia. Hay un paralelismo entre Google e Internet, ingredientes con los que siempre he trabajado en mis poemas, y esa búsqueda espiritual. Introduzco un doble lenguaje que quizá haya podido llamar la atención al jurado para incluirme dentro de los diez finalistas.

-Su último libro es un pequeño tributo a Claudio Rodríguez, quien ganó el Adonáis siendo muy joven.

-Empecé a leer poesía con la muerte de Claudio; de hecho, recuerdo que leí la noticia de su fallecimiento y me compré su antología poética. Leí a Claudio muy joven y quizá no supe apreciarlo como lo hago ahora, ni como lo haré en el futuro pues es un poeta complicado. Siempre he estado en contacto con su obra, pero hace un par de años volví a releerlo y esas lecturas lo que me inspiraban me llevó a escribir "Donde la ebriedad", un pequeño homenaje a Claudio.

-En su mirada a Claudio prosigue con la experimentación.

-Es como coger una batidora y meter a Claudio Rodríguez, toda la poesía de vanguardia que se hace en muchas partes del mundo y batirlo y lo que ha salido es el libro. Más allá del homenaje hay una deconstrucción, es coger a Claudio quitarle la seriedad y leerlo como los ídolos de hoy. Es un poeta fallecido muy importante y le he quitado toda solemnidad para hacerlo mío, como hacían los músicos del punk. (Risas).

-¿Le dio reparo meterlo en esa batidora?

-Lo he hecho desde el máximo respeto a su poesía y en parte pensaba que me estaba metiendo en un jardín, pero a la vez quería experimentar. Ya con mi anterior poemario "Amor.txt", estuve probando para llevar mi poesía un poco más lejos y aquí me he ido bastante más.

-¿Hacia dónde le ha llevado en este caso?

-Hacia el transmedia, hacia la mezcla de disciplinas artísticas. El libro tiene una página web donde hay vídeo, dibujos, fotos y música? lo que hacemos un poco en el grupo Refoyo y SusHijas, una inquietud artística que tenía yo y un grupo de gente que me rodea.

-¿Debería perderse el miedo en la literatura actual a deconstruir a referentes literarios?

-Hay muchos autores, y sobre todo, autoras que están haciendo este ejercicio de tomar obras clásicas, deconstruirlas y hacerlas propias. No todo el mundo se atreve, pero es necesario si quieres mostrar algo más de creatividad.

-El libro parte de Claudio aunque no está presente en el programa de las jornadas del poema que tendrá lugar la próxima semana.

-Las jornadas están centradas en ciencia y materia de Claudio y yo no trabajo ninguna de las dos temáticas. Además, es fundamental escuchar a expertos que compartan sus lecturas sobre Claudio. Asisten grandes eminencias y jóvenes promesas que resulta fundamental que vengan y que nos enseñen su manera de crear, de pensar y de sentir.

-Usted por primera vez vive las jornadas como integrante del Seminario Permanente.

-Me animé a formar parte del Seminario tras proponérmelo varios de sus integrantes las Navidades pasadas. Di el paso para echar una mano y aportar una visión menos académica. El entrar en el Seminario ha supuesto tener acceso a cómo funcionan este tipo de asociaciones y ver cómo se hace el trabajo de búsqueda de subvenciones, que es bastante farragoso, y luego poner en común ideas y enfrentarlas. Este colectivo lo pusieron en marcha un grupo de personas con inquietudes hace casi 20 años y ahora hemos accedido un grupo de jóvenes con ganas de hacer muchas cosas y de trabajar siempre apoyados en los veteranos.