Su muerte durante el embarazo, en las primeras horas de vida o bien en las primeras semanas de un bebé implica un dolor inmenso para los padres y familiares, a veces, muy difícil de gestionar. "Se sufre mucho porque se sienten incomprendidos y todo el mundo te impulsa a avanzar. Hay que dar visibilidad a ese dolor porque muere un bebé y mueren muchas ilusiones pero como, a veces, no se le pone cara cuesta asumir esa situación", remarcó Sara Castro, psicóloga del Centro de Escucha San Camilo de Zamora, quien apuntó que cinco familias de unas 120 ayudadas en Zamora han recurrido al servicio como consecuencia de una pérdida de un niño. La especialista realizó estas declaraciones con motivo de la VII Jornada "Duelos prohibidos. Acompañamiento en el duelo por muerte perinatal y gestacional", desarrollada ayer en el Seminario a instancias del Centro de Escucha San Camilo y a la que asistieron casi un centenar de personas, fundamentalmente profesionales del ámbito sanitario y de la psicología.

"Aunque sea bienintencionadamente caemos en una falta de apoyo y minimizamos el respaldo. Es un momento de júbilo y no cabe en la cabeza que el bebé que llega pueda morir", defendió el pediatra neonato de Hospital Virgen de la Concha, Víctor Marugán. El médico subrayó que "no se puede banalizar este duelo y tenemos que acompañarles lo más formadamente porque tienes los conocimientos para salvar la vida pero no la formación sistematizada en acompañar en el duelo". Por su parte su colega de centro sanitario, la ginecóloga Paloma Ramos aseveró que actualmente vivimos "un momento de cambio" y prosiguió: "Los métodos diagnósticos han cambiado la manera de ver el aborto, puesto que antes casi no eran ni percibidos por la mujer por lo que no tenían que enfrentarse a ellos ni las mujeres ni los profesionales. Ahora tenemos que movernos para hacerlo mejor". Además, la facultativa sentenció que "el duelo está presente desde que se hace un test de gestación positivo".

En el simposio tuvo voz la Red el Hueco en mi Vientre, entre otros testimonios, a través de la psicóloga Ana Cuevas quien fijó su atención en el duelo en los menores. La educadora indicó que "tenemos que escucharles mucho; hacernos niños con ellos para poderles comprender y compartir nuestros sentimientos con ellos, lo que va a favorecer la expresión de sus sentimientos". No obstante, habitualmente "se hace como si no hubiera pasado nada, que no vean nada... cuando hasta un bebé percibe que algo ha pasado" y recalcó: "Es un error apartarles porque los niños necesitan elaborar su duelo, necesitan despedirse y luego precisan ayudarles a aceptar la realidad de la pérdida y si los mayores, a los que nos da miedo situarnos ante un niño que está triste, miran hacia otro lado, les ayudamos muy poco". Cuevas aportó el dato de que cuatro de cada diez niños tras un año de duelo desarrollan "otro tipo de problemas" que pueden identificarse cuando "el menor tiene la expresión de sus emociones muy a flor de piel". En ese momento el primer paso es que "alguien cercano le pregunte qué le pasa y normalmente se expresan con mayor facilitad que un adulto y en caso de que no se logre nada, debe recurrirse a un psicólogo, pero siempre lo mejor es el entorno natural".