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Al igual que sus homólogos románticos, la escritora oscense Luz Gabás sostiene que "la vida está manchada de tinta". Tras el éxito editorial de sus anteriores novelas, el pasado jueves Gabás visitaba el Club LA OPINIÓN-EL CORREO DE ZAMORA para hablar de su nuevo trabajo: "Como fuego en el hielo".

- ¿Por qué tinta está manchada Luz Gabás?

-En mi caso es fácil: escritores anglosajones y norteamericanos, especialmente del siglo XIX. Siempre me han gustado muchísimo y yo creo que son mis referentes favoritos.

- "Como fuego en el hielo" da nombre a tu tercera novela. ¿Cuál es la génesis del título?

-Para mí, "Palmeras en la nieve" era la historia de mis antepasados inmediatos, yo soy como soy justo por quienes me precedieron, en este caso mi padre, mi tío y mi abuelo que fueron a Guinea, entonces en mi primer libro hablaba sobre lo anterior a mí. En el caso de "Regreso a tu piel", yo quería hablar sobre la muerte y planteé la novela como una especie de rebeldía romántica contra la muerte y para eso tenía que unir cuatro siglos de historia. Y en esta misma línea de lo romántico, en "Como fuego en el hielo" quería hablar sobre la vida. Para mí, inicialmente la vida es una tensión entre la razón y la pasión, entre el fuego y el hielo. Ya tenía las dos palabras, entonces la novela iba a ser de fuego y de hielo, hielo de la montaña, hielo de lo que ocultamos en nuestro interior ya que no nos mostramos realmente cómo somos. ¿Cuántas personas por dentro son un volcán y sin embargo lo que transmiten hacia fuera es cierta frialdad? La novela es eso: esa pelea entre lo que deseo y quiero hacer y lo que puedo hacer por las circunstancias o lo que yo acepto hacer por mis propias convicciones morales.

- ¿Es la novela más íntima de las tres?

-Es íntima en el sentido de que en las dos anteriores había un suceso histórico muy potente y en esta me he centrado más en los personajes y en sus decisiones. Esto me ha obligado más a indagar dentro de mí para que cada personaje sea coherente, ponerme en su lugar y preguntarme qué haría en la situación de este personaje en ese contexto histórico. Por ejemplo, el protagonista masculino muchas veces irrita porque lo vemos desde nuestra perspectiva. Los lectores me dicen: "¡Es que lo tendría que hacer es?!". Pero yo digo: "Sí, qué fácil es cuando alguien te cuenta la vida dramática o trágica de otra persona y desde fuera dices lo que debería o no hacer".

- Al igual que en sus dos primeras obras, vuelve a echar la vista atrás para ambientar la historia. ¿Cuál es su argumento?

-Así es. En esta ocasión retrocedemos hasta mediados del siglo XIX, finalizada la primera guerra carlista, año 1843. Un momento de cambio después de esta tremenda disputa. Un momento de paz que coincide con la llegada de los primeros turistas, los primeros viajeros extranjeros que querían conocer España porque como había paz en teoría no era tan peligroso viajar. Estos turistas eran normalmente personas adineradas que llegaron y se enamoraron de los Pirineos, entre otras razones, porque allí había balnearios. En aquel entonces, solo eran edificios pero supusieron el comienzo de las villas termales. Cuando pensamos en los balnearios, todos tenemos la imagen de finales del siglo XIX y yo quería contar el comienzo de aquello porque en una época complicada a nivel político en una España empobrecida, Me resultaba muy atractivo que hubiera emprendedores que se lanzaran a crear villas balnearias similares a las francesas en el lado español de los Pirineos. Quería investigar quiénes eran estos hombres y cómo empezaron a lanzarse a esta aventura tan rocambolesca. En este contexto, yo diseño un lugar inspirado en rincones reales de los Pirineos.

- ¿Cómo son Attua y Cristela, los protagonistas?

-En el contexto que he descrito antes, diseño una trama en la que un personaje joven tiene una idea muy clara de lo que quiere que sea su vida pero de pronto se da cuenta de que tiene que amoldarse a una nueva vida por culpa de lo que el destino le va marcando. Entonces relato el viaje de dos jóvenes protagonistas y la evolución de cada uno de ellos de manera diferente según las adversidades a las que se tiene que enfrentar cada uno de ellos. Por otra parte, entre los personajes secundarios destacan sobre todo dos: uno es Aurore, quien homenajea a las románticas aristócratas con mucho dinero pero que en vez de quedarse en su casa se lanzan a viajar; y Shelton, el héroe romántico por excelencia por cómo es y por lo que tiene.

- ¿Cuál es el mensaje que quiere transmitir a los lectores?

-La novela comienza con una cita de Hölderlin a su hermano que dice básicamente que cuanto más grande es el agujero de la nada que nos rodea y que nos amenaza con engullirnos, con más pasión y firmeza debemos resistirnos. Ese es el mensaje de la novela, también muy romántico. El romanticismo siempre tiene un punto pesimista. La vida nos pone por delante muchas adversidades y muchos obstáculos ante los que tenemos que intentar derruirlos o hundirlos. Los románticos extremos se hundían pero siempre está la opción que yo planteo de "a pesar de todo, continuar adelante".

- ¿Entonces, es necesario más romanticismo en la actualidad?

-La cuestión es que en la actualidad se emplea la palabra romanticismo solo con el significado de amor o rosa pero es mucho más. El romanticismo es una época, es el siglo XIX, y lo romántico es una actitud del espíritu que incluye muchísimas cuestiones entre las que están los sentimientos románticos pero no solo el amor sino también la religión, la vida, la muerte, la pasión política, el caos, la revolución, la identidad exacerbada, el nacionalismo, el viaje, lo sobrenatural, la fantasía, la superstición? todo esto es el romanticismo. Por eso digo que mis tres novelas son románticas y dentro de ellas hay amor, el cual aparece como el único elemento que puede redimirnos o incluso salvarnos cuando todo pinta muy mal.

- ¿Cuál es el rol que juega la montaña en la historia?

-Sobre todo en esta novela, la montaña está presente de principio a fin. En las otras aparecían, eran necesarias y relevantes pero en "Como fuego en el hielo", al ser una novela romántica por época y por tono, necesitaba que la acción sucediera en el sitio especial para los románticos: la montaña. Era su destino favorito porque ahí se encontraba la naturaleza en estado puro frente a la civilización y además para ellos tenía un significado especial, simbólico, de contacto con lo divino. Por eso esta novela solo podía suceder en la montaña, porque es un homenaje explícito al romanticismo y a lo romántico.

- ¿Tanto influye el entorno sobre las personas?

-Tiene que influir. En el paseo que hecho hoy por el casco histórico de Zamora, estaba pensando en aquellos que han nacido en una de estas casas de piedra con balcones de forja cerca de la Catedral. Su recuerdo de infancia o su callejear forma parte de su personalidad. No es lo mismo haber nacido aquí que en una playa del Caribe. Tu visión del mundo, o por lo menos tus deseos iniciales de vida, ya van marcados en alguna dirección. Yo siempre he sido un poco determinista y el entorno te condiciona. En el caso de la montaña, es un paisaje muy romántico, es el ideal de naturaleza en estado puro, no trabajada por el ser humano como puede ser un grandioso jardín, es el paraíso, lo salvaje. Véase los montañeros o el auge de las personas que desean ir a la montaña a hacer grandes rutas, ahí se entiende muy bien el concepto deseado de libertad. Las personas que han vivido en la montaña o en los campos valoran muchísimo esa sensación de libertad a pesar de que sepan que sea imposible porque estamos atados a un montón de cosas.

- El proceso de documentación que hay detrás es ingente.

-Las tres novelas reflejan un momento histórico muy concreto. No es lo mismo escribir una novela ambientada en el siglo XVI, XIX o XX en primera persona sobre tus pensamientos en plan Virginia Wolf que ambientar unos sucesos históricos. Para ello es necesario no solo ser verosímil sino también ser preciso para que el lector se sumerja en esa época. Cuesta muchísimo porque por un lado tienes el contexto histórico que es el escenario y por otro lado la ambientación, los objetos que llevan, la ropa, la comida, los edificios o cuál era el transporte: si se llegaba en burro, en diligencia o por carretera. Todo eso es lo que más cuesta y para eso es necesaria la documentación. En el caso de "Palmeras en la nieve" me costó mucho entender la parte política porque es otro país, es otra cultura y además, otro continente, África. Cuesta entenderlo y explicar sobre todo la situación desde el punto de vista de los colonizados, la parte negra de la historia. Ahí tienes que leer y leer y no solo datos, sino empaparte de textos, de poesía y de escritos de autores negros para entender su percepción del mundo. En el caso de "Como fuego en el hielo", me costó mucho comprender el lío político de la época con todos los partidos moderados, progresistas, revolucionarios y dentro de ellos además, sus propias disputas.

- Un lío político como el de ahora?

-Es un momento muy convulso. Yo he encontrado muchas similitudes cuando leía y escribía. De hecho, en la novela hay un personaje muy político, Matías, claramente revolucionario y al que aprecio mucho porque es un personaje que es muy coherente con su vida. Me da la sensación que ahora es como ver situaciones del siglo XIX pero televisadas y comentadas por las redes sociales.

- Habla mucho de "Palmeras en la nieve". ¿Cómo vivió el éxito editorial y cinematográfico?

-Lo viví con sorpresa, sin duda. Fue un pelotazo, fue increíble y lo sigue siendo (ya van más de 50 ediciones entre todos los formatos en España) y luego están las traducciones. Lo viví con mucha ilusión -que no he perdido-, con mucho agradecimiento y con mucha serenidad porque ya soy mayor. Estas cosas te pasan con 25 años y no las puedes asimilar. En cuanto al pack película-novela fue fantástico porque se rescató la historia del olvido. Con la novela se hubiera llegado a un público determinado, pero con la película se llegó a muchísima más gente y sobre todo gente joven, un buen logro.

- Próximos proyectos.

-Cuando no estoy de bolo, estoy escribiendo, siempre en marcha.