La organización, la ejecución y el sosiego con el que los salvajes han destrozado el puente de Hierro antes si quiera de que terminaran las obras de su reparación hacen sospechar a Francisco Guarido que los acontecimientos no sean fruto de la casualidad. El alcalde, de hecho, considera que lo acaecido durante el pasado fin de semana en esta arteria principal de la capital "roza el sabotaje" y por ello llama al civismo para evitar que sucesos así vuelvan a reproducirse o, en el peor de los casos, se conviertan en práctica habitual.

El pasado lunes, cuando los operarios que trabajan en la reparación de la pasarela peatonal del puente de Hierro regresaron a su puesto de trabajo tras el fin de semana, pudieron comprobar cómo los vándalos habían pintado y rallado los cristales nuevos recién instalados. Además, al observar un poco más, se dieron cuenta de que estos personajes también habían actuado contra la capa antideslizante aplicada sobre las tablas de madera de la estructura, contratiempo que ponía en peligro la reapertura de la infraestructura en tiempo y forma.

El vandalismo, sin embargo, no es para Francisco Guarido la palabra para definir lo ocurrido en el puente de Hierro. O, al menos, no en solitario. "Vandalismo organizado" es la definición que mejor encaja para el alcalde. "Uno ve cómo han llevado a cabo los destrozos, con ese sosiego, con ese trabajo... Eso me hace pensar en que no es solo algo desagradable, sino que existe algo más", explica. Y va más allá: "Sospechamos que no se trata de un vandalismo aislado, sino que es un vandalismo organizado", añade. "Como dicen los niños, esto está hecho adrede, rozando la línea del sabotaje", comenta.

El alcalde ha anunciado ya medidas para luchar contra este tipo de vandalismo, aunque en realidad lo único que puede eliminar este tipo de prácticas es el civismo, tanto del que lo comete como del que lo ve y no lo denuncia. "Vamos a redoblar la seguridad para evitar que esto se vuelva a producir, pero desde luego que con un vandalismo así de organizado es prácticamente imposible", afirma. "Estamos hablando de unos hechos en los que quienes lo han perpetrado han ido a hacer el mayor daño posible y eso es muy difícil de combatir", recuerda el regidor.

Zamora, a día de hoy, vive en un escenario en el que los enemigos del civismo campan a sus anchas y destrozan la propiedad pública y privada sin temor a ser reprendidos. Algo que, para el Ayuntamiento de la capital, debería cambiar a corto plazo.