"¡Pero si aquí venimos solo a vestir al santo!". Las palabras de uno de los militantes históricos del PSOE, exsecretario provincial del partido, destacado por su talante pacificador, atónito ante el dantesco espectáculo cainita del XIII Congreso provincial de los socialistas zamoranos, definía a la perfección el sentir de muchos de los 90 delegados presentes en la cita de este 28 de octubre.

Los más veteranos en estas lidias congresuales no comprendían el absurdo empeño de los partidarios de Tomás del Bien en sacar músculo, en hacerse con mayorías (por diferencias de dos o tres votos) que por mucho exhibirlas "no cambiarán" el escenario interno del partido. "¡Pero si las primarias ya han pasado, los militantes ya hemos votado!, ¡qué es lo que quieren!", comentaban en los pasillos algunos de los partidarios de Antidio Fagúndez, "sanchistas".

El nuevo líder llegó al Campus Viriato creyendo que podría disfrutar de las mieles del triunfo, de la lealtad prometida, tras obtener el 52,4% de votos en las primarias, por la facción "susanista" del proceso federal. Pero su Ejecutiva, sin posibilidad de ser tumbada porque sólo se puede votar a favor o abstenerse, se quedó con el 47,7% de los votos. "Esto nunca había pasado antes", comentaban espantados sus seguidores, frente a la satisfacción y la alegría que mostraron las ovaciones y aplausos de los partidarios de Del Bien cuando se fueron leyendo los resultados de las votaciones a los comités de ética, provincial y autonómico. La clave de esos resultados estuvo en los seis delegados que Fagúndez ordenó cederles a la secretaria de la Asamblea de la Agrupación de Zamora capital, feudo "sanchista", por tanto, suyo. Los porcentajes de votos "hubieran sido diferentes, pero no me arrepiento, consideré que sería bueno para el partido, al que yo nunca haría daño".

El ánimo de revancha ante el cierre de filas de Fagúndez sobre el número de puestos que Del Bien debía tener en la nueva Ejecutiva provincial estuvo presente durante toda la mañana en un Congreso que debía haber terminado a las 13.30 horas y que se prolongó hasta más de las 15.00 horas. Advertencias de que no iba a tener respaldos, "las hubo durante las negociaciones" con el alcalde de Toro, admite Fagúndez. ¿Traición?, "no, cada uno es libre de decir si mi Ejecutiva le parece bien o mal, soy respetuoso". No quiso hablar de ingenuidad ni de generosidad por su parte; ni de falta de lealtad por la Del Bien. "Podía haber tenido un alto porcentaje de apoyos si hubiera integrado en mi equipo no solo a Tomás, que se lo ofrecí, si no al grueso de compañeros que él pretendía, pero no habían apostado por mi candidatura. Eso nadie la entendería, condicionaría mi trabajo, mi obligación y mi responsabilidad es hacer un equipo cohesionado y fuerte, necesitaba a gente de mi confianza". Convencido de que no empieza con mal pie, admite que "nunca pensé que ocurriría esto, sí en que habría alguna abstención", pero "somos un partido democrático. Toca mirar la futuro y trabajar". Resta importancia a la pugna planteada el sábado en un escenario que ya no es el mismo de anteriores congresos, los delegados no eligen la dirección del partido, Del Bien "no ha ganado nada porque aquí ni se ganaba ni se perdía, las primarias fueron el 8 de octubre", recalcaba. Con tranquilidad pasmosa agrega que "es la pataleta del perdedor porque el resultado de primarias fue muy igualado y eso ha incrementado su cabreo, pero no dudo de que colaborarán conmigo y mi Ejecutiva, así me lo ha transmitido Tomás".

Desde el minuto uno, el juego del Congreso giró sobre quienes como se decía en los pasillos, "ya lo han perdido todo, se pongan como se pongan, ha ganado Antidio y él dirige el PSOE". El grupo que trabajó con Del Bien, integrado mayoritariamente procedentes de la plataforma de Susana Díaz en Zamora -el alcalde de Benavente, Luciano Huerga; el exsecretario de Organización, Ismael Aguado; el exsecretario provincial Antonio Plaza; la secretaria local de Benavente, Sandra Veleda; o la exsecretaria de política municipal, Susana de Caso- ya comenzó poniendo objeciones en la entrega de las credenciales a delegados. La mesa cerró antes de que pudieran acreditarse los que ya estaban en el edificio, "cuando los estatutos dicen claramente que tienen derecho", como ratificó Ferraz.

Hasta la composición de la mesa que preside el Congreso fue polémica: hubo dos votaciones a mano alzada no clarificaron qué lista ganaba, si la de Fagúndez o la de Del Bien. Tras una hora de retraso se solventó de forma nominativa: los delegados emitieron su voto en voz alta. El único momento de tregua llegó con las intervenciones de los invitados, representantes de CC OO, UGT y el alcalde de Miranda do Douro, Artur Nunes, testigos de excepción del congreso del PSOE más duro y tenso que se recuerda en años, "¡esto nunca ha pasado, si hemos votado cuatro veces!", con una división tan profunda que hasta se escenificó en el hemiciclo: a un lado, los Del Bien; y al otro, los de Fagúndez.

En un ambiente tan enrarecido que se podía cortar, lo de menos, el programa para cuatro años: las enmiendas a la ponencia, todas de Fagúndez que incluyó modificaciones del funcionamiento interno, se aprobaron sin debate. Pero Plaza y su Ejecutiva tampoco se irían de rositas, su gestión tuvo 36 votos, en contra y 6 abstenciones. Abandonó el Campus sin felicitar al nuevo equipo, ni esperar a la vicesecretaria federal, Adriana Lastra y al secretario autonómico, Luis Tudanca, que cerraron la cita.

Fagúndez vio subir uno a uno a sus 35 compañeros de viaje ovacionados solo por los suyos. Minutos antes, Huerga daba los resultados de los comités entre vítores de los Del Bien. La "pataleta" solo ha servido "para conseguir un 10% del comité provincial, la mitad de los que se elegían" y "cuatro representantes en el autonómico", subrayaba Fagúndez, uno de ellos Plaza. "¡No entiendo nada, ganamos todo, pero no tenemos nada!", exclamaba una afín al alcalde de Toro. Y en el aire la pregunta que muchos repetían, "¿Alguien ha calculado el daño hecho a las siglas?".