Permaneció junto a su víctima, una anciana, hasta que la Policía Nacional llegó y le detuvo. Cuando vio caer al suelo a la mujer a la que acababa de arrancar el bolso del brazo, no pudo continuar su huida. Deshizo su camino y volvió, llorando por lo que acababa de hacer, para devolver el bolso a la mujer, disculparse e interesarse por su estado. En justicia tiene un nombre: "arrepentimiento espontáneo". Allí se quedó el joven, de iniciales M.L.R., hundido, en actitud pacífica, preocupado por la mujer, "por si podía caminar", dispuesto a pagar su culpa, a ingresar en prisión, como así ocurrió al ser arrestado.

Desde la macroprisión de Topas llegó ayer al Juzgado de lo Penal, donde accedió a cumplir la condena que el Ministerio Fiscal solicitó al magistrado de apoyo: un año y medio de prisión y el pago de más de 35.000 euros en indemnizaciones por los delitos de robo y lesiones.

El joven "nunca lo había hecho antes", jamás había dado un "tirón", manifestó a las personas que estaban socorriendo a la mujer en las inmediaciones del Hospital Rodríguez Chamorro. Y explicó su violenta conducta porque "tenía hambre", "ni dinero ni trabajo". El procesado es una víctima más, en este caso de la crisis económica y de su adicción a las drogas, una combinación explosiva cuando se carece de recursos para poder sobrevivir.

El imputado, llegado desde Galicia, delinquía por primera vez, como tantos otros, para bandear una situación personal tan difícil como la de tantos ciudadanos a los que esta recesión les está llevando por delante, sin posibilidades de remontar y reconstruir su porvenir.

El joven, que ingresó en prisión de inmediato ese 7 de mayo de este año, desde donde llegó para celebrar el juicio, acaba de ser condenado a un año y seis meses de cárcel por el Juzgado de lo Penal por un delito de intento de robo con violencia (un año) y otro de lesiones (seis meses), por las que tendrá que abonar una importante cantidad de dinero en indemnización. En concreto, abonará a la anciana 33.000 euros por las secuelas de la herida grave que provocó a la víctima en el hombro y 4.070 euros por ese daño físico. El magistrado de apoyo al Juzgado le ha impuesto, asimismo, otros 937,73 euros por los gastos del Sacyl; 270 euros por las gafas de la perjudicada que se rompieron al caer al suelo; además, de 14 euros y 12,68 euros por otros conceptos. El magistrado le ha aplicado la atenuante muy cualificada de arrepentimiento, a petición de la fiscal.

Su estancia en Topas le ha servido para iniciar un tratamiento de desintoxicación, que confía en poder continuar fuera de presidio, cuando su abogado logre que se le conmute la pena de cárcel por el internamiento en un centro especializado para reinsertar a quienes se han visto atrapados por las drogas, a veces, desprovistos de otras oportunidades.