Fue durante una soleada mañana del 9 de junio de 2001 cuando Juan Vicente Herrera realizó su primera visita institucional como presidente de la Junta de Castilla y León. Permaneció en la capital una sola jornada en un intenso periplo que incluyó entre sus paradas a la Diputación Provincial, donde estampó su rúbrica en el libro de honores de la institución. Estaba entonces al mando de la casa Pilar Álvarez, que le transfirió una reivindicación histórica —y aún vigente— para tomar cartas en el asunto: «Redoblar esfuerzos en beneficio del asentamiento de la población en el medio rural mejorando las infraestructuras y servicios de los pueblos». Herrera recogió el guante relativo al apoyo «decidido» a las industrias agroalimentarias y de transformación. Como obsequio, Álvarez se inclinó por la originalidad y le ofreció al presidente de la Junta una capa alistana.

En esa misma visita, Herrera abordó asuntos ya superados como el futuro del Castillo y la ubicación de Magisterio. Ya entonces planeaba sobre el escenario político un proyecto: convertir el espacio el Castillo en futuro museo del artista zamorano Baltasar Lobo.

«Quede constancia de mi afecto y apoyo a Zamora y los zamoranos que, desde la ilusión, el trabajo y el sentido común, luchan día a día para sacar adelante sus proyectos de futuro», suscribió el mandatario en el libro de honor.