La labor callada, la que menos se publicita y la que solo conoce a fondo el ciudadano que se ha beneficiado de ella es la que Caja Rural acaba de reconocer a la Policía Municipal. Su jefe, Tomás Antón, desvela en esta entrevista ese lado más desconocido, las cicatrices que dejan algunos de los episodios que vive un policía en el día a día de esta dura profesión.

-Les acaban de distinguir con el Premio Valores Humanos de Caja Rural, ese lado del policía que pocas veces reconoce el ciudadano al que impone la Ley.

-El policía tiene un montón de funciones relacionadas con preservar el ordenamiento jurídico el Estado de Derecho, pero tiene muchas más funciones y lo que sí es cierto es que la Policía Municipal está muy relacionada con la vida de la ciudad, es prácticamente imposible no encontrarnos en cualquier tipo de actividad cotidiana, eventos deportivos, ejercicio de derechos ciudadanos, medioambiente, seguridad ciudadana... Cada año intervenimos en un mínimo de mil servicios de carácter humanitario.

-¿Pesa más en el ciudadano esa imagen del policía coercitivo?

-Al ciudadano, cuando le pones una denuncia, porque tenemos que hacer cumplir las ordenanzas municipales, no le gusta, pero en un porcentaje muy elevado reconoce que el policía tenía que denunciar.

-¿Se tiene menos en cuenta esa competencia de servicio a la sociedad, más cercano y humano?

-Yo creo que se manifiesta cada día porque atendemos cada servicio, alguno que ni nos corresponde, de atención al turista, de acompañamiento, trabajamos el absentismo escolar, tenemos convenios con la Policía Nacional sobre violencia de género y todos los días hacemos informes de escolarización de menores.

-¿Qué ha supuesto ese premio para la Policía Municipal?

-No lo esperábamos, era abrumador y conlleva más responsabilidad, aún, para dar el mejor servicio a la gente, tienes que darlo todo, no hay margen para fallar, si siempre tienes la inquietud de dar el mejor servicio a la gente, este y otros reconocimientos que nos han hecho, te obliga más todavía.

-También han sido Barandales de Honor.

-Sí, una mención de la Hermandad de Donantes de Sangres; la Cofradía de la Virgen de la Concha nos nombró Hermano Mayor; Capitonis Durii también nos ha distinguido; la Junta de Castilla y León; el alcalde socialista Andrés Luis Calvo,en reconocimiento al servicio... A mí me gusta, porque, al fin y al cabo, representan a la sociedad zamorana.

-¿Eso quiere decir que existe una conexión muy fuerte entre la sociedad zamorana y su Policía Municipal?

-Sí, yo creo que estos reconocimientos lo demuestran, se trata de diferentes sectores que, entre todos, aglutinarían a la sociedad.

-¿Cuál de los últimos servicios humanitarios que han hecho es el que más les impactó?

-Muchos. Hace muy poco un compañero salvó la vida a una persona que circulaba en bicicleta y se cayó, en principio se pensó que era un accidente, pero era una parada cardíaca y el policía estuvo haciendo maniobras de reanimación y afortunadamente se le salvó la vida. Estaban también los servicios sanitarios, pero la médico me trasladó la intervención decisiva del agente.

-¿Se establecen lazos afectivos con las víctimas?

-En los accidentes de tráfico o siniestros en domicilios, cuestiones de violencia de género, es fundamental la forma de estar con la víctima, es un trato profesional pero humano y por eso nadie lo olvida, son situaciones muy extremas. Yo he hecho amigos a raíz de intervenciones de ese tipo, tengo varios amigos a los que asistí y de mujeres en cuyos casos hemos intervenido. Ese trato es el que no olvida la gente. Nunca, nunca lo olvidan.

-¿Cuál recuerda como el más duro de su carrera?

-Situaciones de niños de familias desestructuradas en estado de abandono en sus domicilios me han hecho polvo, no los olvidaré nunca. En mis últimos años de servicio estaba más dedicado a este tipo de asuntos. También he atendido a familiares míos en accidentes, sin saber quiénes eran, ver muertos... Eso no se te olvida.

-¿Cómo llega uno a casa después de esas experiencias, cómo se siente?

-Ningún profesional se acostumbra. Tienes mecanismos de defensa, te vuelcas en tu gente, en lo tuyo. Si has vivido una situación dura con un niño, pues disfrutas y valoras más a los tuyos, te vuelcas más, te das cuenta de lo efímero que es todo. Hay cosas muy desagradables que tienes que ver y en las que tienes que estar, es tu trabajo, eres profesional.

-¿Lejos de endurecer al policía, ese tipo de situaciones le hacen más humano?

-Al fin y al cabo, somos personas exactamente igual que cualquiera, el hecho de portar un uniforme no te hace menos sensible ni más duro.

-¿Influye en la convivencia en el cuartel?

-Sí, el turno está más unido porque todos los policías son copartícipes del mal rato que se ha pasado, se intenta siempre hacer el ambiente algo más distendido para desdramatizar porque es muy duro vivirlo. Estas situaciones, las vivimos junto a otros profesionales de otras disciplinas, médicos, enfermeros, trabajadores sociales, forenses.. Tú fíjate lo que ve un forense, yo aconsejaría a todos los policías que vean una autopsia.

-Después de dejar la academia, ¿por dónde va su formación?

-La carrera que más se hace es criminología, muy centrada en nuestro trabajo, multidisciplinar, se estudia derecho, medicina forense, psicología, todo eso te sirve.

-¿Recuerda la primera vez que vivió como policía una situación extrema?

-Sí, eso no se olvida. El primer recuerdo fue una persona que se había colocado en las vías el tren del lado de la Cuesta del Bolón, mi barrio, llevaba muy poco tiempo. Hay varias que no olvidas. También sensaciones, olores...

-Después de 35 años de carrera, ¿todavía hay asuntos que le ponen los pelos de punta?

-Sí, cada día puede pasar y me afectan muchísimo. Intervenciones con mujeres maltratadas que sabes que tienen problemas muy serios, te preocupa. Y cuando ves a un niño que está viviendo una situación súperinjusta, no puedes evitar irte a tu casa pensando en ese niño, en esa mujer o en esa persona que vive sola y que necesita ayuda. Aquí tenemos agentes que van a casas de personas porque saben que no tienen a nadie.

-En un mes, dos personas han aparecido en su domicilio muertas desde hacía varios meses, ¿las instituciones deberían actuar de algún modo?

-Las instituciones funcionan, cada vez existen más medios para atender estas situaciones, todo es susceptible de mejorar, pero hay teleasistencia, un control, tienen una alarma para llamar y enseguida les proporciona asistencia, pero claro, tenemos mucha gente mayor. Hay mucha que está sola, la media de edad es muy alta en la ciudad y esto acabará demandando un servicio que atienda a estas personas.

-¿La sociedad debe reflexionar sobre la falta de vecindad?

-Todos debemos hacer una reflexión, ser ciudadanos más activos, si alguien tiene un vecino que vive solo y detecta que puede estar en riesgo de exclusión social o que un niño o una mujer pueden estar siendo maltratados; o una persona enferma no tiene nadie a quien recurrir, que nos llame, nosotros intervendremos seguro, trabajamos muy estrechamente con Servicios Sociales.

-La última mujer asesinada por su maltratador, tenía 20 años, un 70% de maltratadas son jóvenes, ¿hay un repunte?

-Sí, es un hecho constatable. Es lo que más me preocupa en estos momentos, veo una actitud demasiado poco evolucionada para lo que ha avanzado la sociedad. Es muy grave que haya chicos con esa actitud y que las chicas asuman que alguien puede controlarlas y decidirles cómo visten o a dónde ir.