Apertura de gala para el inicio del curso flamenco en La Peña. Dos de los artistas más jóvenes, a pesar de estar llamados a protagonizar toda una época -de presente y de futuro- en el universal arte español, se darán cita en la sede de "Amigos del Cante", actuando de forma exclusiva para sus socios y acompañantes. Será hoy sábado a las veintiuna horas.

Samuel Pimentel Serrano, Samuel Serrano para el arte, nació hace tan sólo veintitrés años en la gaditana Chipiona y, aun teniendo en cuenta su juventud, se erige como uno de los baluartes jondos de más profundidad, consistencia y porvenir del panorama flamenco actual. No es cierto, como aparece en algunos de los destellos biográficos donde es mencionado, que tenga relación alguna con la familia Agujetas, ni siquiera con su casa cantaora. Si lo es que, sobre todo Manuel, haya sido un referente modélico en el proceso formativo del joven cantaor. Como también lo es, que Paco Cepero ha trabajado, y lo está haciendo en presente, para pulirlo de forma definitiva y hacerlo cantaor hegemónico. De facultades sobradas, voz nítidamente afillá, deudora de los sonidos negros lorquianos, con ese eco lastimero de rajo profundo y desgarrado, que tanto nos sublima a la afición zamorana, y nos rememora a esa pléyade de dioses del olimpo flamenco llamados Terremoto, Juan Talega, Tío Borrico, Tomás Torre, Perrate o Tía Anica La Piriñaca, por citar sólo algunos. Por eso, este chavalín -gitano por los cuatro cuarterones- se siente tan a gusto cuando "la boca le sabe a sangre" cantando por seguiriyas, por soleares o por tonás. Sin embargo, no le hace ascos tampoco al cante festero, tan preñado de compás como está. Un prodigio, la criatura. Que por cierto, estuvo entre nosotros a los dieciséis años en una Cena Flamenca, también organizada por La Peña, y ese hecho, el haber pasado por Zamora, lo resalta claramente en su página Web.

Lo acompaña su alter ego a la sonanta. El portuense de Santa María, Paco León, más metido en años, con sus veintiséis primaveras. Otro portento artístico de la naturaleza, especialmente cuando esta engendra con el esfuerzo, la constancia y las buenas fuentes. El resultado siempre será bueno. En este caso muy bueno. La compenetración entre ambos es perfecta, como viene ocurriendo desde hace ya varios años y seguro que también, en esta esperanzadora noche de cante, se confirmará con creces los pronósticos.