La escritora Yolanda Fidalgo desgranó ayer su primera novela titulada "Más allá de los volcanes" en la sesión que abrió el nuevo curso del Club La Opinión-El Correo de Zamora. En el acto, conducido por la directora del foro cultural del diario, Carmen Ferreras, participaron, además de la autora, la vicepresidenta de las bodegas Mont Marçal, Blanca Sancho, y la directora de Roca Editorial, Blanca Rosa Roca.

-¿Cómo llego usted al ámbito de la escritura?

-Desde muy niña me recuerdo a mí misma leyendo y en cuanto fui un poco más mayor, comencé a escribir. Empecé con poesía sin ninguna pretensión. En esos momentos leía poesía, un género que he leído mucho. Recuerdo que me regalaron el libro de "20 poemas de amor y una canción desesperada", de Pablo Neruda, que era fascinante.

-¿En qué momento da el salto a la narrativa?

-En la escritura tuve que hacer una pausa debido a que mis hijos eran muy pequeños. Cuando recuperé mi afición, di el paso hacia la narrativa. Sentía que había llegado mi momento con la narrativa.

-Y sus primeros pasos ¿cuáles fueron?

-Relatos cortos, cuentos y algún microrrelato hasta que llegó un momento en el que pensé que tenía que empezar con una novela. Sentía que podía hacerlo y quería, al menos, intentarlo. Creí en mí para hacerlo porque escribir una novela supone un esfuerzo muy grande, muchas horas de documentación y de escritura delante del ordenador, un tiempo que quitas a otras cosas. Ws complicado cuando tienes dos hijos y un negocio. No obstante, cuando empecé todo fue rodado.

-La trama de la novela está muy bien hilada. ¿La diseñó detenidamente?

-Hay escritores que lo tienen todo muy claro y calculado, que desde el principio saben qué van a escribir, que, de hecho, se hacen una escaleta de la novela y saben qué van a escribir en cada capítulo. No yo trabajo así. Yo tenía una idea general y dejaba fluir a los personajes. En realidad mi novela la escribieron los personajes. Ellos me iban diciendo lo que hacían en cada momento, qué es lo que querían y dejaba que fluyera su carácter.

-¿Qué le hizo apostar por un hombre como eje de la novela ambientada inicialmente en París de los años posteriores a la Primera Guerra Mundial?

-Me llamaba mucho la atención la época posterior a la Primera Guerra Mundial porque este hombre está destruido y quiere recuperar la vida y al mismo tiempo vivirla muy intensamente. Me pareció un momento ideal porque París se está recuperando pero Eric, que es como se llama, no puede recuperarse. No puede porque sigue mirando al pasado y es incapaz de plantearse un futuro.

-Propone un viaje al interior de la persona, a su pasado y a su devenir.

-Este personaje tiene que resolver sus fantasmas y tienen dos cosas que le anclan, por un lado la guerra y por otro su pasado, pues desconoce su infancia y para avanzar necesita solventar ambas.

-Parte de la trama está ubicada en Lanzarote. ¿Por qué?

-Porque estoy enamorada de Lanzarote. Mi familia y yo cuando podemos viajamos a este lugar maravilloso y qué mejor lugar para situar una novela que esta isla tan bella y tan sugerente. Es mi personal homenaje a esta tierra que me inspira, como le sucedió a Saramago que tuvo allí su casa. Es una isla que hace que imagines cosas.

-Usted también retrata la vida de esa época en dos países muy distintos.

-Intento ceñirme a la realidad histórica de ese momento. Presento dos sociedades completamente distintas. De un lado, la de París de después de la Guerra Mundial, donde la mujer ya sabe lo que es la independencia y que busca la libertad, ya hay un inicio de los movimientos de liberación de la mujer. En 1920 las estadounidenses consiguen el derecho al voto, aunque los hombres todavía no lo aceptan pues defienden que la mujer tiene que buscar la independencia de las puertas de la cocina hacia dentro. El contraste está con un Lanzarote de finales del XIX, con una sociedad patriarcal y muy agrícola, con no demasiada cultural donde la mujer estaba mucho más limitada.

-El final que escribe es bastante abierto. ¿Habrá una segunda parte?

-De momento no la contemplo, pues estoy escribiendo otra que es totalmente independiente, pero en el futuro... quién sabe.

- "Más allá de los volcanes" ganó el IV Premio Marta de Mont Marçal. ¿Qué le impulsó a presentarse?

-Terminé las revisiones de la novela con el tiempo justo para enviarla. Me daba pena que se quedara en un cajón metida y como me había costado tanto escribirla, decidí probar. Cuando una está escribiendo piensa que lo hace bien, pero nunca se sabe si va gustar. Todos los escritores pensamos que lo hacemos bien, sino no lo haríamos. Me informé sobre este premio que había respaldado a escritores noveles, que lo convocaba una editorial valiente que apostaba por nuevos autores, algo que es muy arriesgado en estos momentos. Presentarse a premios es la manera que tienen los escritores emergentes para poder publicar porque hay muchos manuscritos y los galardones es una buena forma de darse a conocer.

-Y lo manda y gana.

-Sí, recuerdo perfectamente no pude responder a la llamada y cuando vi el móvil tenía un mensaje que me decía que me pusiera en contacto inmediatamente con la Roca editorial. El libro, además, ha visto la luz en una edición muy cuidada. Tras la presentación en la capital lo daré a conocer en Moraleja del Vino, donde resido, en noviembre, y posteriormente en Salamanca.

-¿Qué nos puede adelantar de su nuevo proyecto, de esta nueva novela que está ya escribiendo?

-Está de nuevo ambientada a principios del siglo XX en el observatorio astronómico del Monte Wilson, que fue el lugar donde se inició la astronomía moderna. Allí unos visionarios, entre ellos su director Hale, se empeñaron en construir un observatorio en la cima de una montaña. En este lugar trabajó Hubble a partir del año 1920 y aparece en mi novela.

-Por lo que dice y como podrá comprobar el lector de su primer libro, usted se documenta mucho para cada una de sus obras.

-Muchísimo porque tiene que estar todo correcto. Yo no soy historiadora, lo que me obliga a un ejercicio muy grande de documentación. Por ejemplo en "Más allá de los volcanes" nombro plantas y rocas de Lanzarote, por lo que tuve que documentarme con libros especializados. Cuido los pequeños detalles porque creo que son lo que hacen grande a una novela. Para documentarme resultó fundamental la ayuda de la Biblioteca Pública del Estado, en concreto del servicio de préstamo interbibliotecario porque me consiguió dos libros que databan de finales del siglo XIX pero que el gobierno de Canarias había realizado una reimpresión en los años 80. Ellos hicieron posible que esos libros viajaran de Canarias a Zamora y que los pudiera consultar para documentarme sobre la época en la que desarrollo la novela.

-Ahora ¿qué es para usted la escritura?

-Para mí es una afición, es una adicción (risas) pero es mucho más que eso. Forma parte de mí. Es algo intrínseco a mí y disfruto mucho escribiendo, algo que se refleja en los textos y que el lector nota y valora al leer mi novela. Además, me gusta escribir desde el corazón. No quiero que mis textos sean una narrativa que solo cuenta hechos. Quiero que refleje el corazón de los personajes.