Para conseguir reducir los desperdicios que los más pequeños dejan en los platos primero se antojaba necesario conocer cuáles eran esos desperdicios. Es decir, escrutar alimento por alimento cuáles eran los que tenían más éxito y qué comidas eran las más malgastadas en el comedor escolar. Los resultados obtenidos indican que los platos que generan menos residuos son las cremas, el pollo y la pasta, que suelen coincidir con las preferencias de los pequeños. En cambio, los alimentos que más se desperdician en el comedor escolar son el pescado y las legumbres.

La metodología de estudio se basa en una medición que los mismos escolares hacen junto con sus monitores de comedor de los desperdicios orgánicos generados cada día y durante seis semanas para que, al cabo de este tiempo, se vuelvan a comparar los desperdicios generados por los mismos menús. Así, la reducción de la cantidad de desperdicios se consigue gracias a la realización de actividades y talleres de concienciación y consumo responsable que los alumnos realizan cada día después de las mediciones, tal y como apuntan desde la compañía.