Enero de 2017. Una joven de Elche, Patricia Aguilar, acaba de conquistar la mayoría de edad. Se va de casa para asistir a un cumpleaños... y no regresa. Cuando los padres intentan contactar con su hija, esta les confiesa que se ha marchado a Rumanía, aunque en realidad ha cogido un avión con un destino aún más lejano: Lima, Perú.

Entretanto, buscan pistas en su habitación, entre sus objetos personales, para descubrir la fatal noticia. Aparecen libros y documentos que la vinculan a un grupo esotérico. Una prima reconoce que, en efecto, le ha comprado a Patricia varios libros de tipo espiritual. Todo se dice -interpreta- al duelo por la trágica muerte de un primo, de no más de treinta años.

La familia contacta con Patricia a través de WhatsApp. Descubren a una joven diferente. Descubren que desde hacía dos años ha sido progresivamente captada y seducida por un líder sectario. Es el príncipe Gurdjieff, un peruano de 35 años de nombre Félix Steven Manrique.

"El caso de Patricia Aguilar demuestra la complejidad del fenómeno de captación de adeptos a distancia, cómo una secta minúscula, de una docena de miembros, puede atraer a cientos de adolescentes a través de Facebook". Es el análisis del zamorano Luis Santamaría, experto en el estudio de sectas. Pero, ¿en qué consiste esa capacidad de seducción? "Se les presenta como el Mesías, el salvador ante el apocalipsis; les dice que necesita varias esposas y les ofrece sexo", revela Santamaría.

El sacerdote es, además, un testigo de excepción en un caso que ha cobrado mucho interés en las televisiones nacionales. Habla a diario con la familia de Patricia y conoce el sufrimiento y la impotencia de los padres, que poco o nada pueden hacer para recuperar a la joven. "Lo importante no es pillar al líder de la secta -seguido por la policía peruana ante las denuncias de padres de menores- sino el convencimiento de Patricia de que esa es su nueva familia", explica. Los padres "se ven desprotegidos, con poco ayuda, y por eso valoran el trabajo de asociaciones como la nuestra", apunta, en referencia a la Red Iberoamericana del Estudio de las Sectas (RIES).

De hecho, la asociación se plantea algún tipo de actividad formativa en los centros educativos para "prevenir" la captación de jóvenes por las sectas, porque "no hay recursos y la Administración pública debería tomarse en serio este problema", añade. No existe ningún centro público orientado ni a la identificación ni a la prevención de este tipo de organizaciones, más allá de una experiencia pionera en el Ayuntamiento de Marbella. Se trata, afirma Santamaría, de un psicólogo que trata adicciones y se ha especializado en este campo, como un tipo de "adicción" más.

El caso de Patricia Aguilar ha rescatado el término "gnosis"... "Los grupos que se dicen llamar gnósticos son herederos del colombiano Samael Aun Weor, líder de una doctrina delirante que falleció en los años setenta", define el experto zamorano. Actualmente existen siete sectas que se autodenominan gnósticas, con 150 centros en todo el país. "Es una de las organizaciones con mayor implantación en el país", precisa Santamaría.

Y como muestra... Zamora. Hace varias décadas se estableció en la ciudad el Centro de Estudios Gnósticos, que mudó su nombre posteriormente a Centro de Estudios del Autoconocimiento. Santamaría ha acudido a algunas de las conferencias ofrecidas por el colectivo. La primera conclusión, aunque explicable no deja de sorprender. El número de personas que asisten a este tipo de actos no ha parado de crecer con la crisis. Actualmente, los carteles de sus actos -que realizan en locales propios- pueden leerse en las calles de Zamora.