El escritor Tomás Sánchez Santiago está ultimando una nueva novela en la que acerca a "un mundo en retirada", entre otros muchos proyectos relacionados con la literatura de la que habla con verdadera pasión.

-Tiene en cartera una nueva novela. Háblenos de ella.

-Se titula "Años de mayor cuantía". Es una pequeña suma de memorias, fabulaciones y ensayo? es un género híbrido. Igual que "Calle Feria" era una novela de relatos, esta puede ser una novela donde he querido dar cuenta de quién soy yo, de mi identidad. De manera instantánea hablo de mi generación, de un mundo que quizá ya está en retirada. Hay una altura de la vida en que uno echa cuentas y quiere saber por qué uno es así y a eso intento responder con la escritura de este libro.

-¿Es el texto más autobiográfico de los que ha escrito hasta el momento?

-Sí, pero no es el peso mayor el autobiográfico. Siempre he hablado de la imaginación de la memoria, algo aparentemente contradictorio, pero creo que sí existe porque la memoria y la imaginación no son fuerzas contrapuestas sino que hay una parte de la memoria que es la imaginación. Cuando uno recuerda las cosas ya no sabe si las recuerda como fueron o si se han pervertido a través de los años y le está creciendo un recuerdo que no es exactamente. Creo que todos somos hijos de esa incapacidad para recordar las cosas como fueron. Valle Inclán decía que las cosas son como se recuerdan. La novela es una mezcla indiscriminada de memoria e imaginación.

-¿Al 50%?

-No, no como ha surgido. Son unas 600 páginas, por lo que amenazo de nuevo con una última novela extensa. (Risas). Ya tenía materiales de esta novela cuando salió "Calle Feria" pero de manera más ferviente he escrito los diez últimos años. Yo soy muy lento escribiendo y ahora sale porque ya no puedo hacer más por la idea que tenía cuando comencé el texto. Hay un momento en el que tienes la sensación de que no puedes hacer más por las palabras y que lo mejor es retirarte. Estoy con las últimas correcciones y no sé si saldrá a finales de 2017 o ya el siguiente año. La editará Eolas, una firma modesta a la que le gustó mi libro. Actualmente interesan los autores jóvenes y todo aquello que exige memoria y paladar está comprometido .

-¿En qué momento ambienta "Años de mayor cuantía"?

-Está estructurada en cuatro partes los años infantiles, los años escolares, los años mozos y de un tiempo a esta parte. El objetivo del libro al final ha sido poderme explicar a mí mismo de dónde me vienen esos factores que me configuran como persona, por ejemplo desde el miedo, la desilusión, el azar o la compasión, unos conceptos que han estado siempre muy dentro de mí y que están presentes en mi poesía y que siempre he escrito sobre ellos. He investigado mucho en mi interior de qué me puede venir, por ejemplo, ser un individuo miedoso de tal forma que cada uno de los relatos giran alrededor de uno de esos conceptos.

-¿Están escritos en primera persona?

-No todos, ahí me he dejado llevar por la intuición narrativa. Algunos tienes la sensación de que tienen que estar en tercera persona y no sabes justificar por qué. Ya lo dije con "Calle Feria" yo no soy novelista. Yo querría ser un poeta. Soy un poeta metido a novelista que hace novelas extrañas porque no son al uso. En mis novelas hay un aliento de diversos registros que depende de lo que está contando se te impone y yo no renuncio a salirme de la fila del narrador y entrar en otro territorio. Sé que esta novela no va a gustar a mucha gente porque el lector espera lo anterior. Yo lo que puedo defender en mis novelas es la preocupación por el lenguaje, no es preciosismo. Me llama la atención escritores jóvenes que te piden que les leas cosas hechas que se van a publicar. Hace no mucho con uno me di cuenta de que en las primeras páginas había hecho correcciones de todo tiempo... cuando el escritor tiene que estar hasta el final.

-¿Echa en falta "profesionalidad" por parte de la gente que publica?

-Más que profesionalidad, yo hablaría de, sobre todo, conciencia de lo que es lenguaje y de que el escritor tiene que estar sumergido en las palabras para explicar el mundo. En ocasionces ves que hay más interés en ser escritor que en escribir... se busca ser una figura social.

-Lo que en su opinión provoca...

-Tengo la sensación de que actualmente hay mucho apresuramiento y que el lenguaje en muchos escritores, poetas y narradores representa un elemento de segundo orden. El tema domina sobre el instrumento con lo cual pueden ser cosas resultonas y apetecibles para un momento dado y que interesan a las editoriales que quieren que haya fogonazos y ventas. Yo personalmente, como lector, creo más en libros y autores de largo alcance a los que sigues leyendo. La visibilidad y la necesidad de estar ahí hay que tratarlos con cierta ironía, cuando menos.

-¿Qué le parece la autoedición, tan en boga en los últimos años en este país?

-Es una trampa barata que favorece más las empresas que a los propios escritores. Todo el mundo piensa que por escribir un libro ya te conviertes en escritor pero de ahí a suponer que ese libro es bueno? Me apenan las personas que cuando le sacan una edición se encuentran con sus libros y se dan cuenta de que hay una pequeña estafa porque las librerías los quitan rápidamente de los escaparates porque están saliendo libros constantemente, un vértigo con el que yo no comulgo.

-Este fenómeno desde su perspectiva, ¿cómo evolucionará?

-No sé qué ocurrirá realmente. Creo que ahora hay la reunión de publicar y de decir lo que uno piensa y echárselo al mundo que no debe confundirse con lo que significa escribir un libro. La escritura es un ejercicio de conciencia y responsabilidad donde no hay que buscar demasiadas ganancias porque nos las hay. Uno escribe para que los lectores se sientan acompañados, ya sea consolados, reflejados? y ni siquiera se escribe para un crítico, que no deja de ser alguien que mira con lupa tu libro y que está sujeto a una serie de intereses. El compromiso de un escritor es con sus lectores. Cuando el escritor vive de la escritura está condicionado y entra en un ritmo que implica convertirse en un productor y en tal caso, no hablamos del lenguaje, sino del mercado. Un escritor es alguien que debe de estar a punto de dejar de escribir si hace falta.

-¿Y siempre ha estado en esta fase?

-Siempre que he acabado un libro me ha parecido que eso era el final de todo. En el año 1984 cuando publiqué mi segundo libro "La secreta labor de cinco inviernos" escribí un texto que era "Final de trayecto" y recuerdo que cuando lo leí en la presentación del libro me lo recriminaron y a mí que, no llegaba a los 30 años entonces, era lo que me parecía y me sigue pareciendo. Cuando uno mira para atrás y comprueba que tiene una serie de libros publicados creo que hay que estar satisfecho porque hemos creído en el lenguaje y hay gente que nos ha atendido.

-Ahora se ha implicado también en la parte editorial.

-El director de Eolas me ha pedido que llevara una colección de poesía y le sugerí optar por unos autores sudamericanos que no se han conocido suficientemente en España. Configuramos una colección donde habrá, hasta donde dure, dos nombres al año, uno hispanoamericano y otro extranjero, que no tiene que ser necesariamente actual y que no esté suficientemente traducidos.

-¿Con qué nómina de autores comienza esta colección?

-El primero será una antología del colombiano José Manuel Arango y el segundo otra antología de la poeta americana, Lorine Niedecker, que traduce la zamorana Natalia Carbajosa. Ahora tengo la sensación de que no he dejado de ser lector y que tengo la suerte de decidir sobre unos títulos. Para mí es una alegría que haya lectores en España que descubran a estas voces.

-Y para cuándo una antología poética que reúna toda su poesía.

-La editorial Dilema que se dedicó a sacar la poesía reunida de poetas que no están en la cresta de la ola ha retomado esa colección y se ha interesado en mi obra. Todo el material lo he puesto en manos de un joven profesor. No sé cuándo verá la luz ni tan siquiera si acabará haciéndose. A mayores, tengo conferencias y textos sobre Antonio Gamoneda, Claudio Rodríguez y Aníbal Núñez, uno de los grandes poetas del siglo XX con el que está en deuda la ciudad de Salamanca, que pueden ver la luz en un futuro libro.