Después del eclipse lunar que tuvo lugar el pasado martes, han llegado las "Lágrimas de San Lorenzo" o Perseidas, el fenómeno atmosférico por excelencia del verano que puede verse a simple vista. A pesar de tener una duración desde el 17 de julio hasta el 24 agosto, durante estos días están alcanzando su máximo apogeo.

Los meteoros de las Perseidas son las partículas del cometa Swift Tuttle (descubierto en 1862) que, al entrar en nuestra atmósfera a 59 kilómetros por hora, se calientan y se queman, dejando una estela luminosa y fugaz en el cielo. De esta forma, el hecho de producirse la lluvia cada año en el mismo periodo se debe a que la Tierra, en su movimiento anual de traslación alrededor del Sol, en cada vuelta encuentra de nuevo la acumulación de estas partículas.

La NASA preveía para este espectáculo astronómico la contemplación de unos 100 meteoros por hora, sin embargo, la visión de las Perseidas se ha visto alterada por el bloqueo parcial de la luna, que aún no ha entrado en fase de cuarto menguante. Según datos de la NASA, el nivel de perceptibilidad de los meteoros ha sido la mitad de lo normal debido a este intenso brillo del que es el único satélite natural de la Tierra.

Para visualizar este evento, que recibe su denominación de la constelación de Perseo ya que por su dirección parece provenir de dicha galaxia, no se requiere de ningún instrumental especial: es mejor mirar a simple vista que utilizando un telescopio o prismáticos, puesto que así se puede abarcar todo el cielo. Las únicas recomendaciones que sugieren los expertos, como Fernando García Roncero, presidente de la Agrupación Zamorana de Astronomía, son alejarse lo más posible del núcleo urbano, lejos de la contaminación lumínica, con un horizonte libre de obstáculos y localizar un lugar tranquilo y oscuro donde "cazar" algunos de estos espectaculares meteoros. Al estar en oscuridad, el ojo tarda, entre veinte y treinta minutos en adaptarse a estas condiciones, por lo que cuánto más tiempo se pase a oscuras en los momentos previos, mayor será la percepción de los cuerpos celestes que atraviesan el cielo nocturno.

Así, uno de los mayores inconvenientes que se encuentran a la hora de realizar las observaciones del cielo es la polución lumínica, provocada principalmente por el resplandor de las luces de las ciudades, pero también por instalaciones industriales, deportivas o viarias, que muchas veces incluso no respetan la ley de Prevención de Contaminación Lumínica. En este sentido, el halo, que desprende cada ciudad, dificulta en gran medida la observación de los objetos celestes de brillo más débil. El problema es de tal magnitud que la mayor parte de la población de nuestro país no tiene la posibilidad de observar la vía láctea desde su lugar de residencia habitual, según el responsable de la agrupación.

Zamora se ha visto muy perjudicada por la contaminación lumínica y, según apuntan los profesionales en el ámbito, es debido, entre otras razones, a la forma de instalar las vallas publicitarias. En la mayoría de los casos, las empresas optan por situar los focos de sus carteles hacia arriba, apuntando al cielo, en lugar de estar abajo. La polución existente se ve desde kilómetros de distancia, afectando considerablemente en la observación del cielo. "En el caso de nuestra ciudad, tiene una polución lumínica desproporcionada a su tamaño", señala García Roncero.

Sin embargo, la provincia dispone de óptimos lugares para disfrutar de este espectáculo estelar, especialmente en la zona oeste: Lagunas de Villafáfila, Sanabria o la sierra de la Culebra, donde a pesar de la polución de los molinos eólicos provocada por sus luces blancas intermitentes, dispone de espacios apropiados para la observación. También en las comarcas de Sayago o La Guareña, mientras que en la capital, destaca el bosque de Valorio.

Tras las "Lágrimas de San Lorenzo" habrá que esperar hasta octubre para contemplar la siguiente lluvia de estrellas, en el mes de las Oriónidas, gracias al conocido cometa 1P/Halley, que orbita alrededor del Sol aproximadamente cada 76 años.