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-Para poner en marcha Zamora 10 lo primero que se necesita es un diagnóstico previo de cómo está la provincia en estos momentos. ¿De qué situación se parte?

-Ese diagnóstico está hecho y de ahí ha salido este proyecto. Yo no empiezo de cero. Detrás de mí hay un camino de casi dos años, que es la parte más difícil y, sobre todo, la menos visible. La sociedad se ha enterado de este proyecto cuando se ha hecho la presentación oficial, pero la selección de los diez puntos que componen el documento no es algo casual ni fruto del azar. Hay casi 200 empresarios que se han sentado y que han dicho que hay que hacer algo para salvar a Zamora.

Lo acertado es pensar que estos proyectos no son excluyentes. Pueden ser estos diez, o quince, o doce. Tenemos que ver cuáles se pueden desarrollar más fácil para empezar a trabajar por ahí, cuáles pueden tener más impacto, en cuáles puede haber más consenso. También puede ser que haya algunos que hay que sustituir porque no somos capaces de consensuar una opinión o no sabemos como materializarla. No habrá problema. Se trata de evitar el enfrentamiento. No tiene sentido que, si uno de los proyectos es inviable, nos demos cabezazos contra la pared para sacarlo adelante. Habrá que aparcarlo y buscar otro con consenso y unidad.