120 años... tiempo suficiente para relatar, narrar y dejar constancia de la historia de una ciudad, una memoria elaborada, escrita y fotografiada día a día por los cientos de personas que han trabajado duramente a lo largo de los años en este periódico, LA OPINIÓN-EL CORREO DE ZAMORA, para que cada día viésemos y leyésemos lo que en nuestra ciudad acontecía.

Este periódico nos ha permitido, durante casi cuarenta días, hacer un recorrido visual a lo largo de la historia de la ciudad. Un espacio colmado de rigurosidad y trabajo que guarda nuestras memorias y nos hace revivirlas a través de las diferentes imágenes y documentos.

La exposición ha removido recuerdos y sentimientos de muchos, incluidos los míos. Estoy segura de que, como yo, muchos habrán visto en ella algo que les haya hecho recordar con añoranza tiempos pasados propios y de familiares y amigos.

Abrir y cerrar sus puertas me ha aportado momentos de mucha felicidad. Uno de los más especiales fue el día que mi abuelo Pepe visitó la exposición. Paseando su mirada por las diferentes fotografías, de repente, se paró en seco delante de una de ellas y con muchísima emoción en su voz y sus ojos susurró: "es mi madre?". Ay, ¡qué emoción! ¡Mi bisabuela! ¡Mi bisabuela Generosa, vecina de San Lázaro, aparece en una de las fotografías bailando con su grupo de águedas! Me resultó muy emotivo porque, aunque yo había visto a mi bisabuela en alguna foto familiar, ninguna vez antes en el tamaño de la exposición y esto me ha hecho sentirla mucho más cerca. Cada día cuando entraba me acercaba a verla y, antes de cerrar de nuevo, me despedía de ella hasta el día siguiente. Mi abuelo ha vuelto varias veces "a ver a su madre" junto con mi madre y todas mis tías. Ellas se sintieron igual de emocionadas que yo "yendo a visitar a su abuela".

Como decía, este espacio ha conmovido a muchas personas, es lo que tiene la historia, y más vivirla en imágenes. La tendencia es siempre a pensar que "cualquier tiempo pasado fue mejor" y sobretodo en personas de cierta edad. Es el caso de una señora de 84 años llamada Martina que me contaba al ver el teletipo de Lady Di que pasó por el túnel junto al Puente del Alma, en París, horas antes del a accidente de la princesa de Gales en ese mismo lugar. O el caso de Inocencio, linotipista zamorano que fue trasladado a Alicante pero que regresó a su ciudad natal al no ser remunerado allí con "el plus de la leche". Inocencio pudo reconocer en diferentes fotografías de la exposición a su tío y a su suegro, linotipista y cajista respectivamente, y, emocionado, me contaba anécdotas de sus días atrás en el periódico.

Pero no solo hay que hablar de gente adulta, la exposición ha sido visitada todos estos días por muchísimos niños y niñas que, a pesar de no entender en muchas ocasiones la historia, las fotos, las matrices de la linotipia o la importancia del candado expuesto de la toma del cuartel, alucinaban con otras muchas cosas y ellos mismos las bautizaban: "la puerta del tiempo". Así llamaban a aquella puerta negra giratoria, engañosamente futurística, pero que cruzándola entrabas en un alucinante laboratorio fotográfico conservado fielmente como hace unos cuantos años atrás.

Puedo decir que hay personas que han venido a visitar la exposición tantas veces que, al final, y de manera inevitable, se crean vínculos muy bonitos, como es el caso de una señora llamada María Jesús, que ha recorrido la exposición ¡más de seis veces! Y en todas y cada una de ellas se emociona y me contaba anécdotas que recuerda con afecto viendo las diferentes fotografías.

Está claro que cuando a la gente le tocas la fibra de los recuerdos siempre se enternece y se abre y te cuentan con mucho cariño sus vivencias. Zamora es su historia y entre todos debemos mantenerla viva. Felicidades al periódico por su trayecto, por los años, por el avance, por la información veraz. Gracias por guardar nuestra historia y ser nuestra voz. A por otros 120(mil).

¡Gracias!