De verdad que el Festival de Fado de Castilla y León es una suerte, una dádiva, una maravilla que no tiene nada de alucinación, aunque sí bastante de magia. Se ha repetido ya quince veces en quince sucesivos años, con catorce apacibles atardeceres a la orilla del Duero - que se convierte por un rato en Douro - en esos lugares encantadores que surgen entre los jardines, las ruinas góticas y las modernas construcciones complementarias de la luso-hispana Fundación Rei Afonso Enriques (FRAH). Hubo, sí, una excepción, que confirmó la regla; aquel 25 de julio de 2012 en el que una inesperada tormenta obligó a cancelar la actuación de Misia; pero el verano siguiente la fadista portuense volvió, encandiló al público y el Festival siguió otra vez cada año su andadura, que esperamos continúe siendo larga.

Algunos dicen de la prestigiosa casa de fados Sr. Vinho, en el barrio de lisboeta de Lapa, es la "universidade do fado", ya que por ella han pasado y siguen pasando jóvenes voces y músicos que consiguen llegar al copo del mundo fadista. Naturalmente este tipo de afirmaciones no son realidades de exactitud científica, en estas cosas casi nunca están todos los que son ni son todos los que están, pero la regla y el dicho acercan mucho a la realidad. Y por analogía se podría decir que el Festival de Fado de Castilla y León, de Zamora, es el "campus do verão das universidades do fado", porque por él han pasado ya muchos grandes del fado, otros pasan y al resto se les espera.

En los primeros tiempos de la trayectoria del Festival había más alegría en las ayudas institucionales, supongo, y vinieron a Zamora algunos de los que ya estaban en los primeros puestos de las listas de éxito y tenían cachés más altos; pero en estos años posteriores de la crisis, poco generosos en subvenciones y ayudas a las manifestaciones culturales y artísticas, han venido y siguen viniendo fadistas más jóvenes y menos conocidos, pero que suben y que han llegado ya, o quizá conseguirán hacerlo pronto, a ese Parnaso de los dioses fadistas.

Desde luego los de este año se han manifestado claramente en esa línea, los tres días del Festival. El jueves la protagonista fue la joven fadista lisboeta Carmo - Carmen, en portugués - Moniz Pereira, que comenzó a cantar a los quince años y ahora actúa habitualmente en el célebre Clube de Fado, de Alfama, además de haber pasado por diversos escenarios y casas de fado del país vecino y del mundo. Interpretó con su voz dulce y su bonita figura un repertorio clásico de temas, entre los que no faltó alguno de su abuelo, Mário Moniz (1920-1989), famoso personaje que entre otras actividades destacó por ser en el fado autor musical de temas tan conocidos como "Valeu a pena".

Francisco Salvação Barreto, que actuó el viernes, es también lisboeta, y pone pasión fadista, clara y varonil voz, articula los versos y sus sílabas para sintonizar con los oyentes hasta hacernos partícipes del pálpito mágico del fado. Tiene ya trayectoria de buen hacer y es habitual de la citada casa de Fados Sr. Vinho

Liliana Luz - antes Liliana Silva - nació en la ciudad de Cantanhede (distrito de Coimbra) y tras una activa carrera de actuaciones musicales es ya una conocida fadista también habitual de Sr. Vinho, con actuaciones también internacionales y un buen CD titulado Espelho da saudade, del que el sábado vivimos algunos de sus temas en una velada amable, también para recordar.

Los músicos lisboetas, Bernardo Romão, con la guitarra portuguesa y Pedro Saltão con la viola de fado actuaron las tres veladas y a título anecdótico se puede apuntar que el primero llevaba tres uñas artificiales en el bolsillo, una para cada cantante, como así nos enseñó al final de la actuación última. Hasta ahí afina el maestro, pues la guitarra portuguesa se toca con el índice y el pulgar y el borde las uñas enfundadas en unos plectros o uñas artificiales y según parece hasta ese detalle se guarda cuando la voz musical del fado está por delante.

?.Ay el fado, el fado, siempre el fado. El fado bueno que ya esperamos para el próximo año.