Un cura zamorano, afincado en Madrid, le descubrió la Feria de la Cerámica y Alfarería de Zamora, la que se ha convertido para este ceramista iraquí en un cita imprescindible para recargar pilas, para ponerse a punto psicológicamente y continuar creando sus piezas en Madrid, donde tiene su taller. Yawdat Habib es fiel desde hace 32 años.

-¿Qué hace un irakí en la Feria de Cerámica y Alfarería?

-Justamente, he estado hablando con Chema, un compañero de Segovia, de esto: venimos desde el año 1985, aquí nos conocimos. Me parece una feria muy agradable, tiene mucha tradición, mucha cultura. La gente te recibe muy bien y tiene un conocimiento muy amplio sobre la cerámica, viene, toca el material, las piezas. Siempre vendo, el trato de la gente es bueno y me gusta venir cada año. La ciudad es muy bonita y agradable, el ambiente también. La Feria funciona, este año he vendido bien, obras muy importantes.

-¿El público zamorano es un público exigente?

-Es un público que conoce el material cerámico, las temperaturas, tiene una cultura sobre la cerámica importante, conoce el material porque lo notas cuando tocan la pieza, percibes el interés, que entienden. Hay una docena de variedades de barro, gres, porcelana, barro rojo, barro blanco, chamota, sin chamota...; y de temperaturas también, 1.000 grados, 1.200..., pues esas cosas, el barro no todo el mundo lo conoce, pues aquí en Zamora hay gente que tiene esa cultura. Además, parece que las casas de los zamoranos están esperando una obra para colgar en la pared o ponerla en una mesa.

-A alguien que no conoce esta Feria, ¿por qué le diría que tiene que venir?

-La Feria tiene público, turismo, porque hay un buen ambiente y da gusto, es una alegría, ver esas piezas de artesanía tradicional y de cerámica, hechas a mano o artísticamente. El turista está encantado de poder disfrutar de esta Feria.

-¿Es arte lo que se puede contemplar cada año en la plaza de Claudio Moyano?

-El año pasado estuve en Londres, en una feria de cerámica que está instalada en la Facultad de Bellas Arte, pero entraba poca gente, aquella a la que le interesa el arte. Aquí es público, es arte, muchas obras y piezas de esta Feria de Zamora pueden entrar en una sala de exposición. Estamos en la calle y es otra cosa, se valora de otra manera, pero hay piezas de nivel artístico, bien trabajadas.

-¿Qué diferencia existe entre cada uno de los ceramistas que se instalan aquí?

-Hay variedad. Muchas cosas de menor valor, más comerciales, que ayudan a pagar las facturas y la cuota de autónomo, pero también hay gente a la que le interesa cuidar el arte cerámico. Estos siguen con sus fórmulas, con la búsqueda, porque el arte es como la medicina, ir probando, inventar cosas, poner el horno y esperar ocho horas para ver si el esmalte ha fundido o no; se busca el burbujeado, el roto, el mate..., para tener un material diferente al del mercado. De modo que, unos van más por el lado comercial; otros, por el artístico.

-Lleva 32 años viniendo, ¿cómo se plantea cada año innovarse para no repetirse?

-Es importante, porque el público se cansa de ver el mismo cuenco o color. Cambias, cuando estamos en nuestros talleres cada uno busca su fórmula de esmalte o color, la mayoría no usamos el color que vende el mercado, sino que haces el tuyo propio para diferenciarte. Yo tengo el mismo estilo, se reconoce cuando lo ven en otras ferias, cada uno tenemos el nuestro, la manera de hacer las cosas.

-¿Qué trata de expresar en sus piezas?

-Al principio, realicé piezas que se remitían a la bomba atómica de Hiroshima, creaba una vasija que al cerrarla parecía la explosión de esa bomba. Aludía a temas políticos, pero al final la gente no entendía, una pieza contra la guerra necesita otro contexto, no es para una feria que se desarrolla en la calle. Últimamente, mis obras están inspiradas en la poesía, tengo murales con poemas de Miguel Hernández, que me encanta, con un relieve de su rostro y textos de "Vientos del pueblo" en español y en árabe.

-Ha aparcado la política.

-Mejor la poesía. La política todos la llevamos dentro, hay rechazo a las decisiones de gobiernos que provocan las guerras o por las dificultades en la economía, siempre eso es responsabilidad de los que están arriba repartiendo la tarta. Los artistas, los ceramistas o los escritores son críticos, pero ahora, voy más por la estética, la belleza.

-¿Cómo evoluciona la obra desde esos primeros años de profesión?

-Como en cualquier oficio, creces con el tiempo, acumulas conocimientos, y ese crecer también sale en tu obra. Vas cambiando de temática, ahora busco la pieza bella porque provoca alegría, como una flor, como un cuadro, que causan ese sentimiento.

-El oficio de alfarero, de ceramista tenían una utilidad en su tiempo, ahora son cada vez más artísticos. ¿Cómo se produce esa evolución?

-Sí, la alfarería es tradicional y artesana; y la cerámica viene de ahí, justamente. Las piezas están hechas al torno, pero el artista, cuando estudia, cambia y de un cacharro para tomar el agua hace una pieza en la que pone su arte y ya no tiene nada que ver con la Alfarería. Sí, es el mismo material, el barro rojo o blanco o porcelana, pero tu educación, tu formación, tu cultura va a salir en tu pieza. La obra está hecha en el torno, pero entra la escultura, el relieve, el mural, fachada, todo eso está en la cerámica. Lo llevas dentro, como un pintor o un escultor y te sale, según trabajas vienen las ideas.

-¿Uno coloca sus manos en el barro y llega la inspiración?

-No, no, tenemos que dibujar primero la pieza, después llevarlo a la plancha de barro y trabajarlo, crear un relieve, una escultura o unas manchas de color para las que usamos óxido de hierro...

-Usted también usa la figura geométrica en sus piezas.

-Ahora estoy cambiando, ahora estoy experimentando con el color y el barro, con los golpes con lámina o pincel, estoy haciendo planchas, juego con ellas, con los óxidos, los barros, para sacar unos tonos, como el pintor en su paleta.

-¿Qué es lo peculiar de esta feria?

-Las obras, hay ceramistas que realizan piezas artísticas impresionantes, mural u obra de mesa, que exponen aquí en la misma calle, aunque pueda ser un peligro.

-Me decía que la Feria de Zamora es una inyección para continuar el resto del año trabajando, ¿por qué?

-Sí, psicológicamente me atrae para seguir porque aquí encuentras el origen del barrio en los alfareros y los artistas, los ceramistas, dos cosas que me empujan para seguir en el resto del año y si es posible venderlas o llevarlas a alguna galería, hay galeristas que nos acoge. Venir me gusta y obtener esa alegría para seguir haciendo cerámica en plan artístico.

-¿Diría que es la mejor feria de España o es exagerado?

-Es la mejor porque es amplia y tiene mucho material, buen tratamiento desde el Ayuntamiento, no nos cobran y eso es muy importante porque siempre los artesanos tienen poco dinero. Para mí es la mejor feria, no por sacar más dinero, sino porque psicológicamente me hace sentir bien y es bonita.

-¿Es difícil vivir de su oficio?

-Es difícil, a todos los que están aprendiendo cerámica en la Escuela, me preguntan los alumnos, y les digo que mejor tenerlo como un hobby. Alquilar un taller, comprar un horno, entre varios, pero entrar en el negocio, no. Yo si empezara de nuevo, no lo haría, crearía mis piezas pero teniendo otro trabajo. Ahora ya tengo casi 60 años y no puedo cambiar.