"Parte del verano de 2008, cuando se entrega la custodia a mi progenitor biológico porque se nos detecta un falso síndrome de alienación parental, lo pasamos en Zamora, porque él vive allí, sus padres y su hermana viven allí. Yo de pequeña he ido a Zamora muchas veces, he estado muy vinculada porque desde 2008 hasta 2013 en que se acaban las visitas iba todo los años un montón de veces. Zamora lo conozco muy bien". Es Patricia Fernández Montero, autora del libro "Ya no tengo miedo" que relata la historia de terror en la que se vio envuelta los primeros 16 años de su vida, los seis primeros viviendo en casa con el maltratador y los diez siguientes sustituyendo a su madre como objeto de maltrato. También ha iniciado una campaña de recogida de firmas para que quienes otorguen la custodia de los hijos a un maltratador asuman sus responsabilidades en caso de que los progenitores de venguen de las madres en las carnes de los pequeños.

Patricia y su hermano dos años menor nacieron en un hogar marcado por el maltrato del padre hacia su pareja. Ese clima enrarecido se ha quedado en la mente de Patricia, aunque recuerde pocos episodios concretos: "Una vez intentaba agarrarla rodeando la mesa y otra mi madre se cayó en la ducha y dijo "dejadla que se haga daño". El clima era de maltrato, de miedo; jamás observé cariño o una relación normal. En esa casa mi familia era mi hermano y mi madre".

El 20 de febrero de 2005 el padre "le da una paliza a mi madre que casi la mata". La madre de Patricia denuncia el caso y se separa, pero no acaba el problema para Patricia y su hermano: "Teníamos un régimen de visitas con él y fuimos el foco principal del maltrato, porque a través nuestro le hacía daño a ella, a mi madre". Aunque estaba condenado por maltrato, se establece un régimen de visitas tuteladas "en un punto de encuentro y eso era un infierno. Había vivido durante seis años con una persona a la que tenía miedo, pavor y una vez que mi madre se separa yo pensé que había acabado todo. Pero resulta que no, que yo tenía que volverle a ver y encima porque las personas que yo pensaba que me iban a proteger me estaban obligando. No vi salida. Mi madre nos explicó que teníamos que ir a verle, montamos en el coche y fue cuando yo intenté tirarm en marcha".

Era, dice, como un "thriller" en el que resulta que los policías se alían con el "malo. "La Policía me llevaba a rastras para que fuera al punto de encuentro. Yo sentía que no tenía ningún tipo de respaldo en el sistema ni las instituciones, y me estaban dando a la persona que casi mata a mi madre. ¿Qué confianza iba a tener en ellos?".

Lo peor fue cuando el equipo psicosocial el perito judicial determinan que Patricia sufre síndrome de alienación parental, es decir "que nosotros estábamos manipulados por nuestra madre y todo lo que contábamos era mentira. Y te aplican la terapia de la amenaza, te coaccionan hasta que consiguen supuestamente restablecer el vínculo con él. ¿Pero que vínculo iban a restablecer si no había nada?". El diagnóstico del síndrome en cuestión supuso que la madre perdiera la custodia y Patricia y su hermano pasaran varios meses viviendo con el padre. "Nos amenazó con estrellar el coche con nosotros dentro. Nos amenazaba cada dos por tres con llevarnos a un centro de acogida. Hacía como que llamaba por teléfono y me decía "haz las maletas, que vienen a buscarte porque allí es a donde llevan a los niños que nadie quiere"".

Cuando tenía 16 años Patricia logra acabar con el régimen de visitas al padre, después de encontrar una foto del matrimonio con la fecha de la última paliza, la del 20 de febrero de 2005 con la frase "te lo mereces" escrita de puño y letra por el progenitor.

Desde poco antes, a los 15 años, Patricia ya había empezado a escribir el relato de su vida: "En esos diez años de procesos jamás había visto la situación de un hijo de padre maltratador reflejada en la tele o que algún medio hubiera sacado a nadie que hubiera pasado por lo mismo. Entonces me planteé que a lo mejor mi caso era el de muchos más niños, porque se invisibiliza a los menores".

De hecho, esta joven que actualmente tiene 19 años y estudia periodismo y comunicación audiovisual se siente sobre todo satisfecha de que su obra y sus apariciones en los medios hayan conseguido hacer que muchos menores en su situación no estén solos.