La historia de La Madrileña es la historia del comercio zamorano, un comercio obligado a reinventarse para adaptarse a los nuevos tiempos y que se sustenta en una brillante trayectoria. Fundado en 1882, este año tiene una doble celebración. Por un lado, los 135 años que celebra la cuarta generación de comerciantes -los hermanos Julián y José Ignacio Vecilla- y, por otro, el premio Mercurio otorgado por la Cámara de Comercio de Zamora a la trayectoria del negocio.

Aunque "los más jóvenes no lo sabrán", poco tiene que ver la historia de La Madrileña con lo que hoy se asocia al negocio. "Fundada en 1882 por el señor Lucio se fundó sobre tres grandes pilares: los muebles, los bolsos y maletas y las persianas". Abierta por primera vez en la plaza del Fresco, La Madrileña vivió tiempos de esplendor. "La vida comercial de la ciudad era muy destacable", aseguran los dos hermanos Vecilla.

No fueron, pese a todo, tiempos fáciles para el negocio. Era la propia familia de comerciantes la que se encargaba de los transportes urgentes, un trabajo añadido a la atención al cliente. "Salíamos de Zamora al anochecer. Cargábamos la furgoneta y volvíamos. Era muy sacrificado porque al trabajo ordinario se le sumaba los 300 ó 400 kilómetros que teníamos que hacer para tener los productos listos en la tienda", rememora Julián Vecilla.

El avance de los tiempos obliga a cambiar la dinámica del negocio en 1980, cuando el comercio llevaba ya unos treinta años abierto en la calle de San Andrés, donde se encuentra en la actualidad. "El cambio se produce en la cuarta generación de comerciantes, cuando mi hermano y yo decidimos innovar y apostar por nuestra afición: el ciclismo. Entonces vimos que el negocio necesitaba un cambio y empezamos a vender bicicletas con el visto bueno de mi padre. En ese momento dejamos de trabajar los muebles, enseres, maletas y persianas, artículos a los que teníamos mucho cariño porque estaban ligados a nuestra historia, y apostamos por lo que trabajamos ahora: bicicletas y artículos infantiles". Si no se hubiera hecho, "posiblemente La Madrileña no hubiera seguido adelante".

Una apuesta que, según los comerciantes, valió la pena. "Muchas empresas parecidas a la nuestra han dejado de existir porque no hicieron el cambio que entonces hicimos nosotros, que adaptamos el comercio a los nuevos tiempos que nos tocaba vivir. La gente pedía artículos más técnicos, más dinamismo. Además, hemos sido gente muy deportista y esa afición ha ayudado".

El futuro tampoco es fácil, reconocen los dos hermanos Vecilla. "Es muy complicado mantener abierto un comercio a pie de calle porque la afluencia de público no es la que había antes. Ahora también se compra mucho por Internet y al comercio tradicional le queda una cuota de mercado muy reducida. Sin embargo seguiremos apostando por el servicio, el asesoramiento y la atención personalizada que el cliente quiere". Todo esto no es impedimento para que La Madrileña también apueste por las nuevas tecnologías. "No puedes luchar contra ello, pero sí adaptarlo a lo que entiendes como comercio. Cuando alguien compra una bicicleta de La Madrileña por Internet tendrá el mismo trato en el comercio que si la hubiera comprado aquí físicamente".

Ahora el comercio encara el futuro con "ánimos renovados" después de la concesión del premio Mercurio de la Cámara. "Seguiremos ofreciendo esfuerzo, constancia y dedicación".