Al abandonar la calle Ramos Carrión la banda de cornetas y tambores de Jesús Nazareno comenzaron a repicar las campanas de San Juan, mientras que los niños de Comunión se iban situando en el centro de la Plaza seguidos de sus padres. Los representantes de colectivos religiosos, de cofradías de Semana Santa y de Gloria, con sus respectivos estandartes, se fueron ubicando alrededor del ágora. "¡Pobres niños qué calor tienen que estar pasando!", comentaban algunos de los presentes cuando algún pequeño se despojaba de la americana del traje y hasta responsables de la organización de la procesión repartieron botellas de agua para mitigar el fuerte calor.

Al son de "Hossana in Excelsis", de Óscar Navarro, tocada por la Banda de Música de Zamora, alcanzó la plaza principal de la ciudad el Carro Triunfante escoltado por miembros del Cabildo y por el obispo. Al paso de la Custodia los niños de Comunión lanzaron pétalos de flores.

Con la Custodia ya en el altar presidido por la Virgen de la Concha, el prelado dirigió unas palabras a los zamoranos. "Señor Jesús bendice a esta tierra de Zamora un poco más seca este año. Bendice a estas familias, a las hermandades de distinta condición y haz que nos acercamientos a los pobres, a los enfermos y a los abandonados e injustamente tratados", remarcó Gregorio Martínez Sacristán en una intervención más corta que otros años. Tras su alocución levantó la Custodia, gesto refrendado con la elevación de los estandartes de las cofradías y la interpretación del himno eucarístico. Concluida la solemne bendición del obispo y la interpretación del himno nacional, el Santísimo accedió a la iglesia de San Juan y en la Plaza Mayor tuvo lugar el baile de los gigantes y gigantillas a la patrona de la ciudad que luego regresó a San Vicente.

La celebración del Corpus Christi finalizó con el canto solemne de las II Vísperas del Corpus Christi, procesión claustral y bendición eucarística en la Catedral.