Una tarde tremendamente calurosa albergó ayer el acto más importante del año en la Real muy antigua e ilustre Cofradía de Caballeros Cubicularios de San Ildefonso y San Atilano, su capítulo.

Con un protocolo muy cuidado caballeros y damas así como miembros de corporaciones invitadas, que en esta ocasión superan la docena, cubrieron a pie los escasos metros que separan el convento de las Marinas del templo arciprestal observados por algunos turistas, mientras que repicaban las campanas de la iglesia conventual. A su silencio pudo oírse la dulzaina y el tamboril de Tradición y Música Popular que trasladaba a los gigantes desde el antiguo laboratorio del Castillo hacia la Plaza Mayor por las vísperas del Corpus.

La lectura de la carta de los Hebreos por parte del capellán y párroco de San Ildefonso, José Francisco Matías, y unas palabras del canciller de la ilustre cofradía dieron inicio a la ceremonia que conllevó la investidura de siete caballeros y dos damas.

El primero en recibir los honores fue el duque de Calabria y conde de Caserta, Pedro de Borbón Dos Sicilias de Orleans, acompañado de su padrino. Arrodillado, el primero de los caballeros entrantes pronunció en voz alta un "sí, juro" con el que refrendó su compromiso de cumplir los estatutos y los fines de la cofradía. La venera, insignia que se coloca en el cuello, fue el único atributo que recibió y un apretón de manos con el mayordomo- presidente, Francisco Javier García-Faria del Corral, selló la entrada en la muy antigua corporación.

El mismo ritual realizó el almirante-jefe Asuntos Sociales Alfonso Gómez Fernández y tras él Álvaro Redondo Hermida, fiscal del Tribunal Supremo que recibió también el birrete; a Julián Alfonso Aguado Mayorga, coronel del Ejército de Tierra, le pusieron el manto. Le siguió José Espinosa Navarro, farmacéutico que ha presidido el colegio profesional zamorano, y Rafael Martín de Eugenio Sánchez García de Paz.

El turno de las féminas lo abrió María José Herrero González, a la que sucedió Isabel Prieto Nieto, quienes vestidas de luto, recibieron el lazo simbólico que representa su pertenencia a la cofradía que vela por las reliquias de san Ildefonso y san Atilano.

La misa por el rito mozárabe, concelebrada por varios sacerdotes, dio paso a una cena en el Parador donde los nuevos integrantes de la cofradía recibieron sus títulos. Devoción a los santos renovada.