La firma “Las Tres Tiendas”, una de las empresas que ha sido referente indiscutible en el comercio tradicional de cercanía en la provincia de Zamora, cerró definitivamente sus puertas el pasado 31 de mayo. Con este gesto ha puesto fin a 108 años de servicio comercial no sólo a la capital zamorana, sino también a toda la provincia. Y es que no sólo los vecinos de todas las comarcas han sido clientes habituales, sino que el inicio de la actividad comercial arrancó precisamente unos años antes de la apertura del establecimiento en la capital en 1909, pues quien fuera su fundador, Joaquín Lorenzo, ya comerciaba de forma itinerante en los inicios del siglo XX en la ciudad de Toro y su alfoz.

Desde entonces, durante todo este tiempo la ciudad, así como la provincia y todo el país, han debido el abasto ordinario de los productos más cotidianos mayoritariamente a los comercios tradicionales, entendidos generalmente como pequeñas empresas de carácter familiar caracterizadas por el trato directo entre el cliente y el propietario. De todos es sabido que el comercio tradicional de cercanía está atravesando una fase de transformación debido al cambio generalizado de los hábitos de consumo. A veces cuesta vislumbrar cuál será el futuro, si bien la respuesta que nos suele ser dada es el mundo virtual, ese que, por definición, no tiene existencia real. Así lo considera también el profesor, narrador y poeta Tomás Sánchez Santiago en el relato “La resistencia de los sueños”, escrito precisamente con ocasión del cierre de este comercio y como homenaje al mismo. Para el autor de “Calle Feria”, el cierre de “Las Tres Tiendas” “es la despedida de un mundo que a duras penas resiste en esta civilización presidida por lo global, por lo virtual, por lo abstracto; es decir, por todo aquello que elude las virtudes de la proximidad. A menudo pienso en que bajo los alardes del mundo virtual se encuentra, despreciada interesadamente, la escombrera de los sentidos, relegados ya a meros residuos inservibles para la experiencia. Se obtienen sensaciones mediante simulacros -en eso se ha ido convirtiendo la vida, presidida por agentes tecnológicos que son ya nuestros más íntimos parientes electrodomésticos- pero no se ve, no se toca, no se huele aquello que creemos haber alcanzado en el estanque de una pantalla. Hay una derogación definitiva de los sentidos en los modos de la experiencia actual. Lo dactilar ha pasado a ser lo digital. El cambio de nombre tiene que ver con el miedo general a mancharnos de proximidad”.

Quizá nos estemos empeñando en dinamitar para siempre la vitalidad en las calles, el bullicio, el ir y venir de gentes del que es principal responsable y máximo causante el comercio tradicional de cercanía. Quizá sea que estemos deseando convertir las calles en mero espacio para deambular, de lo que la calle San Torcuato, la segunda comercial por excelencia en nuestra ciudad, es triste testigo con más de una veintena de locales cerrados actualmente y sin actividad comercial. Quizá estemos abocándonos hacia la deshumanización más grosera, que es precisamente la que afecta al déficit de trato personal en las relaciones. Por eso conviene tener en cuenta de dónde venimos para saber hacia dónde vamos. Y el comercio tradicional de carácter local es buen maestro. El trato cercano, directo, humano y sobre todo humanizador entre el cliente y el vendedor son la bandera de estos negocios. Probablemente no sea el paradigma actual en los planes macroeconómicos, pero integra valores incuestionables que enriquecen nuestra sociedad cuando la comprendemos como algo más que meras transacciones comerciales. Sin estos valores, la deshumanización está servida.

Trayectoria comercial

Los orígenes de “Las Tres Tiendas” se hallan en Joaquín Lorenzo López, joven intrépido nacido en San Martín de Tábara en 1883 que, tras cursar las primeras letras, partió de su pueblo natal hacia la ciudad coruñesa de El Ferrol para formarse en el oficio de comerciante en los Almacenes Simeón, firma dedicada al ramo textil y de referencia en toda Galicia. Una vez consiguió desenvolverse en el oficio decidió volver a su tierra y establecerse en Toro, comerciando de forma ambulante tanto en la propia ciudad como en su alfoz con la venta de productos textiles. Allí conoció a quien más tarde sería su esposa, procedente de una familia también de comerciantes de la localidad. Con el ánimo de incrementar el negocio, en 1908 decidió trasladarse a la capital zamorana y continuar con la actividad comercial, abriendo un año más tarde un establecimiento en la calle Cárcaba (actual Costanilla), esquina con la calle del Riego, centro por excelencia del comercio local. El nuevo comercio, inaugurado el Domingo de Ramos de 1909, se dedicó principalmente a la venta de tejidos y paquetería, y no tuvo otra denominación que la del nombre del propietario.

Dos años más tarde el comercio se trasladó al número 21 de la calle de la Feria “por mejora del local para poder aumentar el negocio y con el fin de corresponder al favor que le viene dispensando el público en general”. El negocio prosperó notablemente y Joaquín Lorenzo quiso incrementar su oferta adquiriendo progresivamente entre 1915 y 1917 hasta tres casas con sus respectivos locales en la calle de la Feria haciendo esquina con la Costanilla de San Bartolomé, circunstancia que motivó el nuevo nombre comercial de la firma. Con el ánimo de dignificar y ampliar el local de venta y la propia residencia familiar, en 1924 el propietario decidió derribar estas casas y encargar la redacción de un proyecto de un flamante edificio de nueva planta al arquitecto Antonio García Sánchez-Blanco. Paralelamente el comercial adquirió otras propiedades en la zona, privilegiada por ser el lugar natural de llegada de viajeros del Oeste de la provincia. Con la apertura del nuevo local el negocio amplió su oferta hasta adquirir una relevancia sobresaliente en el panorama comercial de la época, convirtiéndose en uno de los negocios referentes de toda la provincia. Centrado en los sectores de tejidos, paquetería y calzado, en la década de los cuarenta la empresa contaba con tres trabajadores contratados -llegaron a ser nueva en la década de los sesenta-, algunos de los cuales terminaron por establecerse por cuenta propia tras haber aprendido el oficio.

Del matrimonio de Joaquín Lorenzo con Ana Carbajosa nacieron dos hijos, Isabel y Aurelio, convirtiéndose la primera años más tarde en la continuadora de la empresa familiar. Ésta contrajo matrimonio con Fernando Lozano Plaza, industrial e hijo del también industrial local Fernando Lozano Vidal, propietario de un establecimiento de tejidos referente en la Plaza Mayor de la ciudad. Con su incorporación la empresa experimentó un nuevo desarrollo, incrementando su oferta con la venta de prendas de confección, géneros de punto, bisutería, papelería y juguetería. También se apostó por la venta al por mayor, incorporando a la cartera de clientes instituciones como la Cárcel provincial y el Ayuntamiento de la capital.

Una nueva ampliación del establecimiento se hizo realidad con la construcción en 1959 de un nuevo inmueble en la calle de la Feria proyectado por el mismo arquitecto, así como la construcción en 1968 de un edificio más en la Costanilla de San Bartolomé, así como la ejecución de la reforma de otro inmueble colindante hacia la calle San Bartolomé y frente al Palacio de Doña Urraca. El número de trabajadores se incrementó hasta nueve personas, además de la incorporación al negocio de los cuatro hijos de la propietaria. Mediada la década de los ochenta Isabel Lorenzo cedió el testigo a sus hijos. En febrero de 1987 Fernando Lozano inició su andadura comercial con la apertura de Calzados Blanco y Negro, continuado en la actualidad por su hija. Por su parte, María Isabel Lozano prosiguió con el nombre comercial de “Las Tres Tiendas” con la apertura en noviembre de ese mismo año de un remozado establecimiento. Ya en nuestro siglo, en 2012 “Las Tres Tiendas” recibió de la Cámara Oficial de Comercio e Industria de Zamora el reconocimiento, junto a otras 13 firmas, como empresa que proseguía con actividad comercial y abierta al público cuando se cumplía precisamente el centenario de la institución cameral, mientras que en 2016 su propietaria recibió de la misma institución la Medalla a la Dedicación Empresarial como reconocimiento al servicio público prestado por “Las Tres Tiendas” al comercio de la provincia de Zamora.

Contribución social y a la ciudadanía

Además de la actividad comercial propia, la relevancia social y cultural de “Las Tres Tiendas” en la provincia es, ciertamente, relevante. La política de la firma respecto a la venta al por mayor permitió cierto desahogo en su clientela y, en buena medida, una garantía de fidelidad de la misma. Por otro lado, la propiedad sobre una finca de recreo familiar en el barrio del Espíritu Santo de la capital vinculó especialmente a la familia con los habitantes de ese barrio y viceversa. No sólo algunos trabajadores de la empresa procedieron de ese lugar, sino que el conocimiento de primera mano de la realidad social del barrio hizo que Joaquín Lorenzo vendiera a los vecinos los terrenos de su propiedad a precios por debajo del mercado y a plazos mensuales sin intereses facilitándoles de este modo acceder a construirse de forma económica un lugar digno donde vivir.

Asimismo también fue decisiva la contribución de “Las Tres Tiendas” a la génesis de la Hermandad Penitencial del Santísimo Cristo del Espíritu Santo en 1974. En la máquina de escribir Olivetti de “Las Tres Tiendas” se redactaron sus estatutos, sobre sus mostradores se confeccionaron los primeros patrones de la túnica y capillo procesionales, en este comercio trabajaban Abelardo Fernández, alma máter del movimiento asociativo del barrio del Espíritu Santo y de la propia cofradía, Miguel Fernández Calles, artífice de los elementos de forja de la hermandad, y uno de los hijos de la industrial, José María Lozano, quien diseñó el escudo de la cofradía, además de encargarse de la instalación de la megafonía en el acto de lectura de la Pasión y canto del Christus Factus Est en el atrio de la catedral. Finalmente cabe destacar el protagonismo que “Las Tres Tiendas” ostenta en la novela de Tomás Sánchez Santiago titulada “Calle Feria”, donde la empresa aparece bajo el nombre literario de “Las Tres Coronas” si bien su propietario aparece denominado precisamente como Joaquín Lorenzo.

Para dar gracias

Tras 108 años de trayectoria comercial “Las Tres Tiendas” ha cerrado sus puertas. Durante este siglo largo esta firma ha compartido con los zamoranos distintas etapas políticas, económicas y sociales de nuestro país y provincia, transitando también por circunstancias personales y familiares que han ido acrisolando su profunda vocación de empresa familiar de servicio al público. Ciertamente “Las Tres Tiendas” ha contribuido de forma significativa a entretejer la geografía humana y personal de la Puerta de la Feria, un paisaje urbano señero de nuestra ciudad e íntimamente vinculado al comercio tradicional de cercanía, así como foco comercial de la provincia en la que “Las Tres Tiendas” ha sido referente durante el pasado siglo. Resta agradecer la confianza depositada en “Las Tres Tiendas” por un número tan abultado de clientes, tanto los esporádicos como los más habituales, de la ciudad y de todas las comarcas de la provincia. Asimismo queremos agradecer profundamente la complicidad de la ciudad con nuestra firma durante todos estos años. Esperamos que, además de haber hecho legítimo negocio, hayamos contribuido a humanizar las relaciones comerciales entre personas y a hacer ciudad y provincia.